Isaac Vivero: «El que se mete en la música para ganar dinero, dura dos días»
Hablamos con el gerente del Garaje Beat Club, presidente de la Asociación de Salas de la Región (Murcia Live!) y jefe de producción de festivales como Rabolagartiga y Leyendas del Rock para conocer la situación del sector en tiempos de postconfinamiento pero prenormalidad, y la respuesta que espera del público con la reapertura de los locales de conciertos: «Hay más ganas que miedo»
De todos es sabida la importancia de las salas dentro del tejido musical de una ciudad o región. Sin ellas se multiplican las dificultades para que surjan nuevas bandas que, por un lado, se alimentan de los conciertos que pueden ver en ellas y, por otro, dan sus primeros pasos en sus escenarios. La crisis generada por el coronavirus ha golpeado profundamente a ese sector, que ha visto cómo se desvanecía buena parte de la temporada de este año y ahora vive con la inquietud de quien no sabe cómo afrontar la próxima. Hemos hablado con Isaac Vivero (Murcia, 1979), presidente de la Asociación de Salas de Conciertos de la Región (Murcia Live!) y una persona que conoce de primera mano la situación derivada de estos meses de confinamiento y restricciones. Su trabajo estos días debería estar en Villena, preparando el Rabolagartija y el Leyendas del Rock, festivales de los que es responsable de producción, al igual que de otros como el Rivas Rock o el F*ck The Censorship. Sin embargo, quedamos con él en el espacio del que es gerente, el Garaje Beat Club, una de las salas con más solera de Murcia, por la que ha pasado la flor y nata del indie, rock, metal y punk nacional y con una programación que siempre incluye perlas internacionales, algunas tan recientes como The Aristocrats, MC50, The Boxer Rebellion, Jinjer, Chris Slade (AC/DC), Marky Ramone y un larguísimo etcétera. Durante nuestra charla atisbamos preocupación por la situación actual, pero también esperanza en que todo mejore en los próximos meses. «Hay más ganas que miedo», asegura.
–Durante el confinamiento surgieron muchas voces dentro del mundo de la cultura quejándose de que las ayudas del Gobierno para paliar los efectos de la crisis sanitaria se habían olvidado un poco de la música y del sector en general. ¿Cuál es la situación ahora?
–Seguimos estando olvidados. Hemos hecho mucho ruido, pero no nos han hecho demasiado caso, solo un poco. A nivel estatal sí que se ha conseguido que desde el Ministerio se tenga en cuenta la estacionalidad de los trabajadores de la cultura, que no son como los de la industria. Así, han reconocido la importancia de las salas como el primer escenario al que se sube un artista y el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) convocará por primera vez una subvención para salas de conciertos, que es una pelea desde hace muchos años. Y el Ejecutivo murciano, también por primera vez, ha firmado un acuerdo de colaboración con la Asociación de Salas de Conciertos de la Región (Murcia Live!). Son cosas que se están consiguiendo, pero para el tremendo daño que la pandemia ha causado en el sector, son pequeñas gotitas. Todo lo que sea que haya un reconocimiento por parte de las instituciones de la labor que están haciendo las salas de conciertos, pues es bueno, y de la importancia de la cultura en general, por supuesto. Pero a nivel de números, estamos muy lejos de lo que debería ser lo ideal y de lo que sucede en otros sitios de Europa donde la cultura sí que es esencial de verdad.
–Hace unos días presentasteis una iniciativa, FrecuenciaRM, junto con la Consejería de Cultura para realizar 30 conciertos a partir de septiembre en diferentes salas de la Región.
–Sí, se trata de una ayuda de 50.000 euros para hacer 30 eventos en salas, con una cantidad por evento de 1.650 euros, que es un poco lo justo para cubrir los gastos (el grupo se lleva 500 euros, otros 500 son para la realización del vídeo en ‘streaming’ y 650 para los gastos de la sala y todo el personal técnico). No hay ninguna ganga ahí. Al final es simplemente cubrir gastos y hacer algo de actividad entresemana, martes, miércoles y jueves, que son días en los que normalmente las salas no tienen nada. Es una iniciativa para compensar un poco los tres meses de parón forzado. No se trata tampoco de la solución, pero algo es.
–Serán grupos emergentes de la Región.
