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Marta Movidas: «No sé si alguien objetivamente puede decir qué es sonar bien o mal»

/ Megane Mercury

La artista madrileña abrirá los conciertos de la jornada del domingo del Warm Up con la presentación de su nuevo EP, ‘Yunque’, en el que demuestra su enorme versatilidad musical, que abarca desde las influencias niponas a las clásicas, pero siempre con el pop por bandera


Dentro de la categoría de artistas emergentes de los festivales, el Warm Up Estrella de Levante contará con varios de los más interesantes del panorama nacional. Si los encargados de abrir los conciertos del sábado en el recinto de La Fica serán los murcianos Maestro Espada, la responsabilidad el domingo recaerá en Marta Movidas, en el Escenario ENAE, a partir de las 17.45 horas. La artista madrileña [cuyo nombre real es Marta España] acaba de publicar, de la mano del sello Sonido Muchacho, ‘Yunque’, un EP de cuatro canciones grabado por Carlos Hernández en el estudio Castillo Alemán y producido por ella misma y Miguel Nicolás, basado en la ópera ‘La Vida Breve’ («¡Malhaya quien nace yunque en vez de nacer matillo!»), de Manuel de Falla, y en el que relata varias situaciones de opresión en momentos concretos de su vida.

El bagaje musical de Marta hasta llegar a este momento es de lo más interesante, siendo arpista de formación y doctora en Musicología, además de tocar o haber tocado en diversas bandas, como La Claridad. Su debut en solitario se cristalizó en el disco ‘Os castigaré’, con canciones con títulos tan sugerentes como ‘No entiendo los vínculos sexo-afectivos de la postmodernidad’ y ‘Por favor, no difundas las fotos íntimas que te mando solo a ti’ y un sonido, con muchos teclados y sintetizadores que se entrecruzan y guitarras, e influencias que abarcan desde el j pop y k pop al math rock y la música clásica, pero siempre con el pop como bandera (muy en la línea de La Casa Azul) y referencias muy autóctonas (en el nuevo EP, por ejemplo, desde Manuel de Falla hasta Miguel Hernández). La zarzuela y el anime, por fin juntos. Charlamos con ella días antes de que abra el tercer escenario del festival (avisa de que nadie se olvide de echarse crema solar) y para conocer un poco más sobre su cancionero, su versatilidad musical, su dinamismo de influencias y sus letras tan autobiográficas.

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–Serás la encargada de abrir los conciertos del domingo del Warm Up. ¿Qué puede esperar el público de un concierto de Marta Movidas?

–Risillas y crema solar por si a alguien se le olvida, que va a hacer mucho calor.

–El hecho de que tus influencias abarquen desde el k pop y el j pop (o las intros de los animes) hasta Rachmaninoff, Shostakovich y Bach es lo que mejor puede definir tu estilo. Tu propio sello describe tu música como pop barroco.

–Yo no sé cuál es mi estilo, y supongo que es inevitable que se vea reflejado todo lo que normalmente escucho. Entiendo que con pop barroco se refieren, más que a Bach y el barroco ‘per se’, al ‘horror vacui’ que tienen mis canciones: me gustan mucho las capas, las mil líneas instrumentales sucediendo al mismo tiempo, el miedo al vacío, etc.

–Aunque en ‘Yunque’, tu nuevo EP, uno de los referentes clásicos es Manuel de Falla. ¿En qué modo se puede transformar su música en pop? 

–Bueno, si entendemos pop como popular, es inevitable. El yunque, en contraposición al martillo, considero que es, personalmente, una de las imágenes más fuertes de la cultura popular española. Yo lo tomé de esa ópera [‘La Vida Breve’], porque me gusta mucho, pero considero que al final son referencias que han trascendido lo musical y, como tal, construir en torno a ellas un nuevo producto cultural es algo supernatural como persona que forma parte de esta sociedad.

–¿Qué es lo que te inspira a la hora de escribir tus canciones? ¿Sigues algún patrón o ritual para componer?

–Compongo un poquito todos los días, aunque algunos son más productivos que otros. Al día siguiente lo escucho y ya considero si lo rehago o no. Me siento frente al ordenador, abro MuseScore, me hago un café y voy pintando. Si se me ocurre alguna melodía en cualquier otro momento del día me la apunto y empiezo a trabajar a partir de ahí.

–¿Las letras son todas ‘basadas en hechos reales’?

–Todas las letras son biográficas, o por lo menos basadas; me encantaría tener más imaginación, pero de momento es limitada.

–Llama especialmente la atención los títulos (especialmente largos) de tus canciones. A la hora de ponérselo, ¿te lo piensas mucho? ¿Es lo primero o último qué haces?

