Los discos que más han marcado a la escena musical actual
Cantantes, músicos, productores, periodistas y jefes de sellos discográficos revelan cuáles son los álbumes de la historia (Nirvana, The Cure, Radiohead, Queen, Weezer, Fugazi, Bon Iver…) que más les han inspirado o impactado en sus vidas. Con opiniones de Vetusta Morla, Lori Meyers, Nada Surf, La M.O.D.A., Toundra, Viva Suecia, Rufus T. Firefly, Carolina Durante, Belako, Second, Delaporte, Enric Montefusco, Carlos Hernández, Manuel Cabezalí, Raúl de Lara, Virginia Díaz, Álvaro Benito, Carlos Galán, Anni B Sweet, Alice Wonder, St Woods…
Una de esas reflexiones llenas de sabiduría que nos regaló el escritor argentino Jorge Luis Borges es que «uno llega a ser grande por lo que lee y no por lo que escribe», lo que en el terreno musical equivaldría a lo que escucha. Existen muchos discos que han marcado la historia de la música, y a las bandas que han surgido en cada década. En ‘Alternavivo’ aprovechamos cada entrevista para conocer esa colección de canciones que supuso un antes y un después para los cantantes, músicos y productores, fundamentalmente del indie y rock alternativo (aunque también hay hueco para otros estilos: electrónica, pop, música clásica, jazz, folk…) con los que hemos tenido la oportunidad de charlar y que luego de alguna forma se ha visto reflejada en su propio trabajo o, directamente, a la hora de tomar la decisión de dedicarse a la música en estos tiempos que corren.
Y aunque ya dimos a conocer las respuestas de algunos de los entrevistados en anteriores capítulos, recopilamos las más destacadas, junto a otras muchas nuevas (este reportaje contiene un 67% de material nuevo) para averiguar cuáles son los discos que forman parte de su ADN musical, y también emocional.
En el caso del líder de L.A., Luis Albert Segura, auténtico coleccionista de todo lo relacionado con The Beatles, la elección era evidente, aunque de toda su discografía, una decisión siempre difícil para cualquier fan del cuarteto de Liverpool, se queda con ‘Rubber soul’ (1965), al igual que otro ilustre como Alex Turner, por ejemplo, un disco que ha elegido anteriormente en diversos cuestionarios rápidos como ‘el que se llevaría a una isla desierta’, ‘el que salvaría si su casa se incendia’ e, incluso, ‘con el que le gustaría que le enterraran’. «Mi vida la cambió esta banda», asegura.
Esa relación especial entre The Beatles y Luis Albert Segura va un paso más allá con Toundra y Led Zeppelin. La banda española de postrock instrumental tituló sus cuatro primeros discos con numeración romana en claro homenaje a la obra de Robert Plant, Jimmy Page, John Paul Jones y John Bonham, y cuando llegó al quinto, optó por ‘Vortex’, en lugar de ‘V’, porque, como confiesa Esteban Girón, «ellos dejaron de hacerlo con ‘IV’, pues nosotros también. No puedes ser más que Led Zeppelin». Y aunque elegir entre sus discos es complicado, en su opinión ‘Led Zeppelin IV’ (1971) es el mejor, desde la primera canción hasta la última ( ‘Black dog’, ‘Rock and roll’, ‘Stairway to heaven’, ‘When the levee breaks’…).
Aunque Xavi Pereiro, batería de Novedades Carminha, se inclina por el primero (‘Led Zeppelin’, 1969), donde se encuentran otros temas que tampoco se quedan atrás, como ‘Good times, bad times’, ‘Babe I'm gonna leave you’, ‘Dazed and confused’ y ‘Communication breakdown’. Difícil decisión, sin duda. Esteban Girón también añade a la lista ‘Daydream nation’ (1988) de Sonic Youth, un doble LP que considera de los mejores de la historia.
