Cala Vento: «Tenemos miedo de que se nos acaben las ideas; no queremos sonar repetitivos»

Los dos componentes de Cala Vento, Joan Delgado (i) y Aleix Turon. / ANNA IZQUIERDO

Los dos componentes de Cala Vento, Joan Delgado (i) y Aleix Turon. / ANNA IZQUIERDO

El dúo gerundense presentará su nuevo disco, 'Balanceo', el 16 de noviembre en Murcia, y el cantante y guitarrista, Aleix Turon, habla sobre los cambios que han introducido en el LP y de compatibilizar la profesión de arquitecto con la música


Es realmente complicado acudir a un festival donde actúe Cala Vento y no quedarse en su concierto por muy desconocido que pueda sonar su nombre. Los gerundenses desprenden un halo de autenticidad y frescura en su música del que pocas bandas nacionales pueden presumir. ¿Su secreto? Conseguir llenar escenarios partiendo de un aparentemente básico dúo de guitarra y batería que se hace enorme hasta el punto de que es imposible no acabar por escuchar un «parece mentira que solo sean dos» entre la audiencia. El debut con su disco homónimo y la continuación con ‘Fruto Panorama’ les sirvieron para hacer kilómetros y kilómetros a lo largo y ancho de España. Ahora presentan ‘Balanceo’, un álbum muy cuidado, editado por ellos mismos y gestado con la calma de quien es consciente de que la limitación de su fórmula es un hándicap a tener en cuenta. «Tenemos miedo de que se nos acaben las ideas; no queremos sonar repetitivos», confiesa Aleix Turon (Figueras, 1991), guitarrista y voz principal de la banda, con quien charlamos acerca de su nuevo trabajo, cuya presentación en Murcia será en la Sala Spectrum, el próximo 16 de noviembre.

Habéis trabajado con mucho más tiempo del habitual a la hora de grabar 'Balanceo'. ¿Es el disco que teníais planeado? ¿Os sentís orgullosos del resultado final?

–Sí. El resultado final siempre nos sorprende porque, en cierta forma, grabas el disco con productores ajenos a la banda y está todo en sus manos. Le puedes transmitir lo que estás buscando con tu obra pero, al final, siempre pasa por sus manos y por su mente, y por su manera de hacer funcionar las máquinas en el estudio y después en la mezcla, que siempre te sorprende. Y eso pasa con Santi García, que es un maestro. Siempre lo digo, parece que estamos ahí en el estudio y que el tío no está haciendo nada, pero en realidad lo está haciendo todo, y cuando escuchamos las mezclas terminadas por primera vez nos sorprendió mucho. Pero sí que hemos cumplido bastante nuestros objetivos, que era hacer un disco de manera más pausada y trabajar más tiempo en el estudio. Lo hicimos de una manera en la que no habíamos trabajado antes, grabando por pistas. Es algo que se hace en la mayoría de grupos, pero nosotros no lo habíamos probado. Y nos apetecía trabajar así, de una manera más tranquila y sin tanto frenesí, que es el ritmo al que estamos acostumbrados. Y la verdad es que lo hemos conseguido con creces. Estamos contentos de esos diez días que pasamos en Motril y luego entre Barcelona y Sant Feliu, con la calma, haciendo voces, con un ‘deadline’ que nos apresuraba un poco, pero intentando mantener la calma para que no diéramos por terminado el disco hasta que estuviéramos del todo convencidos.

Hasta ahora me imagino que habéis grabado en directo.

–Sí. ‘Cala Vento’ y ‘Fruto Panorama’, los dos primeros discos, están grabados en directo. En ‘Cala Vento? estábamos los dos en la misma habitación y en ‘Fruto Panorama’, separados, pero conectados por auriculares, y sí que lo grabamos en vivo. Lo planteamos así. Queríamos grabar las canciones tal y como las tocábamos en los conciertos y en el local de ensayo, pero ya lo hemos hecho dos veces y dijimos que para este disco íbamos a probar algo distinto.

'Balanceo' es vuestro primer trabajo bajo un sello discográfico propio, Montgrí. ¿Por qué decidisteis dar ese paso?

–Bueno, fue un poco también en esa línea de probar cosas distintas. Joan (Delgado, batería y voz) y yo somos bastante así con todo en la vida. La repetición nos aburre un poco. Cuando nos encontramos en una dinámica, tenemos la sensación de estar estancados. Nos agobiamos e intentamos romper. Y el tema del sello es un poco eso. Llevábamos dos discos con BCore, en su dinámica, y queríamos algo distinto, no porque no nos gustara, sino porque somos muy jóvenes y nos gusta probar, ir aprendiendo de cada manera de hacer las cosas. Estuvimos hablando con otros sellos, muy distintos entre ellos y, al final, ninguna de las opciones que teníamos sobre la mesa nos acabó de seducir, y eso que la autoedición estaba al final de la lista cuando empezamos a barajar posibilidades. Pero iban pasando las semanas, e iba subiendo en la lista (risas). Y se colocó la primera y nos dijimos: 'vamos a tener que hacer esto. No tenemos ni puta idea de cómo hacerlo, pero seguro que nadie le mete tantas ganas e ilusión como nosotros mismos'.

