Estrellas del rock que tocan instrumentos distintos a los que les hicieron famosos

 
Fotograma del minidocumental ‘Play’ de Dave Grohl, en el que toca diversos instrumentos durante 23 minutos.

Fotograma del minidocumental ‘Play’ de Dave Grohl, en el que toca diversos instrumentos durante 23 minutos.

 

Muchos músicos han exhibido estos últimos años su talento como multiinstrumentistas, como cuando Flea improvisa con la trompeta, Trent Reznor emula a David Bowie con el saxofón, guitarristas de la talla de Jack White y Josh Homme marcan el ritmo con la batería, Jonny Greenwood y St. Vincent experimentan con las ondas Martenot y el theremín, y Mike Patton demuestra que es mucho más que una gran voz


Tocar la guitarra, el bajo o la batería no es suficiente para muchos músicos, que han cambiado su rol habitual sobre el escenario y han salido de su zona de confort en otras bandas o en sus propios proyectos probando nuevos instrumentos, algunos incluso pocos habituales en el mundo del rock. Existen muchos multiinstrumentistas que han mostrado su talento tocando dos al mismo tiempo, como cuando Jonny Greenwood, de Radiohead, usa el clavijero de su guitarra para hacer sonar el teclado a la vez que sus punteos en ‘Street Spirit’, o cuando algunos genios graban toda la música de un disco sin necesitar a nadie más, como por ejemplo Prince en su primer álbum, ‘For you’, en el que se encarga absolutamente de todos los instrumentos, hasta un total de 27 (guitarras, bajo, teclados, batería, percusión…), aparte de componer las canciones y ser el responsable de la producción, o Phil Collins en ‘Both sides’.

Muchos reconocidos guitarristas, bajistas, baterías o cantantes se han atrevido a hacer algo diferente en directo (o en el estudio) en otras bandas por experimentar una nueva experiencia, o innovar en su propia música. Y, especialmente, instrumentos que son muy diferentes entre sí, ya sea porque de niños se iniciaron en ellos, como el saxofón o la trompeta en una academia, o cuando ya eran famosos decidieron emprender un nuevo reto musical y se atrevieron con algunos que parecen de otro mundo, como el theremín, las ondas martenot y el autoharpa.

Así, uno de los más grandes guitarristas de la historia y de los mejores creadores de riffs, Jimmy Page, también es famoso por usar en directo, en temas como ‘Whole lotta love’ y ‘The song remains the same’, una variación del theremín (más simple y manejable), uno de esos instrumentos sacados de otro planeta y que se toca con movimientos de la mano a través del aire, siendo el único que no necesita ningún tipo de contacto directo. El usado por Page habitualmente es un Sonic Wave, que conectaba a su amplificador de guitarra para hacer los efectos clásicos de sus extensísimos solos, que tan bien combinaban con los gritos y gemidos de Robert Plant.

 
 

Pero no hace falta irse a esos extremos. «Le puedes dar un ukelele y él lo hará sonar como un Stradivarius». Eso dijo el productor Bob Ezrin sobre David Gilmour tras trabajar con él en el disco ‘The Wall’ de Pink Floyd. Lo cierto es que su estilo como guitarrista, con sus famosos ‘bendings’, es único, lo que le ha hecho protagonista de algunos de los mejores solos de la historia de la música, como los de ‘Comfortably numb’ y ‘Money’. Y aunque realmente no es tan bueno con otros instrumentos, Gilmour, ya pasados los 50, aprovechó que su hijo empezó a aprender saxofón en una academia para también recibir clases privadas de su profesor. Se estrenó con el instrumento en su disco ‘On an island’, en 2006.

 
 

Y es que, con uno de los mejores legados musicales y casi tantas reinvenciones (estéticas y artísticas) como discos publicados, no todos saben que el primer instrumento que David Bowie aprendió a tocar fue, precisamente, el saxofón, con 12 años, antes incluso que la guitarra o el piano, que incorporó en su música en diferentes canciones como en ‘Changes’, en el que se encargaba de todo el acompañamiento y del solo del final, y que también tocó en directo en ocasiones puntuales.