La década que cambió el indie rock
Obviamente, The Beatles y Led Zeppelin marcaron tendencia e inspiraron a incontables bandas en todo el mundo. A Javier Vielba, de Arizona Baby, Corizonas y en solitario como El Meister, el disco que verdaderamente marcó su estilo es el ‘MTV Unplugged in New York’ (1994) de Nirvana. «Es una banda que cambió el panorama de la música rock internacional y nos dio a muchos la idea de que se podía hacer rock no solo con guitarras eléctricas, sino también con las acústicas», expone.
En una línea similar, el disco que introdujo a Enric Montefusco en el hardcore (con el que se inició en Standstill) no fue otro sino el mítico ‘Repeater’ (1990) de Fugazi, que llegó a vender en su momento dos millones de copias en todo el mundo y que cuando salió publicado, pese a no ser un éxito inmediato, supuso un soplo de aire fresco dentro de la escena hardcore de la época (se habla de que es posthardcore), que sirvió de antesala al grunge.
El que llevó a Juan Blas (Minor Empires, Caboverde…) a coger por primera vez la guitarra y juntarse con los amigos del instituto para formar un grupo musical en un garaje (nada menos que Nothink) fue el mítico ‘Dookie’ (1994) con el que irrumpió en el panorama musical Green Day y puso de moda el pop-punk. Aunque el que hizo que se interesara por el mundo de la producción se trató de otro mucho menos conocido, ‘Echo Park’ (2001), el disco con el que alcanzó el éxito Feeder, una banda inglesa que combina pop y rock con unas guitarras ruidosas. «Me abrió un poco las miras en cuanto a probar sonidos diferentes y lanzarme a grabar discos y producirlos», revela.
Para Álvaro Benito, un verdadero apasionado de todos los clásicos de los 90 como Nirvana, Smashing Pumpkins, Green Day, Soundgarden y Pearl Jam, el «punto de inflexión» se produjo con el ‘Nevermind’ (1991), el disco que cambió su «gusto musical» para siempre. «Tendría 13 o 14 años y a partir de ahí empecé a profundizar más en el rock», recuerda el exfutbolista del Real Madrid, comentarista deportivo en numerosos medios y cantante de Pignoise.
Algo parecido le sucedió a Santi García, productor y dueño de uno de los mejores estudios de grabación del país, Ultramarinos Costa Brava, por donde han pasado bandas como Toundra, La M.O.D.A., Cala Vento, Delorean, Adrift, Berri Txarrak, Viva Belgrado, Exquirla y Standstill, gracias al ‘Red medicine’ (1995) de Fugazi: «Hasta entonces escuchaba punk rock clásico, hip hop y la música comercial que pinchaban en la radio. Pillé esa cinta pensando que sería rollo Minor Threat –de los que era muy fan– y me voló la cabeza. A partir de ahí empecé a entender la música (y todo lo que la rodea) de manera distinta».
Y hablando de los 90, no podía faltar una pequeña referencia al britpop. Para Sean Frutos, de Second, descubrir ‘Coming up’ (1996) de Suede fue uno de sus puntos clave como cantante y letrista. «En 1996 era todavía novato en la composición musical y recuerdo que me impactó este disco, cargado de historias urbanas y marginales, nervio, guitarras afiladas y melodías, para mí, brillantísimas y novedosas hasta entonces. Venía de escuchar música grunge, y nuestros comienzos iban un poco por ese camino, pero fue descubrir a Bowie, Suede, Pulp…, y ya no hubo vuelta atrás. Decidimos ir más por el sendero de la música británica». No obstante, asegura que elige este disco porque fue el que le hizo indagar tanto en los anteriores trabajos de Suede como en los de otras bandas afines. «La canción ‘Trash’ es fuerza. ‘Saturday night’ (con su videoclip en el metro londinense) es belleza. La elegancia y la rabia me han perseguido, como obsesión, desde este hallazgo musical», detalla.
