Detrás de la cámara de... Javier Rosa


Una buena foto de directo tiene que sonar

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Hace tiempo que perdimos la cuenta de las veces que nos hemos cruzado con Javier Rosa por un festival. Siempre cargado con sus cámaras y corriendo de un escenario a otro, siempre consiguiendo estar en el momento y el sitio adecuado para captar esos instantes irrepetibles. Son ya veinticinco años de experiencia y ha fotografiado a prácticamente cualquier grupo que se te pase por la cabeza. Un trabajo que le ha situado como uno de los fotógrafos más demandados y valorados del sector musical en nuestro país.

–¿Cómo y cuándo empezaste en el mundo de la fotografía de conciertos?

–Arranqué con eso de falsificarme algún que otro carné de prensa. O hacías eso o no entrabas a los eventos. Por aquella época se hacía raro encontrar a más de un fotógrafo en salas de conciertos, y yo no solía perderme uno. El ​jazz y el blues eran mi terreno y Café Central, Populart o Suristán eran mis espacios. De eso hace ya una pequeña eternidad. 27 concretamente.

–¿Qué es lo que te enganchó? ¿Qué la hace especial?

–Sin duda, esa magia que suponía volver a casa con 3 o 4 rollos de ​Tri-X en la bolsa sin saber qué contenían. Proceder a revelar negativos, dejarlos secar mientras picabas algo para sobrellevar la madrugada y, una vez secos, empezar con el proceso de positivado. Ese ritual, noche tras noche, es inolvidable. Cuando empiezas con esto de la fotografía, quemarte las manos con químicos se hace imprescindible y el olor te acompaña toda tu vida. Hoy ya queda poco de eso. Soy poco de mirar mis fotos en la pantalla de la cámara cuando disparo, así que, siempre que regreso desde el escenario a la oficina del festival en el que trabajo en ese momento, vuelvo con esa sensación a las espaldas, y eso me sigue emocionando.

–¿Qué es para ti una buena foto de un concierto?

–La que reúne la suficiente información y hace que permanezcas un buen pedazo de tu tiempo intentando descifrar qué demonios estaba pasando justo en ese momento. La que lleva impregnada parte de la propia música que estaba sonando. Una buena foto de directo no tiene que ser solo un instante captado, tiene que sonar.

–¿Qué es lo mejor que te ha dado la fotografía? ¿Algún momento que no vayas a olvidar nunca?

–Nada es comparable a la sensación que me produce bajar el ritmo frenético que llevo cuando trabajo. Cuando terminas una jornada de un festival y serenas tu ritmo, empiezas a disfrutar verdaderamente del festival. Esto desgraciadamente siempre sucede cuando la música ha dejado ya de sonar, pero para mí es la esencia pura de un festival. Lo mejor de todo, disfrutar de esos momentos con los compañeros que hacen posible que estas grandes ‘máquinas’ funcionen. Hago tantos festivales al año que tengo amigos en cada provincia de este país. Lo mejor es poder reunirme con cada uno de ellos, aunque solo sea un fin de semana al año.

–¿Es más importante la mirada o el equipo? ¿Se puede ser un buen fotógrafo con un equipo pequeño?

–Claro que puedes, pero se hace más complicado. El equipo no lo es todo. Tener poco equipo, pero 100% adecuado al tipo de fotografía que practicas es la clave. Conozco compañeras y compañeros que con un cuerpo básico y dos ópticas muy concretas hacen maravillas. Hay dos tipos de flujo de trabajo, quienes optan por la calma, la búsqueda del momento sin prisa alguna y nada condicionado a una entrega de material inmediata, y quienes vamos a 10.000 por hora y tenemos un solo tema para documentar con 10 o 12 imágenes todo lo que ha sucedido en ese ‘show’. Si buscas esto, necesitarás de un equipo fotográfico bastante avanzado. ¿Es necesario? Igual sí, igual no. De todas maneras, sin mirada no hay buen equipo que te saque la foto adecuada.