Otras leyendas como Paul McCartney, John Paul Jones (bajo, teclados… y violín), Brian Jones, Mike Oldfield, Stevie Wonder, Brian Wilson, Todd Rundgren y Prince (habituales de este tipo de listas) han demostrado durante décadas sus grandes capacidades como multiinstrumentistas, pero otros músicos han cogido ese testigo desde la década de los 90 y, especialmente, durante el siglo XXI, como Dave Grohl, Mike Patton, Kevin Parker, Flea, Jack White, Jonny Greenwood, St. Vincent, Trent Reznor, Matt Bellamy, PJ Harvey, Josh Homme y Jonathan Davis, la mayoría de ellos con estatus de estrellas del rock (aunque algunos sean más camaleónicos y versátiles que otros); y también hay que incluir a una de las artistas más prometedoras del panorama musical, Tash Sultana.

 
 

Dave Grohl (de la batería a la guitarra, el bajo, los teclados… y cantante)

 
 

El mejor ejemplo de multiinstrumentista es Dave Grohl, principalmente por su pasión y ganas de aprender más que por la habilidad, virtuosismo o talento innato. Parece que no era suficiente con haber sido el batería de una de las bandas más grandes de la historia, Nirvana, y cantante y guitarrista de otra a punto de ingresar en el Salón del Fama del Rock and Roll, Foo Fighters, y en 2018 publicó un minidocumental, titulado ‘Play’, que consistía en una ‘jam session’ de 23 minutos en la que toca absolutamente todo: guitarras (acústica y eléctrica), bajo, batería, teclados, sintetizadores, vibráfono, timbales y otros instrumentos de percusión.

En el vídeo aparecen hasta un total de siete versiones de Grohl (incluso permite ver a cada uno de forma individual) y es toda una virguería que la canción haya sido interpretada en su totalidad por él, cada vez con un instrumento distinto, teniendo que empezar desde el principio cada vez que cometía un error o no quedaba contento con el resultado. El proyecto nació, de hecho, tras ver a sus hijas en la academia aprendiendo a tocar un instrumento o a cantar.

No obstante, en unas declaraciones recientes en su programa ‘From Cradle to Stage’ (una producción de Paramount+ en la que se aborda la relación entre los músicos y sus madres), admite que, desde la época de Nirvana, no puede leer música. «No podía hacerlo entonces y tampoco puedo ahora». Incluso, pone en duda sus habilidades con las baquetas: «Parad de decir que soy un buen batería, porque soy el puto batería más jodidamente básico». Y reconoce que para los ritmos del disco ‘Nevermind’ se dedicó a «plagiar» lo que sonaba en la música disco. Pero lo que hace diferente a Grohl respecto a otros es su energía y potencia al tocar. De eso no hay duda.

Mike Patton (de cantante a genio musical y compositor de bandas sonoras)

 
 

Poco se habla de Mike Patton para lo que se debería. Aunque alcanzó la fama al convertirse en el cantante de la banda Faith No More en 1988, con los que hasta el segundo disco tras su incorporación, ‘Angel dust’, se limitó a la parte vocal y no participó activamente en la composición, se trata de un músico inquieto que a lo largo de toda su carrera ha estado siempre en constante movimiento y ha formado parte de numerosos grupos, de todos los estilos posibles (desde el metal al jazz, pop italiano, trip hop e incluso rap), en los que solo hay un denominador común: su talento y su deseo irrefrenable de satisfacer sus inquietudes artísticas. Y es que no es lo mismo Faith No More que Mr. Bungle, Fantômas, Dead Cross, Tomahawk, Peeping Tom, Nevermen, Lovage y así hasta más de 20 formaciones que ha fundado o artistas y bandas con las que ha colaborado (como Björk, Sepultura, el saxofonista John Zorn, el pianista Uri Caine y The Dillinger Escape Plan), por no hablar de sus locuras en solitario, como versionar clásicos de la canción italiana de los años 50 y 60 en ‘Mondo Cane’, y la composición de bandas sonoras (‘Crank: High Voltage’, ‘Cruce de caminos', ‘La soledad de los números primos’...).

 
 

Porque no solo se trata uno de los mejores cantantes de la historia del rock, capaz de abarcar más de seis octavas con su voz (superando a Axl Rose, David Lee Roth y Corey Taylor, según la clasificación que hizo VVN Music), gracias a su enorme versatilidad, sino que también es un gran multiinstrumentista, aunque sobre el escenario suela aparecer simplemente con un micrófono, muchos cachivaches para los efectos o simplemente tocando los sintetizadores. Lo ha hecho sobre todo para sus bandas sonoras, algunas con sorprendentes arreglos orquestales. Mike Patton es el mejor ejemplo de que nadie puede ser un genio sin una cuota de locura, que en su caso es atrevimiento.