Azul o verde
Uno de los grandes productores, e ingenieros de sonido en directo, del país, Carlos Hernández (Los Planetas, Viva Suecia, Triángulo de Amor Bizarro, Carolina Durante…), revela que para él hubo un antes y un después cucando escuchó el debut de Weezer, el conocido como ‘Blue album’ (1994). ¿Por qué? «Por las canciones, la producción de Ric Ocasek y el sonido en general, incluyendo el uso brutal del Microsynth en bajo y guitarras, la voz, los coros… No hay nada que baje del 9,5 en ese disco», alaba. Y algo todavía más importante para él: «Y significó que se podía hacer un disco de zurra máxima, pero totalmente comercial.... Mi sueño».
Weezer, sin duda, fue uno de esos grupos que derribaron la frontera entre lo alternativo y lo ‘mainstream’. Jorge Pérez, cantante de El Verbo Odiado, también destaca como prototipo de producción ejemplar su ‘Green album’ (2001), del que destaca su «aparente simplicidad», porque lo que hicieron muy bien la banda y su productor (Ric Ocasek, de nuevo, tras el paréntesis de ‘Pinkerton’) fue «prescindir de todo lo innecesario» y «encumbrar» lo realmente importante en solo 28 minutos y 34 segundos: la pegada y los ‘breaks’ de Patrick Wilson a la batería, «la potente dulzura de la distorsión en las guitarras y unas melodías que acostumbran a llorar dentro de la luz en la voz de Rivers Cuomo». «Muchas veces menos es más, aunque sea complicado lograrlo», resalta. Pero Carlos Hernández insiste: el ‘Blue album’ es mejor. «El ‘Green’ también es un disco increíble, pero solo cambian las canciones, que son temazos. Toda esa novedad, frescura y ese todo... El inicio es el ‘Blue’», concluye.
Para Paco Román, de Neuman, ‘A day at the races’ (1976) de Queen, es uno de los discos más importantes de su vida y para el rock en general, aparte del ‘Bakesale’ (1994) de Sebadoh, otro de sus preferidos y que siempre pondera en las entrevistas. Tampoco se queda atrás Jeff Buckley, quien para Rafa Val (Viva Suecia) es «el mejor cantante de la historia», tanto por su voz como por «la manera en que transmitía», y ‘Grace’ (1994), el disco que cambió su vida.
Precisamente, una de las mejores voces del país, Carolina de Juan, Nina, de la banda madrileña Morgan, se empezó a interesar en la música y en cantar gracias a Fiona Apple y su ‘Tidal’ (1996). En el caso de Anni B Sweet, su inspiración llegó con uno de los grandes discos de la historia, ‘The Wall’ (1979), de Pink Floyd, del que «nunca» se cansará y del que alguna vez ha comentado que se imaginaba cantando en el coro de niños de ‘Another brick in the Wall (part II)’ y destaca temas como ‘Confortably numb’.
El primer disco que me compré
Maryan Frutos (KUVE) se obsesionó cuando solo tenía 10 años con el ‘Version 2.0’ (1998) de Garbage, con el que la banda norteamericana ratificó las buenas sensaciones que ya dejó en su estreno tres años antes. «Fue el primero de rock alternativo que escuché en profundidad y la voz y personalidad de Shirley Manson me encandilaron desde el minuto uno. Me encanta porque es un disco oscuro y luminoso a la vez. Sin duda, una referencia para mí», detalla. Para Jorge Martí, cantante de La Habitación Roja, ese disco no es otro que ‘The queen is dead’ (1986) de The Smiths, «al que siempre acabo volviendo en busca de consuelo o inspiración y del cual nunca me canso. Me hice con él en el verano de 1986, año en el que terminé la EGB y empecé el Bachillerato. Fue el momento de la indeleble transición adolescente con la que dejé definitivamente atrás mi niñez, abrazando la música como uno de los pilares fundamentales de mi vida, entre los cuales este disco brilla con fuerza y sigue a día de hoy desprendiendo una luz que sé que nunca se apagará».
