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Luis Albert Segura: «Necesito aparcar el nombre de L.A. durante un tiempo»

Luis Albert Segura, cantante de L.A. / PROMOCIONAL

El cantante y líder de la banda mallorquina aclara que solo se toma un descanso indefinido, sin fecha de regreso en el horizonte, debido al desgaste acumulado de una década de giras y grabaciones de discos


El pasado 1 de octubre, la banda mallorquina L.A. publicó un comunicado en el que anunciaba que, después de 10 años y en su mejor momento musical, había decidido «parar», lo que fue interpretado de inmediato por muchos como una separación. Sin embargo, Luis Albert Segura (Palma de Mallorca, 1978), cantante y líder del grupo, aclara que simplemente necesita un descanso por el desgaste de una década de grabaciones de discos y de giras, sin fecha de regreso en el horizonte, pero convencido de que todavía no ha llegado la hora de colgar las guitarra. La banda pasará el 1 de diciembre por la Sala REM antes de ese parón indefinido.

–Tras las noticias publicadas sobre la separación de L.A., parece que al final no es para tanto.

–En ningún momento hemos dicho que sea una separación. De hecho, fuimos con mucho cuidado para que esa palabra no apareciese en el comunicado. Es un tiempo que necesito para pensar. El hecho de estar 10 años totalmente concentrado en sacar discos y salir de gira, siempre lo mismo, ha producido un desgaste y ahora necesito sacar la cabeza fuera una temporada para poner todo en perspectiva y volver a coger el gusanillo, que no es que se haya perdido. La cabeza me pide salir, ver, escuchar, pensar en otras cosas y coger aire. Es algo más sencillo de explicar en una conversación cara a cara que en un comunicado.

–Entonces, podemos hablar simplemente de parón o descanso.

–Exacto. A veces en las relaciones se necesita un poco de espacio y que cada uno viaje una temporada. Es un poco así, y supongo que es entendible. Son 10 años muy intensos. Desde 2007 que me metí en el estudio para grabar 'Heavenly hell' no he parado. Cuando no he salido de gira con la banda, lo he hecho yo solo, o teníamos que grabar en el estudio o dar conciertos por EE UU y México. Llega un momento en el que hay que pararlo todo y no dejar que eso se convierta en lo único que tienes en tu vida.

–¿Hasta cuándo durará el descanso?

–No hay un temporizador que marque que vaya a ser un año, dos o tres. Necesito coger perspectiva, pensar en otras cosas y aparcar el nombre de L.A. durante un tiempo. Todavía tenemos muchas cosas pendientes por hacer. La realidad es que nos llevamos muy bien y que hay muchos sitios donde queremos tocar. Es un hasta luego, pero no sé hasta cuándo.



–En el comunicado se habla de que necesitas «cambios, reflexionar… y experimentar».

–Ese para mí es el motivo principal. En el fondo trabajar y vender discos con L.A. es mi forma de vida, lo que ha guiado mi economía en los últimos años. Necesitaba aparcar eso. Que ese ya no sea mi dolor de cabeza y empezar a hacer otras cosas. Acabo de montar un estudio en casa y me apetece experimentar con sonidos nuevos, trabajar con otros músicos y producir a bandas. En resumen, todo lo que hasta ahora no me he podido permitir por las giras, los discos, los viajes, las entrevistas… Y ahora me doy el lujo de, en un buen momento de la banda, parar y tomar aire, y si dentro de unos años lo queremos retomar, no habrá problema porque todo estará en su sitio. Quiero sentir un poco de libertad. L.A. en el fondo soy yo. Son mis iniciales, mi nombre y mi proyecto, pero aun así me sentía obligado a hacer una serie de cosas que acotaban un poco esa libertad que necesito ahora. A lo mejor también es un poco la crisis de los 40 (risas).

–Las muestras de apoyo y afecto de vuestros seguidores en las redes sociales han sido innumerables.

–Sinceramente, ha sido peor, en el buen sentido, de lo que pensábamos. Ha sido todo muy dramático. He llegado a leer comentarios y apagar el móvil pensando que me había muerto. Realmente parecía mi funeral. Aunque el comunicado sea difícil de interpretar de una forma equivocada, al día siguiente el titular era que L.A. se disuelve, cuando nosotros evitamos esa palabra en el texto. Ni disolución ni separación ni diferencia de gustos. Simplemente necesitábamos un descanso para experimentar cosas nuevas, y ya está.