Kevin Parker (de la batería a grabarlo todo en los discos)

 
 

Kevin Parker es Tame Impala. Desde sus inicios con el rock psicodélico (con un sonido retrofuturista, que dicen algunos) a unos últimos trabajos que coquetean con la electrónica y el pop más ‘mainstream’, el australiano es uno de los referentes actuales de la industria, lo que le ha llevado a trabajar con Lady Gaga, Mick Jagger, Kanye West y Mark Ronson o que Rihanna se apropie de una de sus canciones (el ‘Same old mistakes’ del álbum ‘Currents’ se convirtió en ‘Same ol’ mistakes’ en un disco de la cantante de Barbados).

Ya en el debut de Tame Impala, ‘Innerspeaker’, Parker se encargó de la producción y grabó prácticamente todos los instrumentos, excepto algunas partes de guitarra y de batería, algo que ha repetido en los siguientes trabajos, cada vez acaparando más protagonismo hasta ser el responsable de todo lo que suena en los dos últimos, ‘Currents’ y ‘The slow rush’. Pero antes de triunfar con Tame Impala, y aunque sea más reconocido como guitarrista y un enamorado de los pedales y los efectos, lo cierto es que fue batería de otras dos bandas australianas, Pond y Mink Mussel Creek.

 
 

Flea (bajista, pianista y trompetista)

 
 

‘Music Radar’ llevó a cabo hace unos meses su propia clasificación de los mejores bajistas de la historia y, entre ellos, no podía faltar el australiano Flea, de Red Hot Chili Peppers, que ocupaba el décimo puesto, mientras que Geddy Lee, de Rush, se situaba en lo más alto. En una encuesta de la revista ‘Rolling Stone’, las votaciones le situaron incluso como el segundo mejor de todos los tiempos, solo por detrás del ya fallecido John Entwistle, de The Who. Michael Peter Balzary, su nombre real, tuvo una infancia difícil, con una madre que, tras su divorcio, se casó con un músico de jazz alcohólico y, en ocasiones, violento, con el que acabaron viviendo en un barrio peligroso de Hollywood. En sus memorias, Flea cuenta que empezó a fumar marihuana a los once años y después pasó a consumir speed, LSD y otras drogas. Pero ver a su padre ensayar en casa con su banda le llevó a interesarse por la música y a tocar la trompeta (en 2008 retomó las clases en la Universidad del Sur de California, USC). Y ya en el instituto, a iniciarse en el bajo, el instrumento que le ha dado la fama.

 
 

En ocasiones ha combinado ambos instrumentos, como en un evento de concienciación ambiental, ‘Pathway to Paris’, celebrado en San Francisco en 2018, en el que tocó varias piezas instrumentales, aparte de en algunos interludios musicales con su banda. Pero si por algo es recordado como trompetista es por una actuación en la que se subió al escenario junto a Nirvana en el festival Hollywood Rock en Río de Janeiro, en 1993, aprovechando que compartían cartel con los RHCP, para tocar en ‘Smells like teen spirit’. Eso sí, la mezcla no termina de encajar demasiado bien, pero se trata de un documento histórico.

 
 

A nivel de estudio, su colaboración más destacada suena en el disco ‘Frances the Mute’, de The Mars Volta, en las canciones ‘The widow’ y ‘Miranda that ghost just isn't holy anymore’; y también toca en el álbum ‘Nothing’s shocking’, de Jane’s Addiction, y en algunos temas de los Red Hot Chili Peppers, como ‘Tear’ y ‘The hunter’. En 2012 lanzó un EP en solitario, ‘Helen burns’, en el que aparte del bajo y la trompeta, se encarga del piano (también en ocasiones en directo con RHCP), los sintetizadores, el melotrón y la percusión.

Jack White (de la guitarra a la batería, la marimba, el piano… y una tabla de madera)

 
 

De un hombre que es capaz de fabricarse una guitarra casera con una tabla de madera, una cuerda oxidada, un par de clavos, una pastilla y una botella de Coca Cola de vidrio (tal y como enseñó en el maravilloso documental ‘It might get loud’), no sorprende que domine numerosos instrumentos. Más conocido como el guitarrista y cantante de The White Stripes y de The Raconteurs, Jack White, quien ya ha se ha consolidado como artista en solitario, también ha hecho sus pinitos tocando la batería (llegó a tener dos en su habitación cuando era pequeño a costa incluso de la cama) en The Dead Weather, un grupo que cuenta entre sus integrantes con la vocalista Alison Mosshart, de The Kills; el bajista Jack Lawrence, de The Raconteurs, y el teclista y guitarrista Dean Fertita, de Queens of the Stone Age.