Y es que en ocasiones ese recuerdo especial por un LP viene por tratarse del primero que compramos. Es el caso del CEO de Subterfuge, Carlos Galán, el gran impulsor de las carreras de bandas como Dover, Australian Blonde, Mercromina, Los Fresones Rebeldes, Fangoria y Marlango, quien con 11 años descubrió el «placer inmenso de entrar a una tienda de discos y escarbar por las cubetas». Ese día encontró ‘Reggatta de Blanc’ (1979), de The Police, del que asegura que todavía le chifla, lo que no es de extrañar, porque incluye temas como ‘Message in a bottle’.
El productor y músico Paco Loco (Australian Blonde, Triángulo de Amor Bizarro, Hinds, Neuman, Lori Meyers, Enrique Bunbury, The Posies, Nacho Vegas, Sexy Sadie…), tal y como reveló en su libro ‘Cómo no llevar un estudio de grabación’, lo hizo con 13 años, aunque eligió a Lou Reed y su ‘Coney Island baby’ (1976), guiándose más por «las pintas» del cantante neoyorkino y las portadas de las revistas de la época que por lo estrictamente musical. Aunque reconoce que le gustó tanto que se compró todos sus discos.
‘A night at the opera’ (1975) se convirtió en el primer disco de Sandra Delaporte, del que dice que es el que más ha escuchado a lo largo de su vida y con el que definitivamente decidió que se tenía que «dedicar a la música y a hacer canciones». Pero el álbum que más le «voló la cabeza» y le condujo hacia la electrónica se trató de ‘In colour’ (2015), el debut en solitario de Jamie xx (de la banda The xx). Para la otra mitad de Delaporte, Sergio Salvi, ese álbum (EP, para ser más precisos) que le introdujo en el género fue el mítico ‘Come to daddy’ (1997) de Aphex Twin, del que elogia que se trataba de «una electrónica que no era necesariamente de baile, sino de escucha y experimentación».
Y aunque puede que no sea el primero, el periodista Santi Carrillo, director de ‘Rockdelux’, siempre dice que el disco que más le gusta es el ‘What's going on’ (1971) de Marvin Gaye, porque el artista norteamericano se encontraba en lo más alto, venía de ser el protagonista de la época dorada de la Motown, y «canta mejor que nunca», pero además refleja todo el clima de cambio social en Estados Unidos a partir de la Guerra de Vietnam y aborda temas como el racismo, «con un mensaje unitario de paz que quizás puede quedar un poco naíf, pero que en aquel momento fue muy significativo porque se hizo cuando todavía no eran habituales los álbumes conceptuales con compromiso social».
De hecho, el periodista Fernando Navarro, de ‘El País’, dedicó recientemente al LP un artículo por su 50 aniversario, con adjetivos como «colosal», «imperecedero» e «hipnótico», aunque su elección personal siempre será el ‘Born to run’ (1975) de Bruce Springsteen: «Me descubrió el rock ‘n’ roll en todo su esplendor. Fue un orgasmo de aventura e historias en búsqueda de una identidad en plena adolescencia». El también periodista musical Fernando Neira, colaborador de ‘El País’ y del programa radiofónico ‘Hoy por hoy’, opta por ‘Tubular Bells’ (1973), de Mike Oldfield, o ‘Moondance’ (1970), de Van Morrison, «según el día que me preguntes». Sus motivos, que el primero le creó «esa sensación de no haber escuchado nunca nada parecido», mientras que el segundo le sigue provocando «lágrimas de emoción» y «unas ganas irrefrenables de cantar (incluso no demasiado bien)».
