Grande Amore: «No tengo referentes en la electrónica, soy más de guitarras»

 

/ Aigi Boga

 

La banda gallega, tras la que se esconde el proyecto personal de Nuno Pico, actúa este sábado, 23 de marzo, en Murcia en el que es uno de los conciertos más destacados de lo que queda del ciclo Microsonidos


Valadouro es un pequeño pueblo de poco menos de 2.000 habitantes. Uno de tantos rincones que nos ofrece la extensa y angosta geografía gallega. Las comunicaciones no son su punto fuerte y la ciudad grande más cercana, La Coruña, se encuentra a casi dos horas de camino en coche. Crecer en un espacio alejado de las comodidades de la urbe tiene sus ventajas, pero también sus limitaciones. Una de ellas es, por ejemplo, el acceso a la cultura, ese bien cada vez más democratizado gracias a Internet, pero que hasta hace bien poco estaba solo reservado para quienes podían acceder a él en las ciudades.

Nuno García Pico nació allí en 1995. Me cuenta durante nuestra charla previa a su viaje al sur de España que calmaba su sed de música acompañando a su madre a El Corte Inglés de La Coruña una vez al mes. Ella hacía las compras mientras él se quedaba merodeando la sección de música. Cuántos no nos sentiremos identificados con esa imagen de un niño o un chaval manoseando uno y otro disco, mirándolos con fascinación y escuchando la música de muestra en los auriculares durante horas para luego llevarse, con suerte, uno de ellos. Nuno fijaba su atención, sobre todo, en los discos de metal. Testament, Judas Priest, Manowar… sus portadas evocaban alegorías que, unidas a la imaginación infantil, presagiaban sonidos increíbles en su interior. «Luego lo escuchabas y la verdad es que no te daba ningún ictus», apostilla Nuno, que hoy tiene en Grande Amore su proyecto artístico. Una banda donde los sintetizadores y la electrónica ponen lo musical y el punk aporta lo propio en cuanto a letras y actitud.

Mucho habría que retorcer la imaginación para entroncar al niño que merodeaba los pasillos de aquel centro comercial en los primeros años 2000 y el que hoy anima al pogo cantando sobre bases espídicas por toda España. Poco tiene que ver la electrónica con el heavy, pero Nuno es un tipo de nuestro tiempo, alguien que sabe que en la batidora de la creatividad hay espacio para todo y no duda en plasmar portadas con espadas y caballeros o crear un logo que bien podría aparecer en el cartel de un festival de black metal. Tras dos discos editados se han consolidado entre la nueva generación de bandas que despuntan desde Galicia, contando, además, con el gallego como lengua vehicular. Este sábado llegan a Murcia, tras pasar por Sevilla y Granada. «Va a ser un fin de semana intenso». Y que lo digas, Nuno, y si alguien tiene dudas, que se acerque a la Yesería a verle el sábado 23 de marzo dentro del ciclo Microsonidos.

 
 

II’ (Ernie Records, 2023) lleva unos meses en la calle y te encuentras inmerso en la gira de presentación. ¿Qué sensaciones te estás encontrando hasta ahora?

–Me pasa una cosa y es que no soy nada bueno como termómetro para estas cosas. Cuando otro grupo está en mitad de una gira o cuando saca algo nuevo, sí que veo fácilmente su acogida o cómo les está yendo, pero cuando es algo que me toca a mí, nunca sé qué decir. Lo más fiable es que hay bastante bolos y a la gente se le ve animada cantando todos los temas. Así que guay, la verdad.

–Te vas a cruzar España este fin de semana para tocar en Sevilla, Granada y Murcia. Lugares donde sabemos perfectamente de las dificultades de crear desde la periferia y vivir de ello. Bonito símil con tu Galicia natal, ¿no?

–Ciertamente, desde hace un tiempo hay mucha más visibilidad de lo que se está haciendo fuera del centro. En las periferias. en general. y en Galicia. en particular. siempre ha habido proyectos muy interesantes, pero ahora se les escucha más.

–¿Qué diferencia hay entre el Nuno de ‘Todo ou nada’, tu primera publicación, y el de ‘II’.

–Uf, bastante, bastante. En el momento en el que empecé a hacer música como Grande Amore no tenía ni idea de qué acabaría siendo el proyecto. En aquella época escuchaba cosas ochenteras y poperas y es lo que me apetecía hacer para grabar unos temas que tenía. Separarme un poco de lo que hacía por entonces, que era tocar en grupos más punk. Me apetecía un proyecto más electrónico. Pero enseguida volvió a apetecerme evolucionar a lo que es el Grande Amore del primer disco y de ‘II’. Cuando empecé trabajaba de DJ y todo lo que ganaba currando era para costearme las grabaciones. Eran los últimos coletazos de la vida de estudiante, con mucha noche. Miro atrás y parece otra vida. Obviamente todo ha cambiado mucho.