 
 

Pero más allá de eso, ya en la época dorada en The White Stripes era habitual verle en directo tocando diferentes instrumentos, desde el piano y los sintetizadores hasta la mandolina y la marimba.  

 
 

Jonny Greenwood (de la guitarra a las ondas Martenot, el kaoss pad…)

 
 

Todo aquel que acude a un concierto de Radiohead y mira a la esquina izquierda del escenario se hace la misma pregunta: ¿qué instrumento no toca Jonny Greenwood? Partiendo de su rol de guitarrista principal en los primeros discos, en el que más luce por su estilo particularmente agresivo pese a ser una banda de rock alternativo, a lo largo de una actuación cualquiera de la banda de Oxford cambia constantemente de las seis cuerdas al piano, los sintetizadores, la lira, los toms (tambores), las ondas Martenot, un secuenciador analógico RS 8000 Integrator, un kaoss pad para samplear la voz de Thom Yorke e incluso una radio que sintoniza para intercalar sonidos de programas de cada país en las canciones. Para un hombre que comenzó tocando la viola en la orquesta juvenil local, resulta curioso que sea el principal responsable de que toda la parte electrónica de los discos aparezca tal cual en los directos. Pero ese es uno de sus muchos cometidos.

 
 

Y entre todos los instrumentos que domina, el más llamativo son las ondas Martenot, que inventó en 1928 Maurice Martenot y con ciertas similitudes en su sonido con el theremín, del que Greenwood hizo el primer encargo para la fabricación de uno en el siglo XXI de cara a la grabación del ‘Kid A’, y que ha usado en los discos posteriores y también en sus bandas sonoras, como ‘There will be blood’, y piezas más clásicas como ‘Smear’. Básicamente, se trata de un precursor del sintetizador, con un teclado que incorpora un generador de baja frecuencia para modular las ondas que se generan con un cable metálico anillado al dedo índice de la mano derecha. Con la mano izquierda se controla la dinámica y el volumen del sonido.

Para la actuación que Radiohead protagonizó en Canal + en 2001 para presentar el disco ‘Amnesiac’, contó con la participación de dos de los más reconocidos ondistas (así es como son conocidos los intérpretes de este instrumento), Thomas Bloch y Christine Ott, para canciones como ‘How to disappear completely’ y ‘Pyramid song’.

 
 

Obviamente, su compañero de banda Thom Yorke también podría formar parte de la lista, al ser un músico que ha mostrado unas inquietudes por innovar constantemente y enriquecer su paleta de sonidos, lo que le ha llevado a hacer bandas sonoras (‘Suspiria’), colaborar con artistas electrónicos de culto como Burial, UNKLE, Flying Lotus, Modeselektor y Four Tet y sacar discos en solitario y en los supergrupos Atoms for Peace (con gente como el bajista Flea y el productor Nigel Godrich) y The Smile (el debut ya está grabado, aunque sin fecha de publicación), con Jonny Greenwood y Tom Skinner, convirtiéndose en uno de los mayores referentes de la experimentación en la electrónica.

 
 

St. Vincent (guitarrista a la que le gusta el theremín)

 
 

La norteamericana Annie Clark, conocida artísticamente como St. Vicent, empezó a tocar la guitarra con doce años y ha colaborado a lo largo de su carrera con bandas y artistas como The Polyphonic Spree, David Byrne y Sufjan Stevens, antes de acaparar toda la atención con el lanzamiento de su cuarto disco en solitario (entremedias hay uno colaborativo con David Byrne), titulado ‘St. Vincent’ (algo que se suele hacer con el primero).

Además de ser considerada como una de las mejores guitarristas de la actualidad, tanto por su originalidad en los arreglos como por su virtuosismo, destaca por su versatilidad, pues toca el bajo, el piano y el theremín (también una versión sencilla similar a la de Jimmy Page) y por ser capaz de innovar en lo que se refiere a los elementos estéticos y creativos de sus trabajos, al más puro estilo de David Bowie.

