Carlos Hernández: «El nuevo disco de Viva Suecia va a ser el mejor del año»
El productor e ingeniero de sonido madrileño cuenta todos los detalles del próximo álbum del grupo murciano y de su trabajo en los estudios de grabación y en los directos; y revela las bandas a las que hay que seguir atentamente durante los próximos meses: Novio Caballo, Kracauer, L’Emperador, Supertennis…
Hablar de Carlos Hernández Nombela (Madrid, 1972) es hacerlo de uno de los personajes más importantes dentro de la historia del 'indie' nacional. Probablemente su cara no sea tan reconocida como la de cualquiera de los miembros de los grupos con los que ha trabajado, pero su impronta detrás de una mesa de mezclas es tan importante en el resultado final, como la de quienes después se suben al escenario. Repasar su currículum sería poco menos que rellenar los contenidos del blog para este mes al completo. Pero abreviaremos. Su nombre siempre estará ligado a su paso como técnico de sonido y productor de Los Planetas, con quienes prácticamente convivió durante ocho años. Mucho tiempo subido en el autobús de una banda cuyo motor acabó quemándole. De aquello hace ya 13 años. Después llegaron Pereza, Leiva, Joaquín Sabina, Triángulo de Amor Bizarro, Sidecars, La Habitación Roja, Sunday Drivers… ¿Seguimos? Los Enemigos, Airbag, Deluxe, Sr. Chinarro, Carolina Durante… Y muchos grupos murcianos, guiados prácticamente todos por su trabajo en el aplaudido ‘Otros principios fundamentales’ de Viva Suecia. En definitiva, Carlos Hernández es el arquetipo de persona cuya conversación debe ser, sí o sí, interesante. Cuando le llamé, lo primero que escuché al otro lado del teléfono no fue a una banda sonando estruendosa a la que pedir quince minutos de descanso. Fue el grito inocente de un bebé. «Es mi hijo, que le toca baño», me comentó. Y es que en la vida, el trabajo –aunque sea el rock– no lo es todo.
–Antes de nada, ¿en qué te pillo trabajando estos días?
–Pues ahora mismo con el nuevo disco de Viva Suecia. Estamos haciendo los últimos retoques –la banda acaba de anunciar que ha finalizado las mezclas– y cuando salga, ya veréis. Va a ser el mejor disco del año, estoy totalmente seguro. Suena brutal. También estoy terminando un EP que va a sacar Tigres Leones con Petróleo, el grupo de Ignatius Farray, y trabajando con Luter, una banda de Madrid, y Supertennis, de Extremadura. En fin, estoy con varios frentes abiertos.
–Háblanos un poco de tu relación con los grupos de Murcia: Viva Suecia, Parade, Jump to the Moon, La Línea Roja, Kracauer, Glas… Creo que te sería rentable montar un estudio por aquí.
–(Risas) La verdad es que sí. Lo de Parade fue hace mucho tiempo, pero la verdad es que a raíz de Viva Suecia y de que 'Otros principios fundamentales' tuvo mucha repercusión, poco a poco, y a través de ellos, me fueron llamando muchas bandas murcianas, siempre afines a la música que hago. En la Región me siento muy a gusto. Es un sitio que, de siempre, he visitado mucho, porque también me dedico a hacer conciertos en directo como técnico de sonido y ya en mi época de Los Planetas y de Los Enemigos, hace 18 años o así, íbamos mucho a la Sala Gamma. Conozco a mucha gente de allí.
–¿Hay algún disco en el que estés trabajando que sepas que lo va 'petar'?
–El disco nuevo de Viva Suecia, sin duda. Estoy totalmente enamorado de él. Y al margen de los 'suecos', que ya son grandes, hay un grupo en Castellón, Novio Caballo, que deberíais estar muy atentos a ellos. De hecho, ya ha publicado dos 'singles' de adelanto y creo que van a funcionar muchísimo. Y L'Emperador, de Valencia, que terminé la producción con ellos hace unos meses. Supertennis es otra banda a seguir y los murcianos Kracauer, que a ver cuándo ponen fecha a su segundo LP, que será un discazo. Ha quedado brutal. Si bien es cierto que debo reconocer que soy poco objetivo, porque cuando me meto en un proyecto, como que me enamoro del grupo y de sus canciones y para mí siempre son los mejores. Aunque con Novio Caballo sí que estoy totalmente seguro que va a funcionar mucho.