–Lo pongo al final, muy al final… Incluso, diría que una vez que el proceso ha finalizado. Normalmente numero las canciones. El primer día que empiezo a componer abro un archivo que se titula ‘1’ y, si al día siguiente quiero continuar con una idea nueva porque la anterior no me convenció, pues la llamo ‘2’, y así sucesivamente. Cuando se las paso a mi banda para que las toquen, siempre se las digo numeradas. Las del último EP son la ‘5’, la ‘15’, la ‘25’ y la ‘32’, y así las llamamos entre nosotros.

–¿Qué supone estar en un sello como Sonido Muchacho en cuanto a libertad creativa, promoción, presupuesto…?

–Menos quebraderos de cabeza para algunas cosas, más para otras, pero, en definitiva, más menos que más, porque si no, no estaría, claro.

–¿Se puede (mal)vivir o vivir de la música en 2023?

–Poderse se puede, o sea, me imagino que alguien podrá, ¡pero no es mi caso! Tampoco me quejo a nivel individual, estoy contenta con lo que tengo, aunque sí que creo que deberíamos estar movilizados, generar una escena más activista.

«¡Di no a la jerarquía del sonido!»

–Te suelen preguntar mucho sobre cómo ha influido tu formación como arpista y musicóloga en tus canciones. ¿Es algo que te permite realmente eso que se dice de ‘escucho todo tipo de música’ y no caer en propuestas demasiado simples a la hora de componer? En una entrevista dijiste que ibas más allá de lo de sonar bien o sonar mal.

–¡Di no a la jerarquía del sonido! No sé lo que es sonar bien o lo que es sonar mal, no sé si alguien lo sabe desde un punto de vista objetivo. No sé si escucho de todo en tiempo presente pero, desde luego, he escuchado de todo a lo largo de mi vida. Me ha dado por el stoner, me pillé un álbum gigantesco de cantos gregorianos guapísimos, me gusta ir al Teatro de la Zarzuela siempre que puedo, también me lo he pasado muy bien en Fabrik [discoteca madrileña]…. No sé, me encantan los sonidos, y los veo simplemente como eso: sonidos que se desarrollan en el tiempo, están chulos, me entretienen, los puedo analizar y me sugieren cosas. Cuando tenía 14 años y entendía la música como un mecanismo social para mostrar mi identidad ante el mundo, acotaba mucho más, eso seguro.

–Tenía entendido que las arpistas cobraban bien en las orquestas. Nunca te planteaste dedicarte a simplemente tocar, por ejemplo el bajo, o siempre tuviste claro lo de ir por libre. 

–¡Es que yo no toco bien el arpa! (risas). Como intérprete, soy diletante. El bajo sí que lo toco para otros proyectos, y bienvenidos sean los nuevos que lleguen, pero la primera vez que me puse con el bajo fue porque sobraban guitarristas en mi primer grupo de música, como la mayor parte de los bajistas. Me encanta tocar, pero también me encanta componer… También me encanta cocinar, aprender idiomas, jugar al ajedrez… No me gusta elegir solo una cosa y profesionalizarme con eso, o definir mi identidad en torno a una única habilidad. No sé, soy una persona con muchas aficiones. Me entretengo fácil, amo la música y amo todas sus disciplinas, no quiero renunciar a ninguna.

–Y a la hora de grabar un disco, ¿mejor en solitario o con una banda?

–Depende, hay momentos para todo. En una banda todo el mundo pone las ideas en común, y mola, cada uno aporta su grano de arena y consigues hacer algo que no serías capaz de hacer sola. También tiene ese punto comunitario de remar todos hacia la misma dirección, que es precioso. Yo estoy super a favor de tener una banda, he tenido tropecientas y seguiré teniendo, pero Marta Movidas al final era un sonido concreto que tenía en mi cabeza y que no estaba en la cabeza de nadie más que conociera en ese momento, entonces tenía que desarrollarlo yo sola para realmente encontrar el sonido que buscaba. Ambas cosas me gustan, como en mi vida, soy supersociable y me encanta pasear con mis amigos, pero otros días me apetece pasear sola y ambas opciones son igual de buenas y complementarias entre sí.

–Entonces, ¿te gustaría probar otros estilos o crees que ya has encontrado el tuyo, tu sonido?

–Siempre que escucho una canción que me gusta, sea del estilo que sea, pienso ‘¡jo!, tío, quiero hacer esto’. Luego te sale lo que te sale, pero es divertido jugar con todos los elementos, claro.

–¿Crees que ahora la música (el pop, concretamente) tiende más a la experimentación? Que se impone más el ‘collage’ (así definió Rosalía su ‘Motomami’) a que predomine un género musical, y que no parezca todo demasiado incoherente.

–Desde luego. El sistema tonal está colapsando y es momento de instaurar un nuevo sistema. Se acaban los estímulos, di no a la jerarquía del sonido, abajo los hercios, libertad en la frecuencia.

–¿Cuál es el último disco que escuchaste del tirón, de la primera a la última canción?

–El último de Autoescuela [‘Mal’].