Un Warm Up más pendiente del cielo que del escenario

Concierto de Vetusta Morla durante la jornada del domingo del Warm Up. / ÁLVARO RABADÁN

El primer festival grande de la temporada finaliza con una sensación agridulce por los conciertos cancelados debido a la lluvia y algunos otros a medio gas por la incertidumbre de la situación, pero que también regaló grandes momentos musicales de la mano de Kasabian, Vetusta Morla, Iván Ferreiro y, especialmente, Cala Vento


La semana previa de cualquier festival es costumbre revisar a diario la ‘app’ del tiempo en el móvil para hacerse una idea de qué nos deparará la lotería del cielo. Todos hemos vivido, en mayor o menor medida, cómo las inclemencias meteorológicas quitaban protagonismo a lo que sucediera en los escenarios. Pero lo vivido en el Warm Up de este año ha superado los límites de la lógica. Se esperaban totes llenas de crema solar y gafas de sol para aguantar los 40 ºC que se pronosticaban y nos encontramos que lo que debía haber dentro eran paraguas y calcetines de repuesto.

La probabilidad de que te toque el Euromillón es de una entre casi ciento cuarenta millones, pero la lotería es caprichosa y el cielo decidió el sábado que, según datos posteriores de la Aemet, debía llover en una tarde más de lo que lo ha hecho en los cuatro meses que llevamos de 2023 juntos. Sucedió mientras veíamos a Temples, que decidieron muy acertadamente acompañar la estampida de gente huyendo del recinto de La Fica improvisando ‘Riders on the storm’ de The Doors. Pero ya volveremos ahí. Comencemos por el inicio, cuando todos éramos felices sin saber lo que se nos venía encima.

Welcome V aniversario

Este año se cumplían cinco años del Warm Up y aprovechando el puente la organización decidió sumar un día más a la programación como fiesta de bienvenida especial por este aniversario. Miss Caffeina estrenó el Escenario Estrella de Levante con un ‘show’ más que correcto donde pudimos volver a comprobar que en su abrazo al pop han encontrado el anillo que mejor encaja en su dedo. Sonaron las más recientes ‘Punto muerto’, ‘Por si’ y ‘Me voy’, pero también los que ya son clásicos de los madrileños, como ‘Merlí’, ‘Oh! Sana’ y ‘Mira cómo vuelo’. Especialmente aplaudible, al menos para el que escribe, fue la mirada atrás que supuso escuchar ‘Hielo T’.

 

Alberto Jiménez, cantante de Miss Caffeina. / ÁLVARO RABADÁN

 

El plato fuerte de esta primera jornada era Kasabian. En este humilde medio abarcamos una pirámide amplia de sonidos y bandas, pero las hay que, si no están en la cúspide, sí lo hacen donde el espacio se estrecha y solo quedan las elegidas. Y los de Leicester se han ganado a pulso ese lugar no ya en nuestra web, si no en nuestro corazón. Nunca fallan. No fallaron en su primera visita hace cinco años y tampoco lo hicieron en esta última, con un Serge Pizzorno en modo bestia, asumiendo en su alargada figura el peso de la marcha de su inseparable compinche Tom Meighan.

 

Serge Pizzorno, líder de Kasabian, en la jornada de bienvenida del Warm Up. / ÁLVARO RABADÁN

 

Su despido (o renuncia forzada), propiciado por la condena por malos tratos a su por entonces novia (y que después se convirtió en esposa apenas un año después del incidente), dejó a sus fans con la duda sobre cómo sería el futuro de Kasabian. Es cierto que ‘The alchemist’s euphoria’, primer disco de la banda sin Tom, es muy irregular y hace presagiar un complicado porvenir compositivo, pero en directo la banda continúa siendo el mismo puñal que siempre fue. Las cartas estuvieron encima de la mesa desde muy pronto, con ‘Club foot’, ‘Ill Ray (The king)’ y ‘Underdog’ como pistoletazo de salida.