–Me gustaría detenerme en Viva Suecia. Durante la grabación de 'Otros principios fundamentales', ¿eras consciente de algún modo de que estabais haciendo un LP que les llevaría hasta dónde se encuentran ahora, en lo más alto?
–Eso nunca lo sabes al 100%. Lo que sí ves, o lo que yo vi con ellos, es que era un grupazo. Además, la historia con ese disco es curiosa, porque primero me llamaron para hacer un EP, y me enseñaron 'A dónde ir', 'Hemos ganado tiempo' y otra canción que ahora no recuerdo. Pasamos al estudio de Antonio Illán, allí en Murcia, y cuando escuché 'A dónde ir', pensé que eso era un 'avión'. A ellos les gustaba la canción, pero tampoco te creas que la veían como un 'megahit'. Evidentemente, en ese momento no tienes la certeza de que todo, de repente, se va a disparar, pero lo que sí ves es que esas canciones son la hostia. No sabía hasta dónde iba a llegar la cosa, pero flipé. Y aunque la idea inicial era hacer un EP, empezaron a hacer más canciones y ya no han parado, porque son unos currantes. Es envidiable el nivel de trabajo y, por supuesto, de talento que tienen.
–Estos meses has estado trabajando en su continuación, ¿qué nos vamos a encontrar en el nuevo disco? ¿Crees que estará a la altura?
–No es que lo crea, es que lo sé. Está a la altura e incluso lo supera. Es en cierto modo Viva Suecia. Algo muy importante que debe suceder en un grupo es que pase a tener una identidad, y ellos ya la tienen desde hace tiempo. Y cuando escuchéis el nuevo disco, ya veréis que son ellos, con su identidad propia. Hay alguna cosa nueva a nivel de producción y de sonido, pero lo más importante son las canciones, y están ahí. Creo que superan a las del disco anterior, que ya era difícil. Es como que todas tienen algo. Hay muchos 'singles' y las que quizás lo son menos, tienen algo que te engancha. Y las letras de las canciones son increíbles, por todo lo que transmiten.
–Por cierto, el otro día me dijo Alberto Cantúa –guitarrista de Viva Suecia– que te preguntase cuántas vocales caben en la palabra 'rock' dicha por ti.
–(Ríe a carcajadas) ¡Qué cabrón! Es un cabronazo. Es que tengo un cachondeo sobre la gente que es así del rollo de 'amo el roooooooock' –el número de letras 'o' es aproximado– y 'viva el rooooooock', y que se lo toma como muy en serio. Es como una especie de coña que es continua cuando estamos juntos. Siempre estamos con lo del 'rooooock' y cuanto más lo exageres, mejor (risas).
–Dentro del estudio, ¿cómo es 'dirigir' a gente que 'a priori' no está muy acostumbrada a que le marquen el camino?
–Cada uno tiene su personalidad, como todos en la vida, y hay personas con las que es más sencillo trabajar, y con otras es más difícil. Tengo muy claro que trabajo con sentimientos, porque hay un señor en su casa que ha plasmado sobre un papel y sobre unos acordes de guitarra un sentimiento personal suyo, ya sea que quiere a su novia, que odia al mundo o lo que sea. Debo tener en cuenta que no soy nadie para manosear ese sentimiento. Por eso, intento siempre tener mucha mano izquierda y ver por dónde va la gente, y aportar todo lo que pueda. Evidentemente, a alguien que no se deja, no puedo coger una pistola y decirle que las cosas se hacen de tal manera, porque son sus canciones. Lo que sí me gusta, y eso se lo digo a todo el mundo, es probar y ver si funcionan las cosas o no. En resumen, intento siempre tener mucha mano izquierda y que las canciones, que al final son lo más importante, crezcan lo máximo posible.