 

 

–En estos días se pide editar mucha música en formato sencillo a los artistas. En tu caso, ¿qué importancia tiene el LP como concepto unitario?

–Una de las cosas más claras que cambian del primer disco (‘Grande Amore’, Ernie Records, 2021) al segundo es que el primero era un conjunto de ‘singles’ sueltos. Un día me apetecía hacer esto, mañana aquello, un poco con más bandazos. En cambio, el segundo está concebido al completo como disco, como una unidad. Tanto por mi parte de creador, como la de consumidor tengo claro que el LP da un sentido a todo. Sigo acostumbrado a ‘la forma vieja’ de escuchar música, me crie con el punk y el rock. Me gusta que haya una idea, un hilo que una todo, sin ser necesariamente conceptual.

–Suelo preguntar cuál es el último disco completo que el entrevistado ha escuchado de inicio a fin. Seguramente en tu caso no hará mucho…

–Desde luego. Hoy mismo he escuchado completo en el coche el tercer disco de Turbonegro, ‘Ass Cobra’, el primero en el que dejaron de lado su parte metalera. Últimamente les escucho mucho.

–Grande Amore evoca a los 80 por el uso de los sintetizadores y el electropop. ¿Pero qué escucha Nuno en su día a día? Me ha llamado mucho la atención que tienes una ‘playlist’ en Spotify llamada ‘En 2011 tenía 16 años’ donde hay canciones de Rory Gallagher, Bob Dylan, Neil Young y Johnny Cash.

–Cuando era joven me flipaba ese rollo. Todos ellos, la Velvet Underground, Patti Smith… Gente donde la lírica tenía mucho peso, y eso que no entendía nada. ¡Ni ‘pa Dios! Siempre he sido muy del punk neoyorquino de primera ola, Television, Ramones, Dictators… Y aun a día de hoy, aunque escucho muchas más cosas, es lo que más me llega. Muchos se sorprenden cuando digo esto porque Grande Amore es un proyecto de electrónica, pero no tengo muchos referentes electrónicos. Hombre, me gusta Depeche Mode, Joy Division y todos ellos, pero no me los pongo en casa. Soy más de guitarras.

 

Nuno Pico (Grande Amore), con una camiseta de Los Suaves.

 

–También tienes tres ‘playlists’ que se llaman ‘Que vuelvan Los Suaves’. Bajo mi punto de vista, Yosi es de los mejores letristas del país y la banda, una de las más infravaloradas.

–A mí me han influenciado muchísimo. Han sido clave en mi vida. Estoy totalmente de acuerdo. En Galicia fueron tan extremadamente populares por ‘Dolores se llamaba Lola’, que todas las orquestas aquí cierran con ella. Es una canción que se ha tornado de verbena, casi un meme para mucha gente. Pero Los Suaves son para mí un grupo bestial. Las letras son insuperables, me llegan al corazón como nadie. De ellos fue el primer concierto al que fui, con trece años, en un pueblo cerca del mío. Y flipé. Por entonces no estaba acostumbrado a escuchar música rockera más allá de lo que pusiesen en la radio y Los Suaves fue el primer grupo que consumí buscándolo yo. Aquel concierto cambió mi vida, les vi y dije «esto es lo que quiero ser yo».

–Es un grupo que ha influenciado mucho más de lo que imaginamos.

–Como formación sentimental, como persona, nadie me ha marcado como ellos. En esa edad, con trece, catorce años, las cosas te impactan de una manera que es muy complicado que vuelva a haber algo después que lo haga con más fuerza. Los Suaves son una parte muy importante de mi vida.

–Nuno, me gustaría preguntarte por la iconografía que hay detrás de Grande Amore. Carteles con referencias a la Semana Santa o el rollo gótico de la portada y arte de ‘II’ o tu propio logo. ¿De dónde vienen esos conceptos en un principio tan alejados de tu música?