 
 

Incluso, durante la ceremonia en la que Nirvana ingresó en el Salón de la Fama del Rock and Roll fue una de las elegidas para subirse al escenario y tocar algunas de las mejores canciones de la banda con el resto de componentes. En su caso, cantó en ‘Lithium’ y tocó la guitarra en ‘All apologies’. Y también apareció en el tributo que se hizo a Prince en 2020. Una referente actual de la guitarra, que incluso ha hecho sus propios diseños para la marca Ernie Ball Music Man, y del sonido art rock (etiqueta para la gente a la que le gusta experimentar, básicamente).

 
 

Trent Reznor (guitarra, piano, sintetizadores, percusión… y saxofón)

 
 

Trent Reznor, líder de Nine Inch Nails y compositor de éxito de bandas sonoras junto a Atticus Ross (ganadores del Oscar por ‘La red social’ y ‘Soul’), es de esos músicos que no necesitan a nadie más para grabar un disco. Convertido en una de las figuras más influyentes de la industria, es habitual verle tocando en los conciertos la guitarra, el piano y los sintetizadores, pero su formación abarca muchos más instrumentos, como la tuba y el saxofón. Este último, por ejemplo, lo toca en la canción ‘God break down the door’ en algunas actuaciones de NIN.

Pero es que la naturaleza sonora de su banda le permite cambiar constantemente de instrumentos y probar algunos de percusión que no son habituales de los recitales de rock, como por ejemplo el vibráfono, usado en bandas sonoras como la de ‘Gone girl’ (por ejemplo en los temas ‘Sugar storm’ y ‘Empty places’), y la marimba, que tuvo un papel destacado en algunas de las piezas del álbum instrumental de NIN ‘Ghosts I-IV’, y que llevó al directo de la gira ‘Lights in the sky’ de 2008, dejando para el recuerdo un interludio musical que rompía absolutamente con el resto del repertorio más rockero y electrónico.  

 
 

Matt Bellamy (gran guitarrista y pianista, y ahora también bajista)

 
 

Matt Bellamy, de Muse, figura como uno de los mejores guitarristas de este siglo y también es considerado un gran pianista (aunque sea un instrumento que haya perdido algo de protagonismo en sus discos). Sin embargo, en los últimos años se le ha podido ver tocando el bajo en el supergrupo The Jaded Hearts Club, del que también forman parte Miles Kane, Graham Coxon (Blur) y Nic Cester (Jet). La banda inició su trayectoria tocando temas de los Beatles, de ahí su nombre, pero con el paso del tiempo ha evolucionado hacia recuperar temas antiguos de la Motown y del northern soul para su primer disco, ‘You’ve always been here’.

 
 

Pero eso no quita que Bellamy toque un bajo totalmente inspirado en la época Beatle de Paul McCartney (ese con forma de violín de la marca Höfner de los primeros años antes de pasarse al Rickenbacker). Para ello, su compañía de guitarras, Manson, fabricó una versión moderna, con leds incorporados, con el que ha tocado solos míticos como el de ‘My generation’, de The Who, o clásicos como ‘Sunshine of your love’, de Cream, y ‘Helter skelter’, de The Beatles. Además, se acaba de unir al club de músicos que graban un disco en el que lo tocan todo, con su primer trabajo en solitario, ‘Cryosleep’.

 

PJ Harvey (de componer con la guitarra a hacerlo con el autoharpa)

 
 

Una de las artistas que mejor han sabido reinventarse musicalmente (pero de verdad, aprendiendo a tocar nuevos instrumentos) a lo largo de los años es PJ Harvey, quien alcanzó la cima en 2011 con su disco ‘Let England shake’, con el que bajó los decibelios y se pasó al folk y expuso un mensaje antibelicista en las letras, lo que le valió para alzarse con el prestigioso premio Mercury Prize a mejor álbum británico del año.

Se trata de un trabajo en el que compuso más de la mitad de las canciones con un autoarpa, una mezcla entre arpa, cítara y guitarra que diseñó, o por lo menos fue el primero en patentarlo en Estados Unidos, Charles F. Zimmermann en 1882 (su origen exacto no está claro, puesto que otro alemán, Karl August Gütter, también inventó un instrumento al que llamó Volkszither, más parecido a los autoarpas actuales), que cuenta con mecanismos para enmudecer todas las cuerdas (suele tener 36) que no son necesarias para hacer sonar el acorde deseado.