Serge es dueño y señor del escenario durante todo el concierto, sabiéndose centro de las miradas y exprimiendo al máximo su lado más ‘cool’. No es nada nuevo, pero ahora se ha multiplicado. Hubo guiño a Daft Punk en ‘I’m in love with a psycho’ y paseo entre el público durante ‘Vlad the impaler’, además de canciones que sonaron especialmente potentes como ‘Stevie’ y ‘Empire’. Terminaron el ‘show’ de nuevo por todo lo alto, con ‘L.S.F.’ incluyendo nuevo guiño, esta vez a Fatboy Slim, ‘Bless this acid house’ y ‘Fire’. Objetivamente, el mejor concierto del festival.

 

El dúo Ojete Calor, con Carlos Areces lesionado. / ÁLVARO RABADÁN

 

Los siguientes en tomar el escenario fueron Ojete Calor, el concierto que mayor número de personas congregó este primer día. Fue de agradecer poder haber visto a Kasabian sin agobios, pero también es para reflexionar que sí lo hubiese para ver el ‘show’ de Carlos Areces y Aníbal Gómez. Los abanderados del subnopop (no confundir con el tontipop) hicieron lo que llevan haciendo desde hace ya unos cuantos años: divertir a un público que también necesita respirar de ‘riffs’, letras emocionantes o momentos que te hagan recordar a tu ex durante un festival. Personalmente me aburre lo repetitivo de su propuesta, pero he de reconocer que los giros y la autenticidad de sus comentarios (las numerosas pullas a Kasabian fue de lo mejor) hacen que, una vez al año, no hagan daño. Cerraron la noche ElyElla con su ya más que probada solvencia para tal fin allá por donde van.

Sábado 29 de abril

El sábado arrancó con los conciertos de ‘Somos Murcia’, que repitió emplazamiento en la Plaza de los Apóstoles y en la Plaza de Julián Romea, eliminando este año su espacio en la Merced. No nos cansaremos de decir que estos conciertos por la ciudad deben ser un pilar esencial durante el fin de semana, igual que el resto de la programación semanal que incluye ‘secret shows’, pases de moda, documentales, exposiciones o markets alternativos. Murcia es una ciudad dada a salir a la calle y el numeroso público que llenó, por ejemplo, el concierto de Camellos, atestigua las ganas de este tipo de actividades. Una apuesta más decidida por ellas, con algún concierto de mayor calado, sería, sin duda, la guinda del pastel.

Natalia Lacunza y Maestro Espada fueron los encargados de abrir los conciertos en el recinto por la tarde. No pudimos asistir a ninguno de los dos, pero sí querríamos destacar el trabajo de los hermanos Juárez insuflando nueva vida a las músicas tradicionales murcianas. Su buen hacer les ha llevado a ser el núcleo duro de la banda de Guitarricadelafuente en directo, con quien les habría tocado hacer doblete ese día, pero no pudo ser.

Hay momentos en la vida en los que uno decide ponerse las anteojeras y evitar mirar a otro lado que no sea hacia adelante porque intuye que lo que sucede a su alrededor no presagia nada bueno. Se podía leer perfectamente el futuro en las nubes que encapotaban el cielo cuando las primeras gotas cayeron al poco de comenzar el concierto de Temples. Todo sucedió muy rápido. Cuatro gotas que pasaron a ser un diluvio universal acompañado de un viento muy peligroso en cuestión de minutos. El agua dolía al golpearnos la cara, pero lo hacía aún más en el corazón. La tormenta nos privó de la esencia de La Fica, de grupos extranjeros como Franz Ferdinand, Moderat y The Kooks al día siguiente, y otros locales de cuyo ascenso fue siempre testigo su escenario, como Viva Suecia y Second.

 

James Bagshaw, de Temples, momentos antes de la cancelación de la jornada del sábado por la tormenta que cayó por sorpresa en La Fica. / ÁLVARO RABADÁN

 

El Warm Up es el festival de la ciudad y la Región, el que esperamos pacientemente y del que nos sentimos más orgullosos todos los que aquí vivimos. Pero como dice Rafa Val, «solo duele porque crees que importa». No podemos llevarnos a engaño, lo que sucedió el sábado alrededor de las 19.30 no fue un castigo, sino más bien un milagro. Era de día, con un aforo no superior a una décima parte del máximo y con la posibilidad de moverte y encontrar bien la salida o bien un lugar seguro donde cobijarse.