–Estéticamente es algo que me ha gustado de siempre. La Semana Santa, su iconografía, la puesta de escena, me ha fascinado desde siempre. Una mezcla entre miedo y respeto. Es difícil de racionalizar. Pero me encanta. Igual me pasa con lo gótico o el metal. Mi generación es la última que no es del todo digital, la que no podía descargar o escuchar música ‘online’. Dependías de los discos en físico. Yo iba una vez cada mes o así a La Coruña, que quedaba a dos horas de mi pueblo, a El Corte Inglés con mi madre. Mientras ella iba de compras, yo pasaba el tiempo mirando la sección de discos. Y lo que más me llamaba la atención eran las portadas de grupos metaleros como Judas Priest y Testament. Esos dibujos, esos diseños… me flipaban. Y eso que la música no me entraba. Pero yo vivía con esa fantasía infantil que me llevaba a pensar «buah, esa portada… lo que debe sonar ahí me va a derretir el cerebro». Era una mezcla entre fascinación y miedo. Cuando empecé con Grande Amore, me interesaba recuperar esa imaginería que me llamaba tanto la atención en su momento.

 
 

–¿Qué tal fue aparecer en ‘Un país para escucharlo’ y grabar con Ariel Rot? En tiempos de redes sociales y Spotify, ¿crees que la televisión aún puede ser un vehículo importante para la nueva música?

–Fue algo increíble. Tengo muchos recuerdos de niño en casa escuchando Tequila y Los Rodríguez, como le pasaría a media España, y de repente ves que estás con Ariel Rot tocando una canción tuya. Una leyenda que me pide indicaciones para tocar un tema que he escrito yo. Le decía «haz lo que quieras, ¡eres Ariel Rot!, cualquier cosa que te pueda decir yo no tiene sentido». Son cosas que en el momento no procesas muy bien. Una experiencia con la que estoy encantado. Y sí, efectivamente ahora la inmediatez es muy importante, pero el hecho de salir en la tele y en un programa hecho con ese mimo y ese amor a la música como ‘Un país para escucharlo’ da al grupo un punto de, llamémosle, veracidad. Es probable que mucha gente que lo viese no consuma mi tipo de música, pero estar en el programa otorga respeto, por así decirlo. «No son mi rollo, pero eh, están ahí, algo deben hacer bien».

–Cuéntame acerca de otra leyenda y un tipo muy querido y respetado que tiene una conexión especial contigo: Carlangas. ¿Qué tal fue trabajar con él?

–Fue genial. Nos conocimos poco antes de la pandemia. Y siempre me ha flipado lo que ha hecho con Novedades Carminha y ahora en solitario. Tengo muchos recuerdos buenos del disco, pero al margen de la música como tal, le voy a tener mucho cariño a ‘II’ porque la grabación fue superfácil y bonita. La preproducción consistió básicamente en pasar tiempo con Carlangas en garitos hablando de música que nos mola y la que queríamos que fuese un referente para el disco. Aunque nuestros proyectos son distintos, el suyo más funky, más bailable y ligero, y el mío en otra dirección, sí que es cierto que venimos los dos de la misma fuente. La escena garagera y punkarra de Nueva York. Esa energía es la que queríamos transmitir, que el disco pareciese uno de los Ramones: cuatro elementos que hicieran una obra digna. Nuestro trabajo previo a la grabación no era hablar sobre ‘plug-ins’ a usar y cómo hacía Fulanito para sonar de tal manera, no. Nosotros hablábamos más de concepto y transmitir energía. Suena a cliché, pero tengo un recuerdo bárbaro de aquello.

–Le he pedido a Noel Turbulencias, que viene a Murcia el mismo sábado a presentar su libro ‘Galicia MusiCalidade’, que me dejase una pregunta para ti. Es esta: ¿Cuál fue el artista gallego que te despertó musicalmente y cuál crees que puede ser el siguiente artista que despierte a la siguiente generación?

–Qué buena pregunta. A mí me la abrió Terbutalina. Un grupo garagero de Muros que me voló la cabeza al escucharlos la primera vez. Fueron mi primer referente cantando en gallego. Cuando era un chaval, en gallego solo había folk y, claro, para mí aquello era para viejos. Y de repente viene Terbutalina, hablándome en unos códigos parecidos a los que me gustaban a mí. Letras en gallego, canciones de un minuto y medio, superdirectos… En cuanto al próximo grupo, ahora mismo estamos en un momento en el que es fácil que eso suceda. Hay mucha gente que está conectando con la chavalada de una forma mucho más intensa que sucedía antes. Cuando empecé a obsesionarme con el rollo de la música en gallego, éramos, Dios mío… ¿cuatro en toda la provincia y veinte en toda Galicia? Y esa cifra ahora ha crecido muchísimo, por suerte. Gente como Tanxugueiras, The Rapants o Fillas de Cassandra están entrando muy bien a los jóvenes, y ojalá eso anime a que sigan saliendo bandas que hagan su propia música en gallego.