Según ha contado en numerosas ocasiones, le atrajo por su sonido oscuro y por el hecho de escribir música pop con un instrumento que parece a la vez ancestral y vanguardista, con una sonoridad diferente a lo habitual en el rock. Además, para la letra se inspiró en las consecuencias de los conflictos bélicos y lo grabó todo en una iglesia del siglo XIX en Dorset, su pueblo natal. Una reinvención musical que se ha producido gracias a la versatilidad de PJ Harvey, capaz de pasar de la guitarra en una canción al saxofón en la siguiente. Por no hablar de los grandes músicos que suelen acompañarla en directo, John Parish y Mick Harvey, verdaderos hombres orquesta.

 
 

Josh Homme (de guitarrista a cantante, pianista, batería y bajista)

 
 

Si por algo destaca Josh Homme es por ser un enorme guitarrista, principalmente por su aportación a bandas como Kyuss (donde solo tocaba ese instrumento), Queens of the Stone Age (empieza a desempeñar las labores vocales) y Them Crooked Vultures (vocalista y guitarrista), pero con el paso de los años se ha consolidado también como un gran cantante, un teclista y batería aceptable –fundamentalmente con Eagles of Death Metal– y por ser un productor de referencia, por ejemplo del disco ‘Humbug’, de Arctic Monkeys, y del último relevante de Iggy Pop, ‘Post pop depression’. No obstante, es en la batería donde resulta menos común verle, al tocar solo en ciertos conciertos puntuales junto a EoDM, durante todo el repertorio o alguna canción suelta. De hecho, no estuvo presente cuando la banda estadounidense vivió el atentado en la sala Bataclan de París durante su actuación en 2015.

 
 

El bajo también es un instrumento habitual que suele grabar en el grupo liderado por Jesse Hughes, y que toca a la perfección en la banda sonora del documental musical ‘Sound City: Real to Reel’ en la canción ‘Mantra’, acompañando a Trent Reznor y Dave Grohl. El tema se grabó durante una ‘jam session’ en el Studio 606 de los Foo Fighters y existe una versión instrumental en la que los tres muestran su gran química durante los casi ocho minutos de canción.

 
 

Jonathan Davis (cantante, DJ y gaitero)

 
 
 
 

Es una de las mejores voces del nu-metal, aunque no son del todo conocidas (si no eres muy fan de Korn, obviamente) las capacidades de Jonathan Davis como multiinstrumentista. Dada su ascendencia escocesa por parte de abuela, en ocasiones se arranca en los conciertos, como en el festival de Woodstock de 1999, con la gaita, un instrumento que aprendió a tocar en su época en el instituto (motivado por la inspiración que supuso ver al personaje de Montgomery Scott tocando una durante el funeral de Spock en ‘Star Trek II’, según ha contado en alguna ocasión) y que introdujo por primera vez en su banda, Korn, en la canción ‘Shoots and ladders’ de su primer álbum, y aparece en más de una decena a lo largo de su discografía. Entre ellas, destaca ‘Dead’, introducción del disco ‘Issues’ y en la que llevan todo el peso.

Pero aparte de la guitarra, el piano y la batería, a Davis también le gusta hacer de DJ en clubes con el nombre de J Devil, unas sesiones en las que no falta el dubstep, influenciado por su colaboración con Skrillex.

Davis es mucho más que solo un cantante, al igual que sucede con otros grandes ‘frontmen’ del nu metal como Serj Tankian, de System of a Down, que toca la guitarra, el piano y hasta el theremín, y Brandon Boyd, de Incubus, al que también le gusta probar instrumentos poco habituales, como el didgeridoo.

 
 

Tash Sultana (mujer orquesta)

 
 

Tash Sultana, como se suele escribir sobre ella, es una banda en una sola persona. La artista australiana comenzó con la guitarra cuando solo tenía tres años y toca todos los instrumentos cuando sale a un escenario. Su estilo es difícil de clasificar, algo así como reggae rock alternativo, y pasa con enorme facilidad de la guitarra a la trompeta y del teclado a la percusión, aparte de ser una experta en beatboxing y, obviamente, en programar ‘loops’.

A los 17 años desarrolló un trastorno psicótico inducido por el consumo de drogas, que superó gracias a la musicoterapia, y conoció el éxito gracias a sus vídeos en YouTube, en los que mostraba todas sus habilidades, tras años de tocar en las calles de Melbourne. En su primer disco, ‘Flow State’, se encargó de hasta 15 instrumentos, incluidos el saxofón y la zampoña, una de esas flautas (de pan) típicas de países como Perú. Uno de los talentos musicales a seguir en los próximos años.