–Sí, son todos de aquí.
–Ahora mismo diriges el Garaje Beat Club, un local de referencia en todo el Levante, y trabajas en la producción de festivales como el Rabolagartija, Leyendas del Rock y Rivas Rock. Me gustaría saber cómo está afectando la crisis tanto a las pequeñas salas como a los festivales.
–En mi caso, el último evento que hice fue el 8 de marzo en la Sala Gamma con Tarja. Desde entonces todo ha estado parado. Este verano no tengo ni un solo concierto, porque todos los festivales se han aplazado para 2021 y es prácticamente un año perdido. Solo hemos trabajado durante enero, febrero y una semana de marzo. Y ahora tenemos el objetivo de volver a abrir la sala Garaje en septiembre, aunque no sabemos en qué condiciones nos dejarán trabajar entonces, porque ahora hay un decreto, pero más adelante saldrá otro. Si las cosas van bien, en teoría serán menos restrictivos, pero también podría haber más rebrotes e ir hacia atrás. Existe mucha incertidumbre y tenemos que trabajar sin saber si vamos a poder abrir o no.
–Con todos esos condicionantes, ¿cómo afrontas la temporada de otoño? ¿Con cuánta antelación cerráis la programación de las salas y los carteles de los festivales?
–En los festivales el ‘booking’ no lo hago yo, sino Marcos Rubio, que es el director, y lo hace con mucha antelación. Ahora está intentando que todos los artistas que teníamos para 2020 puedan estar en 2021 y buscar sustitutos para los que no. La contratación, no de todo el cartel, pero sí de algunos grupos se hace con más de un año de antelación. Y en el caso de la sala, tengo incluso algún evento cerrado para 2022. La próxima temporada, que es de septiembre a junio, la tengo prácticamente completa entre lo que ya tenía programado más todo lo que se ha tenido que aplazar de este año. Pero sin saber si los vamos a poder hacer o no.
–Supongo que las agencias de contratación y las bandas entienden que al final no haya más remedio que cancelar los conciertos.
–Es algo que nunca habíamos vivido, pero es lo que hay. Hemos tenido que estar encerrados en casa mucho tiempo, no es ninguna broma.
–¿Crees que ha existido una unión cultural estas semanas por luchar por lo vuestro? ¿Has sufrido alguna decepción o sorpresa positiva con alguien, ya sea político o artista?
–Ninguna decepción con artistas. Creo que ellos están en el mismo barco que las salas y que los festivales. Luchamos todos por lo mismo. Al final, lo que queremos es trabajar. Estamos muy unidos, pero ya era así antes. Otra cosa es que lógicamente cada grupo, en función de su estatus, querrá cobrar más o menos, y hay una negociación ahí, pero eso es normal. Evidentemente ahora hay que adaptarse a los tiempos. En el ámbito político, creo que antes nos ignoraban completamente. Los festivales sí que llevan tiempo teniendo un reconocimiento importante, porque mueven a mucha gente en un periodo de tiempo muy pequeño. Pero las salas de conciertos, como programan conciertos más pequeños, pues parece que a los políticos no les importaban. Pero claro, si todos esos eventos los juntas, a lo largo de todo el año mueven mucha más gente que un festival y, otra cosa que es importante, generan cultura y economía los doce meses, no en un fin de semana concreto. Y eso parece que lo están empezando a entender ahora.
–Y también está el tema de que los grupos empiezan tocando en las salas.
–Los grupos importantes que tocan en los festivales, para llegar a ser grandes tienen que empezar en algún sitio. Los ayuntamientos tienen programación en sus fiestas, pero nunca llevan a tocar a un grupo que nunca se ha subido a un escenario. Siempre es alguien con una trayectoria detrás, más grande o más pequeña. Todos los grupos debutan en salas. Somos un pilar fundamental y los políticos parece que están, al menos de boquilla, empezando a reconocerlo. Tenemos mucho más que andar. En el tema de la unión del sector de las salas, antes de existir la asociación no existía ninguna unión. A raíz de crearla, llevamos unos cuantos años trabajando y la verdad es que tenemos una relación muy buena. Aunque exista competencia entre algunas salas, porque tenemos un tamaño parecido y queremos programar a artistas de un ‘target’ parecido, la relación es muy buena. Y la competencia es absolutamente leal. Vamos de cara y nos llamamos para intentar no contraprogramarnos. Sí que tenemos una pequeña decepción con determinados empresarios de este sector que no han querido asociarse por no pagar una pequeña cuota. He de decir que formamos parte de las asociaciones de España y Europa, de la Federación de la Música en España... Todo eso lleva unos gastos que salen de las cuotas de socios. Y de nuestro trabajo se beneficia todo el sector, no solo las salas asociadas.