Cuando vienen las musas
Los grandes álbumes, obviamente, suelen ser buena fuente de inspiración. Manuel Cabezalí (Havalina, Zahara…) considera ‘Disintegration’ (1989) de The Cure como su «disco de cabecera», es decir, «aquel al que muchas veces acudo cuando necesito inspiración». Y lo es porque, en su opinión, la banda de Robert Smith demostró al mundo que se podía hacer un LP de éxito con «canciones preciosas de 7-8 minutos», con ‘intros’ largas y sin prisas. «Para mí es insuperable; música hermosa, sincera y desligada de todas las presiones de la industria», ensalza el compositor, instrumentista y productor.
El último LP de Belako se inspiró en buena medida en The Flaming Lips. El batería Lander Zalakain reconoce que se fijaron a nivel de producción en ‘The soft bulletin’ (1999), porque sabe combinar sonidos orgánicos o sucios con otros más electrónicos y, ante todo, tiene detalles sonoros y de producción muy curiosos que demuestran mucha personalidad y que es un grupo que trata de ser «original y no copiar a nadie». Y tanto él como Cris Lizarraga y Josu y Lore Nekane Billelabeitia señalan que otros «discos obligatorios» son ‘Animals’ (1977) de Pink Floyd; el recopilatorio ‘ABBA Gold’ (1992) de ABBA; Wish (1992) de The Cure y el ‘In Utero’ (1993) de Nirvana… «Tenemos gustos que son supervariopintos y amplios», recuerda Zalakain.
El de ABBA no es el único recopilatorio de la lista, ya que Susana Alva, cantante de Efecto Mariposa, señala que si solo puede elegir un álbum entre tantos que le gustan o le han marcado, ese sería ‘The Platinum collection’ (2005) de David Bowie. «Quedarme con uno solo de él es imposible y cuando me compré ese disco, fue una época en la que no podía parar de escucharle», defiende.
Para Víctor Cabezuelo (Rufus T. Firefly), ‘OK Computer’ (1997) no solo es una de las obras maestras del siglo pasado, sino que es el disco que más ha escuchado y del que más ha aprendido, «sobre todo a nivel de producción, sonorización y de armar las canciones con capas y que no sean solo planos sencillos, sino que haya muchas cosas detrás». Por la misma banda, aunque distinto trabajo discográfico, se decanta Guille Galván, de Vetusta Morla, quien asegura que ‘Kid A’ (2000) supuso un ejercicio estético y musical que, «sorprendentemente», funcionaba muy bien en los conciertos. «Cuando lo escuché, lo primero que pensé es que en directo lo mismo se atragantaba un poco. Pero aquella gira fue bestial, en sitios grandes y los temas funcionaban como un cañón. Creo que es un disco brillante que ha envejecido genial y que suena muy moderno 20 años después», destaca el guitarrista de la banda madrileña.
Su compañera en la canción ‘La apuesta’, Alice Wonder, ha mostrado siempre su predilección por la música de Bon Iver, del que elige tanto ‘Bon Iver’ (2011), como ‘For Emma, forever ago’ (2007) como sus favoritos. «Hace lo que quiere todo el tiempo», alaba. Además, recuerda con especial cariño su concierto en el WiZink Center de Madrid en 2014 porque logró que todo el mundo se quedara en silencio: «Nadie cantaba, solo querían escuchar». Y Daniel Lorca, bajista de Nada Surf, siempre rememora cuando la banda participó en un disco tributo a Iggy Pop (‘We will fall’), en el que contribuyeron con una versión de ‘I’m sick of you’, porque los dos primeros discos de The Stooges (‘The Stooges’, 1969; y ‘Fun house’, 1970) son todo un referente para él, de los que hay que escuchar de principio a fin. Y la música de Sôber no hubiera sido la misma sin la aparición de Tool, una banda de la que Carlos Escobedo resalta que ‘Undertow’ (1993), su ópera prima, «marcó un antes y un después» para él.
