Primavera Weekender, el festival casi perfecto
El resort Magic Robin Hood de Benidorm acogió un evento musical, de aforo reducido, con el que el Primavera Sound empezó a celebrar su 20 aniversario y en el que destacaron los conciertos de Primal Scream, Idles y Cigarettes After Sex
CARLOS GARCÍA y MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ
El Primavera Sound está de enhorabuena. En 2020 tendrá lugar su vigésima edición y este pasado fin de semana comenzaron las celebraciones con el Primavera Weekender, un festival ‘gourmet’ organizado en Benidorm con la colaboración de Producciones Baltimore –empresa responsable del Warm Up de Murcia–. El complejo Magic Robin Hood, un resort de temática medieval, fue tomado por un millar de seguidores de la religión ‘primaveriana’, esa que mezcla pop, indie, rock, punk y cada vez más altas dosis de sonidos urbanos en su coctelera/laboratorio del Parc del Fòrum de Barcelona.
La primera jornada, celebrada el 8 de noviembre contó como principales atractivos con Belle & Sebastian, Sleaford Mods, Whitney y Weyes Blood. Sin embargo, centraremos la crónica en el sábado, el día que asistimos y con el que pudimos dar fe de por qué hay que añadir la palabra ‘gourmet’ a la de festival. La jornada arrancó con doble ración murciana en los escenarios pequeños: Poolshake y Yana Zafiro. Tras un año sin ver en directo a los primeros, su progresión ha sido más que notable. Musicalmente han atracado su sonido en un puerto propio, después del lógico deambular en busca de una identidad reconocible cuando un grupo tiene el hambre musical que caracteriza a Riv y los suyos. Su dream pop psicodélico puso a bailar a un buen nutrido grupo de asistentes al escenario Camelot, que pudieron saborear el grueso de su último EP, ‘Some things last forever’, junto a temas más antiguos, como ‘Golden smoothie’ y ‘Pale trees’.
Muy destacable y aplaudible la actitud del grupo, en general, y de Riv, en particular, que ha dejado atrás gran parte de su histrionismo y se ha asentado como un ‘frontman’ carismático desde la naturalidad. Si el volante que maneja a Poolshake les lleva por los caminos adecuados, estamos hablando del grupo murciano con mayor proyección del momento.
En el otro escenario pequeño, el Excalibur –recordamos que se celebró en un resort de temática medieval e inspirado en Robin Hood, con foso para los cocodrilos incluido–, la ucraniana afincada en Beniel, Yana Zafiro, mostró su propuesta más ‘underground’, con un estilo que ella misma define como «lo-fi bedroom pop» y que se ajusta perfectamente a los parámetros que habitualmente busca el Primavera Sound, aunque no apto para todos los públicos. No faltó su particular homenaje a la saga ‘Crepúsculo’.
El escenario principal del Primavera Weekender, bautizado como SEAT, era una sala grande, pero con una capacidad no más allá del millar de personas, número total de entradas vendidas. Un espacio diáfano con un sonido realmente bueno para no tratarse de un lugar dedicado exclusivamente a la música en directo.
Allí pudimos disfrutar de las atmósferas de Cigarettes After Sex, con una iluminación completamente oscura y tan solo unos focos dándole el protagonismo a su cantante y guitarrista, Greg Gonzalez, situado en el centro del escenario. Mal plan para alguien con el corazón sensible ir a un festival con ellos como reclamo. La soledad que transmiten sus canciones se ven 100% reflejadas en su espectáculo… ¿Pero qué esperábamos si no?
El numeroso público respetó el silencio que merecía la ocasión y se dejó llevar por la sensualidad que desprendió la banda durante los –tan solo– 45 minutos de concierto, que se sustentó en la presentación de 'Cry', su último y reciente disco, junto a clásicos como ‘K’, ‘Apocalypse’ y ‘Nothing’s gonna hurt you baby’. Como curiosidad, nos pareció ver sonreír a Gonzalez durante un milisegundo. O tal vez fue un tic, no lo sabemos, pero lo que nos queda claro después de su concierto es que la tristeza está infravalorada.