–En momentos así es cuando es más importante tener un representante ante las instituciones.
–Sin unión no se puede hacer nada. Como propietario del Garaje, no puedo intentar ir a hablar con la consejera de Cultura, porque no me va a hacer caso, pero si represento a todo el sector de las salas de conciertos, pues sí que nos lo ha hecho y hemos firmado un convenio con ellos.
–Hace unos meses, antes de la crisis sanitaria, hablamos con Alberto Vegara, de la promotora Monkey Pro, y nos contó que 2020 iba a ser «un año histórico para los conciertos en Murcia». ¿Sientes que con la pandemia se puede cortar toda la progresión que llevaba la ciudad en cuanto a eventos musicales?
–Cortarse se ha cortado, porque hay un parón importante. El tema es que las salas consigan sobrevivir, porque si cierran, va a ser complicado que, con la crisis que se nos viene encima, otro empresario se decida a montar una sala de conciertos. Es un negocio completamente vocacional. El que se mete en la música para ganar dinero, dura dos días y se dedica a otra cosa. Todo cuesta mucho. Cada sala que cierre, se va a quedar cerrada. La clave va a ser que consigan sobrevivir o no. Luego también están los locales de ensayo. Hay un montón de infraestructuras que posibilitan que los músicos puedan desarrollar su trabajo. Y luego están los propios artistas, que tienen afición, dedican muchas horas a estudiar y a componer. Creo que para que se llegue a cortar la progresión de la música en Murcia, esta situación de la pandemia debería alargarse bastante tiempo. Podemos dar por perdido 2020, y si en 2021 trabajamos de nuevo con normalidad, los brotes verdes volverán. Porque hay músicos, los locales de ensayo están a pleno rendimiento ahora mismo y lo que están deseando es subirse a un escenario a tocar.
–También hay que entender que si todo esto se alarga en el tiempo, ¿quién va a traer a MC50 a Murcia si el Garaje cerrara? O a bandas como Jinjer, The Aristocrats… O la gente de la promotora Madness, que está programando conciertos muy grandes en la Sala Gamma, como The Darkness y Machine Head. Ese tipo de progresión, se cortaría por completo.
–Ese tipo de grupos, si en Murcia no existiera la Sala Gamma, la REM y el Garaje, no vendrían a Murcia. Esas giras solo pasarían por Madrid, Barcelona y Bilbao. Si en los últimos años están viniendo aquí es porque hay salas que lo posibilitan. Son infraestructuras de iniciativa privada, porque la administración no va a programar eso en la vida. Eso está claro.
–¿Cuál sería la situación ideal en septiembre u octubre para volver a la actividad? ¿O crees que el punto clave será cuando aparezca la vacuna?
–El punto clave es la vacuna, porque no podremos volver a la normalidad sin ella. Esto que tenemos ahora, lo que llaman ‘nueva normalidad’, no es nada normal. En las condiciones que hay aquí en Murcia, en interiores se permite un máximo de 200 personas sentadas. Es prácticamente inviable trabajar así. Porque las personas sentadas, con la distancia de seguridad, ocupan mucho espacio, y para meter a 200 personas hace falta una sala enorme, con unos medios técnicos muy caros, mucho personal y nuevos gastos de limpieza y desinfección, que no se pueden asumir con tan poco público. Y una parte fundamental del negocio es la barra, porque con la taquilla, si consigues cubrir gastos, ya es un milagro. Lo normal es perder dinero. La barra es lo que te salva de la ruina y la gente sentada no va a consumir igual. Los ingresos van a caer mucho. Eso, de alargarse mucho en el tiempo, sí que es insostenible. Tengo la esperanza de que la evolución de la pandemia sea buena y en septiembre nos dejen tener público de pie, aunque sea con reducción de aforo. La cosa pintaría un poco mejor. Nuestro aforo total en el Garaje es de 600 personas, podríamos meter a la mitad de pie y, con determinados grupos que venden todas las entradas, se podría negociar que hagan dos pases. Pero con menos de 300 personas, y con el público sentado, sería todo muy complicado.