–Dicen que lo bonito de la música es eso, que te permite experimentar y que no hay límites.

–Bueno, soy de corte muy clásico, de guitarra, bajo, batería y acompañarlo con algo. Puedo añadir un sintetizador un poco salido de tono y para mí ya es experimentar. Soy fan de los Beatles y ellos experimentaron mucho. En el último disco, 'King of beasts', ya probé muchas cosas nuevas. El hecho de tener el estudio en casa y poder hacer lo que quiera, con todas las tecnologías y opciones que disponemos ahora para grabar, facilita el trabajo. Sin ser un megamúsico, puedo liberar todo lo que me sale anárquicamente. Estoy disfrutando. Más o menos sí sé qué va a salir, pero en su momento lo veréis.

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–¿Tienes mucha música guardada en el cajón?

–Mucha. Cada vez que publicamos un disco, al final sale la mitad de lo que se graba. Y desde que me he montado el estudio en casa no he parado de crear y de componer canciones. El sueño de todo músico inquieto es trabajar sin depender de horarios ni de productores ni de ingenieros ni de compañías discográficas. Soy libre para hacer lo que quiera, menos cuando mis hijas me reclaman. (Risas). Hay que atender a la familia lo primero.

–Por ahí de fondo se escucha a una.

–(Risas). Es la magia de grabar en casa

–En el futuro, ¿te ves cantando en inglés o en español?

–He probado cosas, pero es pronto para decirlo. Me veo experimentando y pasándolo en grande, y que el día que coja todo el material y me diga, 'voy a sacarlo', sea porque me gusta. No sé lo que va a pasar y cuántas mutaciones va a sufrir. Así que tiempo al tiempo.

–Eres de los que piensan que el inglés, ahora mismo, limita mucho a las bandas indies españolas.

–Es difícil, la verdad. De hecho, lo hablé con un amigo de otra banda que también canta en inglés y llegamos a la conclusión de que es algo cíclico. En su día con Sexy Sadie, Australian Blonde, Dover y toda la explosión del indie del sello Subterfuge había un auge y era como que los grupos tenían un referente al que seguir. A lo mejor en 2025 se produce otra eclosión de bandas que cantan en inglés. Ahora la gente pone en su punto de mira a Vetusta Morla, Izal, Love of Lesbian, Lori Meyers, Leon Benavente… Hay mucho referente cantando en castellano. ¿Quién no se va a fijar en la carrera de Vetusta Morla?

–A L.A. se le ha confundido en muchas ocasiones con una banda americana.

–Alguna vez. Si hacemos un concierto sin abrir la boca entre canción y canción, cuela. Me he esforzado mucho en perfeccionar el inglés lo máximo que he podido para que no sea un hándicap. He logrado ir a tocar a Londres, que para mí es donde más radicales son con este tema, y que nadie me haga de menos porque no soy inglés ni americano. Allí nos han confundido con una banda americana. Y en EE UU, con algo europeo o de Nueva York, donde hay mucho mestizaje. Si hablas con el público, ya canta un poco.

–A los murcianos nos pasa lo mismo, podemos parecer del barrio de Salamanca hasta que abrimos la boca.

–(Risas) ¡Qué maravilla! Nos tenéis enamorados. A veces no es una cosa tan premeditada, sino que cantando se te va el deje a otro acento, incluso a hacer las 's' diferentes.

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–¿Te has marcado alguna fecha para publicar el nuevo material?

–Ahora mismo, la prioridad es hacer esta gira, atender lo que es L.A. y poner toda la carne en el asador. Ya tengo puesta mi cabeza en el repertorio de la gira de noviembre y diciembre. De lo demás, ya se verá.

–Os queda, por ahora, un último cartucho en Murcia el próximo 1 de diciembre en la Sala REM. ¿Haréis algo especial?