El rock llevado al extremo
–¿Los clichés del rock and roll llegan hasta los estudios o lo del desenfreno y vivir al límite se quedan solo en el escenario?
–No, ¡qué va! A veces el personaje se come a la persona. Es respetable, pero es como que el personaje, el que debería quedarse en el escenario o frente a las cámaras, de repente se come a la persona y sigue con el 'rooooock' en su día a día y en todas partes (risas). Me parece cómico lo del rock llevado al extremo y por eso lo caricaturizo un poco.
–Además de tu labor en el estudio, también has trabajado mucho en los directos. Incluso, has dirigido la parte técnica de festivales como el FIB. ¿Te sientes más cómodo en un sitio o en el otro? ¿Sientes más presión al hacerte cargo de la grabación de un disco del que se espera mucho o durante un concierto donde no puedes equivocarte?
–Sinceramente, me siento a gusto en los dos sitios. De hecho, cuando no hay muchos conciertos, por ejemplo en invierno, y paso el tiempo fundamentalmente en el estudio, estoy como loco por que llegue la época de conciertos y festivales. Pero luego en verano, cuando llevo tres o cuatro meses haciendo conciertos a saco, y estoy ya un poco quemado, necesito un poco la tranquilidad del estudio. Me considero muy afortunado de trabajar en los dos entornos. Hay productores e ingenieros de sonidos que solo se dedican a una cosa u otra, pero a mí me gustaban las dos y he podido trabajar en ambas. Y respecto a la presión, considero que hay más en los discos. En los conciertos, salvo que sea una hecatombe, que es algo que no suele suceder, pasa bastante desapercibido si no he subido la voz lo suficiente al cantante en una parte o pruebo un efecto y no funciona del todo. Son cosas instantáneas. En el caso de un disco, es algo que quedará grabado para siempre y la responsabilidad es mayor.
–Has comentado alguna vez que el motivo que te llevó a dejar de trabajar con Los Planetas fue, básicamente, involucrarte de más con la banda sin llegar a sentirte del todo valorado. ¿Crees que esa experiencia te ha ayudado en tu carrera y te ha hecho guardar algo más las distancias con los grupos con los que trabajas?
–A nivel de enseñanza, los años que pasé con Los Planetas fueron la hostia. Aprendí muchísimo, especialmente a nivel de producción, de sonido y, básicamente, de todo. Es verdad que la ruptura no sucedió de la manera más idónea, y que coges cierto recelo durante una época, pensando 'a ver si este me va a hacer daño' o 'si esto va a volver a ser así'. Pero con el tiempo, lo dejas atrás, y me sigo metiendo a saco en todos los discos que hago. Estoy tan enamorado de mi curro que ahora mismo con Viva Suecia iría a donde sea y hasta cuando sea. Y si tenemos que darle 70.000 vueltas a la mezcla, se las damos. Y si tenemos que hacer cualquier cosa, pues se hace. Estoy muy enamorado de mi trabajo y de la música. Cada uno es cómo es y eso es muy difícil cambiarlo.
–Se podría decir que has vivido todo el fenómeno del 'indie' desde muy dentro, desde la época de Los Planetas. ¿Qué sensación te produce esta etiqueta? Porque también has trabajado con Sabina, Pereza, Leiva…
–Es cierto que hay una época en mi vida en la que decidí dejar de hacer grupos 'indies' y comencé a trabajar con Pereza y, después, con Leiva, pero sobre todo me he dedicado al 'indie'. Es una etiqueta, como muchas otras, para hablar de un determinado tipo de música, igual que se habla de música heavy de una forma muy genérica, cuando luego existen 100.000 grupos que hacen 100.000 cosas diferentes. No soy muy talibán en ese sentido. La verdad es que me siento muy identificado con el 'indie', menos durante la época en la que trabajé con Pereza y Leiva y, a través de ellos, con Sabina. Pero vamos, es la música que he escuchado durante toda mi vida y donde me muevo como pez en el agua. Es lo que me gusta.