–Otra opción sería aprovechar los recintos al aire libre, como el Fofó, Murcia Parque o el Cuartel de Artillería, aunque existirían problemas por el tema del ruido y las quejas de los vecinos.
–Creo que programar durante todo el año en espacios abiertos no es la solución. Porque al final los vecinos se quejan con razón. Las salas de conciertos son los lugares ideales para este tipo de programación porque tienen un acondicionamiento acústico que no molesta a nadie. Los espacios abiertos están bien para determinados eventos, como en Fiestas de Primavera, la Feria de Septiembre y el Warm Up, pero hacer conciertos todo el año en espacios abiertos no es sostenible por el tema vecinal y económico. Montar un evento en una sala, que ya tiene toda la infraestructura, es mucho más rentable que hacer la producción al aire libre. Los eventos que se está haciendo ahora en verano, algunos privados y otros públicos, están bien, porque las salas están cerradas, y dan trabajo a las empresas de sonido e iluminación, que lo están pasando fatal. Pero alargar eso más allá de septiembre no es viable, porque los vecinos tienen que madrugar. Lo ideal es que cada uno se pueda dedicar a lo suyo sin molestar a los demás.
–Si pudieses elegir un concierto para recuperar la vieja normalidad en el Garaje, ¿cuál sería?
–Fíjate que tengo programado un concierto para el 5 de septiembre, de Lendakaris Muertos, que no lo voy a poder hacer. Es un grupo con el que he trabajado muchas veces y aquí en la sala han tocado por lo menos dos veces. Volver con Lendakaris Muertos, que encima es una banda que llena, sería espectacular. E incluso tengo hablado con ellos que si me dejaran meter a 300 personas, haríamos dos pases. Pero el caso es que su concierto estaría condicionado a que ese mismo fin de semana están programados en un festival en Gandía, Pirata Rock, que me sorprende bastante porque está haciendo toda la promoción como si el coronavirus no existiera. Y creo que antes o después tendrán que cancelar, por lo que Lendakaris Muertos no vendrán a Murcia tampoco. Estaría genial volver a la actividad con ellos.
–Sería volver a la normalidad de verdad, a la del pogo, del sudor…
–Claro. Y ya si fuera sin restricciones…
–El punk con gente sentada no puede ser normalidad nunca.
–Exacto.
–Te gustaría volver a producir un evento grande en la Región, por todo lo que hicisteis en su día Marcos Rubio y tú, con el Leyendas, el Lumbreras Rock...
–Sí, claro. Somos de aquí y nos gustaría trabajar en la Región. Nos hemos tenido que ir fuera por historias de Marcos, que él ha estado durante muchos años afiliado al PSOE y ha tenido problemas con el partido que gobernaba en Murcia. Yo no tengo nada que ver con eso (risas). Todo empezó en Puerto Lumbreras, que hubo una censura porque la Asociación de Víctimas del Terrorismo dijo que Banda Bassotti no podía tocar aquí, y Lendakaris Muertos tampoco. Simplemente por el nombre, porque no sabían nada del grupo. Y Marcos decidió irse a otro sitio y mantener el cartel previsto con Banda Bassotti y todos. Eso enfadó a algunas personas poderosas, y después nos hicieron bastante la vida imposible en Mazarrón, que era el otro sitio donde estábamos en ese momento con el Leyendas. Con el Lumbreras Rock (Aúpa Lumbreiras) nos fuimos a Yéchar, que fue un año solo, y después a Tobarra y, finalmente, a Villena. Y con el Leyendas estuvimos en Mazarrón, San Javier, que allí estaba el PSOE, pero después entró el PP y nos tuvimos que ir a Beniel, donde gobernaban los socialistas, aunque allí el recinto era muy pequeño, y el festival no podía crecer, por lo que también acabamos en Villena. Eso sí, querría aclarar que el problema en ningún momento se tuvo con un grupo político en general, sino con una persona en particular. Alguien con mucho poder, pero fue un problema puntual. De hecho hemos trabajado con partidos de todo signo político durante todos estos años.