–Será un concierto muy especial. Es uno de los sitios que más cariño nos ha demostrado desde el primer concierto, y ha seguido creciendo con el paso de los años. Tenemos muchas ganas de volver a tocar allí. Toda esta gira va a ser muy lacrimógena. En la primera fecha, en Madrid, tenía al público llorando en primera fila. Cuando esto ocurre, y tras ver la respuesta en las redes sociales, te das cuenta de que la gente está ahí. A veces perdemos un poco la perspectiva, como cuando solo tienes 20 'likes' en una foto en Instagram y piensas que la gente no te quiere o que tienes pocos seguidores. Son barómetros de 'millennials' que en el fondo no son tan reales como pensamos. De repente, publicas un comunicado anunciando que haces un parón con tu banda, y la respuesta es abrumadora, pero esto no se acaba. Solo nos tomamos un tiempo. Tengo 40 años, no 86. Me quedan muchas canciones que sacar y escenarios que pisar.



–Quizás sea porque la gente esté especialmente sensibilizada con las separaciones de las bandas.

–Delorean, por ejemplo, lo dejó más claro. El grupo habló de separación, de que habían sido unos años maravillosos… Para mí, no estoy disolviendo L.A., estoy parando la banda. Obviamente tiene sus riesgos, porque si de repente Ángel, Pep o Dimas –los otros miembros del grupo– empiezan en otra banda, les funciona y deciden abandonar L.A., es una posibilidad. O yo mismo arranco un proyecto que me llena más. Es como darte un tiempo con tu pareja y, de repente, conoces a otra persona que te gusta y se va todo al traste. Ese riesgo está ahí, pero conociéndonos como nos conocemos, y sabiendo que L.A. es un proyecto que funciona y sigue funcionando, no creo que suceda. Podríamos meternos en el estudio mañana mismo, grabar otro disco, sacarlo en febrero y empezar una gira, pero mi cerebro y mi corazón mandan, y me piden un parón y buscar otras cosas.

–¿Con qué momentos te quedas de la trayectoria de L.A.?

–Con miles de momentos. Hasta los malos nos han dado buenos recuerdos. La semana que sacamos el comunicado tuve un reencuentro mental de muchas cosas. Nos pusimos a ver fotos. Parecíamos viejos que se iban a morir y empezaron a salir muchas anécdotas. En ese momento nos dimos cuenta de la cantidad de cosas que hemos hecho, de los sitios en los que hemos estado, la gente que hemos conocido… y también los desastres que hemos hecho. Ojalá pudiéramos documentar todo eso en un libro o una película. El material no sería apto para todos los públicos, pero sí algo muy divertido. Me acuerdo de una noche en Chile en la que nos perdimos, acabamos en un descampado y apareció la Policía, que nos dijeron que era mala, y tuvimos momentos en los que pensábamos que íbamos a morir. Un auténtico desastre. Y en México también recuerdo a la Policía atracando a nuestro manager, parándole por la noche y quitándole la pasta. La mordida, como allí la llaman.

–Como en el 'caso Bárcenas'.

–Sí, pero Bárcenas lo hacía disimuladamente, desde un despacho. Y a estos les pararon por la calle y les amenazaron con llevárselos en el coche. Cuanto más viajas y vives, más opciones tienes de que te pasen 'bizarradas' de estas.

«It’s hard to be cool»

–¿Qué recuerdos conservas de L.A. en Murcia?

–Guardo muchos recuerdos de festivales, de gente que hemos conocido, de las comilonas y de las fiestas. Podríamos hacer un libro solo de Murcia. Hay muchas personas que empezaron a ir a los conciertos y que con el tiempo se han convertido en amigos.

–Una imagen que tenemos grabada de ti es tocando en el WAM –ahora llamado Warm Up– por la tarde, con un sol de justicia, pero vestido con una chupa de cuero.

–Puede ser que lo hiciera. Tengo un amigo de Nueva York con el que toqué muchos años que, de repente, vino con una chupa de cuero cerrada a un ensayo en julio en Mallorca, que estábamos como a 40 grados, y le comenté que se iba a morir. Hizo el ensayo y cuando acabó, todo sudado, me dijo lo siguiente: «It's hard to be cool» («Es difícil ser guay»). Y eso se me quedó muy grabado. Si quieres ir guay, a veces hay que sudar.