–¿A qué grupo te gustaría producir alguna vez en la vida?
–Pues, no sé. Quizás a las Hinds, porque parecen unas chicas que lo tienen todo muy claro y son muy interesantes, pero creo que por los grupos con los que he trabajado no se emocionarían demasiado de trabajar conmigo (risas). Y me encantaría un grupo guiri, aunque quizás hablar de bandas como Interpol suene muy pretencioso.
–¿Por qué no?
–Ojalá, por supuesto. También soy muy fan de Weezer, pero son cosas tan lejanas, que prefiero centrarme en algo más factible. Lo dicho, me gustaría las Hinds.
–¿Y qué disco con mucha fama crees que tiene una producción… mejorable?
–¡Uf! Es difícil, pero si coges el 90% de los discos que se hicieron en los 80 en España, cualquiera (risas). Incluso grupos de los que soy fan y amigo, como Los Nikis. Sus producciones eran demenciales. En España pasó algo curioso, porque se venía grabando de una manera genial en las décadas de los 60 y 70 y, de repente, aparecieron determinadas máquinas infernales, como las baterías electrónicas y movidas así, y los discos de los 80 son terribles y suenan fatal.
–Ahora que hablas de Los Nikis, también has trabajado con Carolina Durante, que es el grupo de moda y que se encuentra a punto de publicar su primer álbum.
–Estoy encantado con ellos y trabajo como técnico de sonido en sus directos. Además, les he masterizado un par de EP. La verdad es que a ellos también me hubiera gustado producirles el disco, aunque lo ha hecho Bernardo Calvo, que es un pedazo de productor y técnico de Madrid. Muchas veces hay grupos que rápidamente pegan el pelotazo y luego vas a verlos en directo y te quedas superdesilusionado, porque no suenan nada, pero estos cabrones suenan que te cagas (risas). Hacen unos conciertos brutales y si siguen así, se van a comer el mundo. Al principio es verdad que eran cuatro colegas que se juntaron y formaron una banda, y sacaron varias canciones buenas, pero cuando los vi una vez en directo en un concierto de Los Punsetes, pensé que tenían que ensayar un poco más, y se lo dije. Pero, a los pocos meses, les hice otro concierto y me quedé helado. Y ya cuando llenaron dos noches la sala Ochoymedio de Madrid, me quedé de piedra. Hacía mucho tiempo que no veía a todo el público durante la hora y pico de concierto pegando botes como locos. Y ellos sonaron brutales. Son chicos que tienen la cabeza muy bien amueblada y se han puesto a tope con todo el tema de equipo técnico e instrumentos. Que nadie pierda la oportunidad de verlos este verano en cualquier festival.
–¿Vendrás con ellos al Warm Up de Murcia?
–Sí, estaré con ellos.
La picadura de una araña
–Y así, a bote pronto y que se pueda confesar, ¿qué vivencia con una banda en el estudio es la mejor anécdota que cuentas en tus reuniones de amigos?
–Es una chorrada, pero con L'Emperador, durante la grabación de su disco hace unos meses, me quedé a dormir en una casa de campo del cantante, y el segundo o tercer día me picó una araña en la pierna. Estuve acudiendo a Urgencias durante todos los días de la grabación porque se me puso aquello terrible. No me convertí en Spiderman de milagro (risas).
–Para finalizar, y por curiosidad, ¿cuál crees que es la sala de conciertos que mejor suena del país y el mejor estudio para grabar?
–La Sala Apolo de Barcelona, sin duda. Desde la prueba de sonido, aquello lo tienes dominado, y en cuanto entra la gente, suena muy bien. Y de estudios, en el mío, por ejemplo, solo mezclo, así que trabajo mucho en el Estudio Uno, en Madrid. Allí me encuentro muy a gusto. Y en Murcia, en el de Antonio Illán, MIA Estudios. Cualquiera que lea esto y quiera grabar un disco, le recomiendo que vaya a ese. Es cómodo, superagradable y con una escucha chula.