–¿Qué no puede faltar en tu mochila? ¿Qué es para ti lo fundamental en tu equipo?

–Una botella de agua ​(muy fría), cepillo y pasta de dientes, chicles sabor sandía, dos ópticas y dos cuerpos de cámara. Por este orden.

–¿Crees que el trabajo del fotógrafo está realmente valorado por el artista y por el público? ¿Y económicamente?

–Claro que lo está. El artista necesita de esas imágenes al igual que necesita de videoclips para mostrar su trabajo. El público no tiene la misma necesidad, tiene cámaras de fotos con las que documenta medio concierto (la otra mitad la pasa de camino a la barra). Por eso, luego quiere ver lo sucedido desde el punto de vista de cámaras de vídeo y fotógrafos. Económicamente podría ser más valorado. No entro en esta discusión. Hago mi trabajo cada fin de semana y prefiero no quejarme.

–¿Es posible realizar un buen trabajo con las condiciones actuales en los fosos (pocos minutos, muchos fotógrafos, restricciones de ángulos, luces…) o todo se complica?

–Lo peor de trabajar en un foso no radica en la cantidad de compañeros, tiempo o espacio que tienes. He llegado a hacer 20 buenas fotos durante la primera de las tres canciones permitidas y he salido de allí en el minuto 3. También es cierto que he estado tres canciones esperando a que el bueno del técnico de luces me quitase esa ‘niebla irlandesa’ y aburrido de esperar me he ido a la barra a pedir una cerveza. Una vez pasado ‘el buen trago’, me he metido entre 6.000 personas, he hecho la foto que quería y he terminado. El foso suele ser el peor espacio para fotografiar.

 
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–¿Serías capaz de concebir la música hoy en día sin la imagen? ¿Crees que es el momento en el que más importante es el trabajo del fotógrafo?

–Reconozco que, en ocasiones suelo ir a algún concierto sin equipo fotográfico y pasados unos minutos me siento raro. No hay marcha atrás y disfruto del ‘show’ como si tuviera 20 años. El trabajo de un fotógrafo de directo va estrechamente relacionado con el momento del ‘show’, de los previos al propio concierto. Esto no ha cambiado en años.

–¿Qué consejo darías a aquellos que están comenzando en la fotografía de conciertos?

–No soy nadie para dar consejos. La fotografía evoluciona al igual que lo hace la propia expresión fotográfica. La elocuencia y la honestidad son armas muy poderosas. Si quieres vivir de esta disciplina, ser honesto se hace indispensable


El foso suele ser el peor espacio para fotografiar; me he metido entre 6.000 personas y he hecho la foto que quería
— Javier Rosa

–¿A qué grupo sueñas con fotografiar algún día? ¿Y alguna banda soñada que ya hayas fotografiado?

–Pues tener delante a esa congragación de bizarros –llamada Los Inhumanos– hubiera estado bien, por eso de saber testar correctamente el servo continuo del autofoco y tener todo el campo fotográfico bien cubierto. En una ocasión tuve el honor de fotografiar a Paco de Lucía durante el Festival Internacional de Jazz de Vitoria-Gasteiz, allá por 2013. Fue el acto fotográfico más intenso que jamás he vivido, ¡y eso que no se levantó de la silla! (ni yo me moví de mi espacio).

Actitud y presencia

–¿Qué tiene que tener un grupo para que te despierten las ganas de coger la cámara?

–Actitud y presencia. En esto del indie falta un poco de ambas cosas.

–¿Con qué grupo o artista te lo has pasado mejor en el foso? ¿Por qué?

–Tengo buenos amigos sobre los escenarios. Lo mejor de todo esto es que se crea una pequeña ‘comunión’ entre ellos y yo. De ahí suelen salir siempre buenas fotos. Buena prueba de ello sucede con Belako, con Perro y hasta con Paco Loco.


Instagram de Javier Rosa: https://www.instagram.com/javierrosa/