‘Made in Spain’
También hay muchos músicos que declaran su amor incondicional por el producto nacional. Es el caso del cantante de La M.O.D.A., David Ruiz, quien considera que ‘BSO 1999-2000’ (2000), de Nuevenoventaicinco, es el disco con letras en castellano que más le ha gustado y «de lo mejor que se ha hecho en este país», como lo es el ‘Super 8’ (1994) de Los Planetas, con el que Nando Besada, bajista de Nunatak, aprendió a tocar y que es uno de los debuts más importantes y de los discos más influyentes en el indie nacional.
Willy Bárcenas (Taburete) apuesta por ‘La ley innata’ (2008), el que muchos consideran mejor trabajo de Extremoduro (de que es el más sorprendente, no hay ninguna duda). Y su antiguo ‘archienemigo’ (ya no hay pique ni ‘beef’ ni ‘ná’ entre ellos), Diego Ibáñez, vocalista de Carolina Durante, asegura que ningún otro disco le ha marcado más en su vida que ‘Una montaña es una montaña’ (2012), de Los Punsetes, un grupo que lleva incluso tatuado en la clavícula y con el que en alguna ocasión se ha subido al escenario.
En el caso de Pablo Sánchez, cantante de La Raíz y ahora de Ciudad Jara, se queda con ‘Línea de fuga’ (2000), de Hechos contra el Decoro, mientras que Rodrigo Cominero (Sonograma, Viva Suecia…), con ‘Adelante Bonaparte’ (2010) de Standstill (y añade ‘Run fast sleep naked’ de Nick Murphy –2019–, el más contemporáneo de todo el artículo); y Aitor Velázquez (Hora Zulú) elogia ‘Revolución’ (1985) y ‘En directo’ (1989) de La Polla Records (y también agrega otro internacional, ‘40oz. to Freedom’ –1992– de Sublime, del que dice que escuchó con una edad que le marcó).
Y como una de las voces más representativas del indie nacional en la radio y la televisión, la periodista Virginia Díaz (‘180 grados’ de Radio 3 y ‘Cachitos de hierro y cromo’ de La2) reconoce que le resulta muy difícil elegir un disco favorito, pero cuando lo piensa, el que siempre le viene a la cabeza es el ‘Little heart attacks’ (2004) de los añorados The Sunday Drivers.
Libertad creativa
Son la excepción, porque la mayoría se decanta por los grupos de fuera de nuestras fronteras, con los que en ocasiones existe una fijación especial, como es el caso de Aleix Turon (Cala Vento) con Arctic Monkeys, desde incluso su primera banda, Hot Penguins, en la que tocaban versiones de los de Alex Turner. Su preferencia personal no es la más evidente, ya que elige ‘Favourite worst nightmare’ (2007) por delante de ‘AM’ y ‘Whatever people say I am, that’s what I’m not’.
Adrián Gutiérrez, de Nunatak, siente una conexión especial con los islandeses Sigur Rós desde que escuchó una canción suya por primera vez hace más de 20 años, siendo ‘Ágætis byrjun’ (1999) su favorito por su delicadeza y originalidad (no solo por el hecho de cantar en un idioma inventado, sino por los arreglos musicales y texturas) sin parangón. Su compañero de banda Álex Martínez (batería) declara su amor incondicional por ‘The boy with no name’ (2007), pese a que no es ni mucho menos de los discos más famosos (y probablemente mejores) de los escoceses Travis.
Una de las aportaciones más curiosas es la de Antonio López, ‘Noni’, de Lori Meyers, que reivindica el ‘Walk away Renée/pretty ballerina’ de The Left Banke (1967), «un grupo que no ha sido muy conocido y, como mis adorados Los Ángeles, creo que tenían las mejores armonías vocales que escuché nunca». Curiosa, pero no sorprendente, puesto que siempre ha reconocido que ‘Desayuno con diamantes’, del disco ‘Hostal Pimodán’, homenajea esos rasgos barrocos característicos de The Left Banke.