De haber sucedido unas horas más tarde, con el recinto lleno y sin luz, el caos hubiese conllevado a buen seguro consecuencias mucho más desagradables. Fue entonces cuando amigos, conocidos y desconocidos mostraron la otra cara de un festival, la que va más allá de la música. Gente ofreciendo sus casas para buscar refugio, bares y tiendas dispuestas a ayudar o portales abiertos para aquellos que pudiesen entrar. Una vez la organización confirmó la suspensión del resto de la jornada llegaría una segunda parte, el qué hacer con más de 20.000 personas a las que se les había robado la noche. Salas como GBC, que adelantó el After Warm Up, y Mamba!, que abrió sus puertas cuando normalmente no funciona como discoteca, ayudaron a paliar el hueco dejado por la música en directo. A ellos hay que añadirles tantos otros que trabajaron a destajo.

Es de buen recibo acordarse de quienes se encuentran un marrón de tal calado y dan lo mejor de sí para ayudar, más allá de la parte de negocio que todo esto conlleva. Una noche inolvidable por lo negativo, sí, pero también por lo positivo.

Por su parte, el festival estuvo toda la noche trabajando en hacer llegar nuevo material desde distintas zonas del país ante la posibilidad de que el montado tuviera desperfectos ante tal tromba de agua y así poder salvar el día de festival que aún faltaba por celebrarse. Chapó por ellos, porque lo consiguieron.

Domingo 30 de abril

El domingo lo comenzamos en Los Apóstoles viendo a Se ha perdido un niño en el que fue uno de los bolos más destacados de todos los que se celebraron en la ciudad. Un ‘show’ muy divertido y original, con un rock muy trabajado y la actitud de quien quiere comerse el mundo. Apuntad su nombre y no dejéis pasar la posibilidad de verles en directo. Después de ellos Los Tiki Phantoms, Ganges y Putochinomaricón acabaron de poner la nota musical a una mañana de sol y revisión de daños por lo sucedido el día anterior.

Murcia es una ciudad grande, pero donde todos nos conocemos. Durante la mañana nos llegaron noticias de que habían visto a Leiva por el centro. Sin su nombre en el cartel, comenzaron las elucubraciones sobre qué estaría tramando el ex de Pereza. No tardamos mucho en salir de dudas, puesto que cuando apareció en el escenario Estrella de Levante Iván Ferreiro, su delgada figura le acompañaba con el bajo colgado, cubriendo la ausencia de Ricky Falkner. El concierto del gallego fue precioso. Es tal vez un adjetivo facilón para describir cualquier evento, pero es que no se me ocurre nada que pueda definir mejor a la hora que estuvo en el escenario. Su nuevo disco, ‘Trinchera Pop’, tiene los suficientes temas para sostener un ‘show’ por sí solo, pero, como es habitual, es cuando Iván mira por el retrovisor de su discografía cuando la magia hace acto de presencia. Compartió con Leiva ‘El pensamiento circular’, nos emocionó con ‘En el alambre’ y ‘Turnedo’ y volvimos a sentir la emoción de Piratas con ‘M’, ‘El equilibrio es imposible’ y ‘Años 80’. Que una misma persona haya sido capaz de componer tal cantidad de himnos generacionales ya le hace tener ganado el cielo.

 

Leiva fue la gran sorpresa del concierto de Iván Ferreiro, en el que tocó el bajo. / ÁLVARO EABADÁN

 

Tras Ferreiro nos movimos al escenario Polo Club, el segundo en tamaño, donde iban a descargar Carolina Durante. Igual que sucedió en la edición de 2019, la lluvia acompañó gran parte de su concierto. Porque sí, el domingo también tuvo su ración de agua, esta vez menos inesperada. Los madrileños tiraron de épica y lejos de amilanarse hicieron de la tormenta, que arreciaba por momentos, un aliado para hacer del momento uno inolvidable. Y después de ellos llegó el miedo a la suspensión del resto del evento. Sin embargo, y tras algo más de una hora de parón, Carlos Sadness y Yo La Tengo (con apenas público en las primeras canciones) retomaron la actividad, por lo que los únicos afectados fueron The Kooks, que suspendieron su concierto.