–Es complicado que un festival funcione.
–Lo que hemos conseguido con el Rabolagartija es una cosa inédita.
–Este año tenía un cartelazo, con Ska-P, La Polla Récords…
–A ver si en 2021 pueden estar todos.
Las puertas están bien abiertas al punk
–¿De qué conciertos que hayas organizado estás más orgulloso?
–Pues hago más de 100 al año y en el Garaje llevo ya como siete años. Sobre todo me gusta traer bandas que nunca han venido a Murcia y que la gente ni se imaginaba que tocarían aquí. Hacemos mucho punk porque hay grupos que están mal vistos por determinados sectores e incluso hay salas que no quieren programarlos. Aquí lo hacemos sin ningún problema. Y la verdad es que no hemos tenido ningún problema ni con los grupos ni con la gente. Hay públicos mucho peores. Esas bandas que tienen la puerta cerrada en muchos sitios, aquí la tienen abierta de par en par. Si no existiera el Garaje, no vendrían a Murcia.
–¿Y cuál es el grupo que más trabajo te ha costado contratar?
–Ninguno es fácil. Hay bandas que sí. Por ejemplo, Lendakaris Muertos son amigos. Te diría que Soziedad Alkoholika, que ha venido una sola vez al Garaje y llevaba como 23 años sin tocar en Murcia. Me costó mucho y eso que son amigos. He trabajado mucho con ellos, a veces incluso de ‘tour manager’. Tengo una relación muy buena con ellos, pero es una banda que lleva un montaje técnico bastante grande para un escenario tan pequeño. No es fácil. Desconozco porque estuvieron tanto sin venir, lo mismo hace años sí que podían estar más vetados, porque se les vinculó con el mundo abertzale y estuvieron mucho tiempo en el que no les dejaban tocar en ningún lado. Al final los convencí para meterlos en el Garaje aunque fuera con calzador. Y se fueron encantados, porque no están acostumbrados a tocar en salas pequeñas con el público tan encima. Fue brutal para ellos. La verdad es que no han vuelto después, porque es una banda del otro lado del país, con un caché que aquí no se puede pagar ni con el aforo completo. Para que vengan hay que pillarles en ruta, que toquen en un festival por el sur. No es fácil que vengan en temporada de invierno, que es cuando programamos nosotros. Es una banda de difícil encaje y lo conseguí.
–¿Cuál crees que será la respuesta de la gente cuando vuelvan a abrir las salas de conciertos?
–La gente tiene ganas.
–¿Tiene más ganas o miedo?
–Creo que más ganas que miedo. Eso parece cuando me doy una vuelta por la playa y está a reventar, o las terrazas de los bares llenas. O cuando veo a la gente joven haciendo botellones brutales por ahí. La gente más mayor sí que tiene miedo, pero creo que hay más ganas. Obviamente, con precauciones. No se puede hacer el animal. La gente tiene ganas de salir y de disfrutar de la música en directo y tomarse una cerveza, pero con un poco de tranquilidad. Entendemos que la vuelta va a tener que ser con un aforo reducido, pero que nos dejen con gente de pie. Ahora, con el decreto que hay, al menos te dejan hacer grupos de personas sin separación. Es un paso. Pero aquí eso es difícil. No se disfruta igual.
–Y luego está el tema de la barra.
–Bueno, hay gente que no se gasta nada. Cuando haces una media por persona de 10 euros, flipas, y eso solo pasa con el punk y en el rock. En el indie, por ejemplo, la barra funciona fatal, con suerte llegas a cinco euros de media por persona. Y en el rap, muy mal también. Los estilos que solemos hacer nosotros, el mestizaje, punk y rock, suelen funcionar mejor.
–¿Tenéis previsto algún pelotazo para 2021 o 2022?
–Tengo cosas internacionales chulas que estarían muy bien, aunque con los americanos ahora es complicado por el impacto del coronavirus en su país. La clave es la vacuna, porque si no está lista en 2022, ¡no jodas! Espero que el año que viene ya se pueda trabajar sin limitación de aforo y demás, pero puede pasar que la gente no tenga un duro y no venga. Todo es muy complicado.