La sorpresa de Black Country, New Road
Tras Cigarettes After Sex llegó una de las sorpresas del fin de semana: Black Country, New Road. Los londinenses, que actuaron en el segundo escenario, son una banda difícil de catalogar, a veces abrazados al post-rock y otras al jazz (cuentan con un saxofonista y una violinista). Una mezcla curiosa, pero que funciona a la perfección. Les seguiremos la pista.
Con el buen sabor de boca que deja siempre conocer a una nueva banda, nos encaminamos a ver a otra que lleva desatada un par de años sin visos de poner freno a su crecimiento, Carolina Durante. Diego, Mario, Juan y Martín no jugaban a priori en un terreno de juego propicio. El Weekender se nutría de grupos extranjeros, alejados de su seguidor medio, pero salieron de Benidorm como unos de los triunfadores del festival.
Nada nuevo en su ‘show’, pero la banda sigue mejorando y dejó mejores sensaciones que nuestro último encuentro con ellos en el Dcode madrileño, donde tuvieron numerosos problemas técnicos. En esta ocasión, el sonido fue perfecto y la hiperactividad bajo control de Diego Ibáñez hizo que temas como la inicial ‘Las canciones de Juanita’, ‘Niña de hielo’ y ‘El Año’ conectaran inmediatamente con el público del escenario SEAT. Nos olemos que ‘Cayetano’ también cambió su voto el domingo durante las elecciones, pero el nuestro sigue siendo el mismo, a Carolina Durante.
Otra apuesta segura para un festival es Primal Scream. Un par de gestos y varias palmadas de Bobby Gillespie sobre el escenario y el público ya era suyo. Los escoceses presentaban su recopilatorio ‘Maximum Rock ‘N’ Roll’, y uno a uno fueron cayendo todos sus ‘hits’, o por lo menos los que les dio tiempo a tocar en una hora de concierto. Con un inicio de clara vocación electrónica, con ‘Don't fight it, feel it’, ‘Swastika eyes’ y ‘Miss Lucifer’, los mejores momentos llegaron con sus canciones más rockeras, con un Andrew Innes en estado de gracia y haciendo atronar su guitarra en ‘Country girl’, ‘Movin’ on up’, ‘Jailbird’ y ‘Rocks’. No se quedó fuera del ‘setlist’ un himno como ‘Loaded’, con Gillespie gritando aquello de «I don't wanna lose your love». No lo perdió. El cruce perfecto entre la música de baile y el rock que tan bien define su trayectoria de más de tres décadas.
El último concierto al que asistimos fue el de una de las bandas del momento. Ya reseñamos ‘Joy as an act of resistance’ de Idles como uno de los mejores discos del año pasado y habíamos oído maravillas de su directo, así que las expectativas eran altas, muy altas. Pero amigos, los cinco de Bristol las superaron con creces. Una banda del pueblo y cantando para el pueblo canciones llenas de rabia con las que pueden identificarse. Eso son Idles. Un pogo infinito salpicado por mensajes autobiográficos de Joe Talbot entre canción y canción contra el abuso escolar (‘I’m Scum’), la vida entre drogas y alcohol (‘Benzocaine’), el heteropatriarcado (‘Mother’) y la inmigración (‘Danny Nedelko’).
La sensación es que estos chicos lo dan absolutamente todo encima y debajo del escenario, puesto que los paseos de sus guitarristas entre el público fueron repetidos durante todo el concierto. Y lo hacen con gusto, furia y talento. Lo último es innato y los dos primeros cruzamos los dedos para que les dure muchos años.
Una experiencia para repetir
La conclusión es que los asistentes al festival pueden sentirse realmente afortunados de la experiencia. Un recinto perfecto, sin colas en baños ni barras, precios asequibles, un aforo comedido –más propio de un concierto en sala que de un macrofestival– y un cartel sobresaliente. El único pero, la corta duración de algunos de los conciertos, especialmente los cabezas de cartel.
No queremos pensar que esto sea solo una fiesta de celebración de un aniversario y esperamos que se convierta en el inicio de algo que perdure en el tiempo, y tan cerca de la Región de Murcia. Nuestra enhorabuena al Primavera Sound y a Producciones Baltimore. Y gracias al incombustible Sergio Mercader por cedernos todas las fotos que acompañan esta crónica.