Más allá de excepciones raras como el ‘Vonlenska’ y el ‘Hopelandic’ de Sigur Rós, el inglés sigue siendo el idioma dominante en la música (aunque cada vez menos, con la irrupción del k-pop asiático y la mayor presencia de la música latina), y el cantautor folk St Woods nunca olvidará el día en que su profesor le mandó como deberes traducir la letra de una canción del disco ‘Hopes and fears’ (2004) de Keane. Desde aquel momento empezó a «engullir» los libretos de los álbumes para entender lo que decían. «Tuve la suerte de que su gusto musical era tremendo», bromea. Y remata: «‘Somewhere only we know’ es simplemente atemporal».
Jesús Cobarro, de Noise Box, Increíbles Ful y que acaba de arrancar un proyecto en solitario como Cobarro, nunca duda cuando le preguntan qué disco le hubiera gustado haber grabado: 'Mellon collie and the infinite sadness' (1995) de The Smashing Pumpkins. «Siempre me ha encantado la forma en que las guitarras envuelven a la voz de Billy Corgan, haciendo que la banda suene enorme», argumenta. Un disco doble de los de Chicago que también es el más valorado por el músico, productor e ingeniero de sonido Raúl de Lara (Second, Varry Brava, Noise Box, Neuman, Izal, Nunatak…). «Fue con el que comprendí que una banda no tiene que trabajar para su propia marca, sino que puede realizar varias expresiones artísticas en un mismo disco y así poder alcanzar la libertad creativa y la madurez que han conseguido históricamente otros artistas no solo en la música, sino también en cualquiera de las artes», expone.
Según su cantante, Rodrigo Caamaño, algunos de los discos de referencia de la historia del rock y de la electrónica, nacionales e internacionales, para Triángulo de Amor Bizarro, haciendo como siempre gala de influencias más que diversas, son ‘Tago Mago’ (1971) de Can, ‘Radioaktivität’ (1975) de Kraftwerk; tres homónimos como ‘Suicide’ (1977) de Suicide, ‘The United States of America’ (1968) de The United States of America y ‘Neu!’ (1972) de Neu!, además del ‘Loveless’ (1991) de My Bloody Valentine, ‘Una semana en el motor de un autobús’ (1998) de Los Planetas y el grandísimo e incomprendido, para muchos, ‘Omega’ (1996) de Enrique Morente y Lagartija Nick.
Y para que no todo quede en casa, al cantautor australiano Didirri le encanta ‘Hounds of love’ (1985), de Kate Bush, porque «la mejor música viene del aislamiento» y ese disco es, para él, el «epítome, y no teme explorar las profundidades de ese sonido».
¿Y si fuera una encuesta?
Los datos (aunque no se trataba ni mucho menos de una encuesta del CIS) dejan bien claro que el periodo preferido por los músicos (encuestados) es el de los años 90 (hasta 27 menciones), especialmente 1994 (6), año en el que falleció Kurt Cobain, al coincidir con la adolescencia de muchos de ellos y por ser cuando un elevado número de grupos notables irrumpieron en el panorama musical (y eso que solo se ha hecho una referencia al britpop) y otros publicaron sus obras cumbres y marcaron una época, sin olvidar otras décadas brillantes para la historia como los 70 y los 80, especialmente para los más veteranos, y la presencia casi anecdótica de los 60 (aunque siempre nos quedarán The Beatles).
Y lo que parece todavía más evidente es que el siglo XX supera ampliamente al nuevo milenio (apenas trece menciones a discos hechos en los últimos 20 años), en el que cada vez se impone más la filosofía de Spotify de publicar canciones continuamente (en lugar de grabar un disco cada dos o tres años). Quizás eso se debe a que la música, como todo, debe tener un poso en el tiempo, y muchas de las semillas que se sembraron el siglo pasado, cuando el LP gozaba de mejor salud, siguen recogiéndose en la actualidad, porque son discos que continúan impactando varias generaciones después. Ahora la música es cada vez más universal, pero también efímera.