A pesar de todos esos cambios que queríais hacer, habéis vuelto a contar con Eric Fuentes (The Unfinished Sympathy) y Santi García para la producción, que os acompañan desde vuestros inicios. ¿Por qué no habéis querido dar también el paso en ese ámbito?

–(Risas) Es que hay cosas que cuestan mucho cambiar. Creo que en la vida, en general, hay cosas que cuestan mucho cambiar y no sabes muy bien por qué. Aunque a veces sientes que tienes que cambiarlas, no sabes cómo ponerte a ello. Y lo de Santi y Eric es un poco eso. Estuvimos con Eric, que colaboró mucho con nosotros en todo lo que es el trabajo previo a la grabación del disco. Estuvimos hablando horas y horas de quién tenía que producirlo, quién tenía que mezclarlo, si Santi o no, si debíamos trabajar con otro productor. Y también sobre el papel de Eric, si tenía que estar ahí o no. Le dimos una cantidad de vueltas enorme y fuimos un día al estudio de Santi a hablar del disco y que escuchara las demos que teníamos, y eso que no nos pasó con los sellos discográficos, que nadie nos sedujo, pues Santi sí lo hizo. Con un par de frases y tonterías nos cautivó, y demostró que estaba extremadamente motivado para hacer este disco. Y se quedó con el trabajo.

¿Está en vuestros planes editar discos de otras bandas bajo vuestro sello?

–Pues es algo que evidentemente no nos habíamos planteado, básicamente porque cuando decidimos crear Montgrí, ni Joan ni yo habíamos publicado un disco de una manera o con un planteamiento profesional en la vida. Habíamos sacado discos con nuestras antiguas bandas, pero de forma muy ‘amateur’ y que repartíamos entre los amigos. No existía una distribución en tiendas ni promoción ni todo eso. No teníamos ni idea de cómo hacerlo. Queríamos sacar nuestro disco, 'Balanceo' de la mejor manera posible, pero a raíz de eso, no sabemos por qué, y a pesar de que es nuestra primera referencia discográfica como sello, hubo grupos que nos mandaron mensajes por si queríamos editar algo más. Y Joan y yo pensábamos que la gente se había vuelto loca, porque realmente no saben si lo vamos a hacer bien. Y nos entró un poco esa línea que no habíamos pensado antes, y ahora que vemos que podemos sacar un disco, y hacerlo bien, porque creemos que ha ido muy bien todo, pues igual sí que nos haría ilusión trabajar con otras bandas y ayudarles con lo que nosotros hemos aprendido todos estos años. Sobre todo, lo que más ilusión nos haría es hacer esto con bandas de la provincia de Gerona, porque es muy difícil, y nosotros lo hemos sufrido, que las bandas regionales o de provincias encuentren un hueco en la escena estatal. Si vives en Madrid y Barcelona, más o menos y si lo hacen bien, pues acaban entrando, pero cuando estás lejos de esas ciudades, cuesta una barbaridad.

Si no me equivoco, ahora mismo compatibilizas la carrera musical con tu trabajo de arquitecto. ¿Te ves ya en la tesitura de tener que elegir entre el camino de la música y el profesional?

–Un poco sí, pero tengo la gran suerte de que la profesión, es ese respecto, es muy liberal, muy parecida a la de músico. Son profesiones que puedes trabajar por cuenta propia, asumiendo la inestabilidad que eso conlleva, pero si lo asumes, puedes vivir así. La verdad es que ahora mismo estoy compaginando. He tenido la suerte de que me han encargado proyectos directamente a mí, y los he podido trabajar por mi cuenta. Pero te diré que este año esos proyectos sí que me están 'molestando' más que otra cosa, porque Cala Vento me está dando mucho curro, y el sello también, y no me llegan las horas (risas). Preferiría hacer un 'stand by' en esos proyectos que tengo por ahí, y seguirlos el año que viene o más adelante, pero no se puede. Hay que apechugar e intentar hacerlo todo. Creo que también nos va a ir bien para Cala Vento que no solo tengamos los pies en la banda por si, de repente, el barco naufraga. Es bueno tener ahí un punto de apoyo.

 
 

En 'Balanceo' también se aprecia una mayor riqueza instrumental, sobre todo con teclados y vientos en algunas canciones. ¿Os sentís tentados de incorporar más instrumentos al directo o usar sonidos pregrabados?

–No, lo pregrabado no nos acaba de convencer. Nos gusta que lo que pasa en los directos tenga ese carácter efímero de que cada día es distinto y va según nuestro estado de ánimo o del que tiene el público. Que sean momentos únicos. Y el hecho de llevar música pregrabada, al menos esa parte, siempre va a ser igual. Eso seguramente influye para que lo otro no pueda pasar. Somos bastante reacios a eso. Las canciones de 'Balanceo' fueron creadas con guitarra y batería en el local de ensayo, aunque sí que es verdad que en el estudio nos hemos tomado el lujo de obviar esa dupla. Pero después de grabar las canciones y terminar el disco, nos pusimos un día en el local a intentar tocar lo que habíamos grabado, y la verdad es que salió más o menos bien. Tampoco fue muy dramático porque ha sido como un viaje de ida y vuelta a las canciones.

Es tal y como nacieron las canciones.

–Sí. Han vuelto a sus orígenes, pero pasando por el tamiz ese de la grabación y ha estado guay.


No me gustan los sonidos pregrabados. Lo que pasa en los directos debe ser efímero, momentos únicos

Y en el tema de las letras, a veces tengo la sensación de que algunas son profundas, pero hay otras algo más superficiales, con frases que me llegan a chirriar un poco, como en la canción 'La comunidad', con lo de 'o lo tomas, o lo dejas; esto es como las lentejas', y otras con referencias a BlaBlaCar.

–Es muy difícil escribir letras. Si le doy demasiadas vueltas y lo tengo que pensar mucho, me agobio y no me salen. Las mejores, o más bien las letras que están en los discos de Cala Vento, no sé si decir casi todas, pero la mayoría son por manifestación espontánea. Y no suelo hacer en el mismo día una letra entera, pero las frases son básicamente ocurrencias. Lo que podría ser el reflejo de un pensamiento, porque no pensamos como escribimos, de una manera lírica. Los pensamientos tienen otras reglas. Me gusta cuando puedes colar un quiebro de estos que dices que te chirrían o sorprender en las letras. A mí me encanta que pase eso. Mi máximo referente a nivel de letras es cuando en una canción están cantando una cosa y, de repente, aparece algo, una palabra o una frase, que te sorprende y te golpea por dentro. Me encanta cuando te produce eso las canciones. E intento que las mías también generen ese tipo de situaciones.

Se me viene a la cabeza un grupo como Perro, que es muy de hacer ese tipo de cosas.

–Sí. Guille es bastante de ese rollo, incluso nunca escribe las letras. Son letras que solo él las sabe. En los discos de Perro no se incluyen las letras, y nadie más las ha visto escritas (risas).

Ellos suelen decir que repiten una frase cuando están en el estudio, y si es Coca Cola, pues Coca Cola.

–Creo que esa conexión entre pensamientos y letras se ve muy claramente en un grupo como Perro.

¿Crees que a la larga es un hándicap vuestra formación de batería, guitarra y voz a la hora de buscar nuevos sonidos?

–Hay días en que sí lo pensamos y, de hecho, una canción como 'Fin de ciclo' apareció por culpa de esas dudas y esa preocupación, porque ya nos ha costado sacar estas canciones nuevas. El disco es mucho más reflexivo y está mucho más trabajado porque nos ha costado mucho más esfuerzo crear canciones de Cala Vento sin sonar repetitivos, con los mismos elementos. Al final sí que hemos añadido algo de instrumentación en el disco, pero la guitarra y la batería siguen siendo la estructura principal de todo el sonido. Estamos un poco cagados en ver qué va a pasar en el futuro, por si se nos acaban las ideas. Pero de momento estamos tranquilos, tenemos un disco que acaba de salir, que nos encanta cómo ha quedado y tenemos por delante al menos un año y medio o dos para disfrutarlo. Después ya veremos qué pasa.

¿Qué tal la experiencia de tocar en México hace unas semanas? ¿Cuál es el plan para 2019?

–El plan es tocar todo lo que se pueda e ir seleccionando cada vez mejor, porque hemos comido bastante mierda todos estos años, de tocar en sitios de los que tenemos un recuerdo flipante, pero vinieron a vernos pocas personas. Hay que cuidarse, porque son muchos kilómetros en la carretera para que luego la cosa sea un poco decrépita. Y cuando eso sucede de manera reiterada, acaba quemándote. Vamos a intentar hacer una buena gira para que todo el mundo en el país a quien le haya gustado este disco, o alguno de los anteriores, pueda venir a vernos. En México, acompañamos a una banda de allí, Kill Aniston, y hemos vuelto a lo que hacíamos antes en España de tocar día sí y día también en la ciudad que queda más cerca del concierto de la noche anterior y decir sí a todo. Dimos nueve conciertos y fue un poco precario, en el sentido de afluencia de público, pero fue una experiencia brutal, por la buena relación con la otra banda, la carretera, los tacos… Fue increíble, no nos lo esperábamos. El año pasado fue todo un poco distinto, pero esta vez sí que valió mucho la pena. Esperamos que Kill Aniston nos acompañe en algunos conciertos de la gira española, y creo que el de Murcia, el 16 de noviembre, será uno de ellos.