 

La lluvia volvió a hacer acto de presencia de forma intensa en el concierto de Carolina Durante del domingo, pero no se canceló. / RAFA GALÁN

 

Diego Ibáñez, cantante de Carolina Durante, durante el concierto. / ÁLVARO RABADÁN

 
 

La muy manida etiqueta de ‘los Radiohead españoles’ con la que Vetusta Morla llegó a los oídos de mucha gente hace ya más de 15 años se ha hecho más realista que nunca no ya por lo sónico, donde la comparación no tiene sentido, sino en la esencia de crear siempre desde cero y reinventarse a cada paso que se da. He de confesar que siempre fui soldado de Vetusta Morla, pero en los últimos años ya no reconocía el aura un tanto mística que les acompañaba, tal vez por el chicle infinito en el que se convirtió ‘Mismo sitio, distinto lugar’, con la consecuente sensación de que verles hoy conllevaba volver a vivir el mismo concierto que ayer y que hace dos años.

 

Los componentes de Vetusta Morla, en acción en La Fica. / ÁLVARO RABADÁN

 

Sin embargo, en el Warm Up vinieron con un ‘show’ renovado, basado en ‘Cable a tierra’ y con nuevos ases bajo la manga de la producción que se presupone a la banda más grande del rock nacional. Porque Vetusta Morla son, ni más ni menos que eso, el grupo más importante que ha dado este país desde hace muchas décadas. El concierto del domingo fue de cátedra, si bien el sonido en los primeros temas falló, a buen seguro por la lluvia que había caído minutos antes. A lomos de unas visuales impecables, Vetusta Morla repasó su catálogo de clásicos con la soltura y decisión de aquel que abre un libro, escoge una página al azar, coloca el dedo en un lugar aleatorio y encuentra petróleo. ‘Puñalada trapera’, ‘El hombre del saco’, ‘Copenhague’, ‘La vieja escuela’, ‘Golpe maestro’, ‘Saharabbey Road’, ‘Los días raros’… Demasiados quilates y tablas como para no encandilar a un público entregadísimo.

Qué complicado es escribir la siguiente frase después de haber hablado de Iván Ferreiro, Vetusta Morla y Carolina Durante. El mejor concierto de la última jornada de festival fue el de Cala Vento. Sonaron mejor que nadie en el escenario ENAE, con la fuerza de mil a pesar de ser solo dos. ‘Casa Linda’, su recién estrenado nuevo disco, tiene que suponer un paso adelante en la carrera de Aleix y Joan. Porque su calidad es inmensa, sí, pero también porque la gira que lo acompaña debe ser la definitiva para elevarles al lugar que les corresponde.

 

El dúo Cala Vento, formado por Joan Delgado y Aleix Turon, en el escenario ENAE. / Á. RABADÁN

 

Son el presente de aquellos que todavía creemos en la guitarra y la distorsión como pilares básicos sobre los que todo debe rotar y la comunión entre sus fans nos hace creer que no estamos solos. Lo más destacado, ‘No hay manera’, con fuegos artificiales al fondo que anunciaban el final del concierto de Vetusta Morla, ‘Gente como tú’, ‘Todo’ y el enorme pogo formado durante ‘Abril’. El de Murcia ha sido el mejor concierto que les hemos visto. De momento.

Y para cerrar la noche en el escenario principal, los británicos Hot Chip, convertidos desde hace años en un comodín para los festivales españoles y con un sonido por momentos apabullante (¡cómo sonó ‘Freakout/release’!) para una propuesta de indie y electrónica (la enorme variedad es lo que les pone por encima de otras bandas similares), en un concierto donde no faltaron clásicos de la pista de baile como ‘Ready for the floor’, ‘Over and over’ y el cierre perfecto con la extrañamente adictiva ‘I feel better’. Los siempre divertidos Varry Brava y el punk incontrolable de La Élite pusieron el broche final a la edición más accidentada, y extraña, del festival.

 
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Hot Chip cerrando el festival en el escenario principal. / Á. RABADÁN

 

Este Warm Up se despide dejando demasiadas deudas que solventar. Second, que se encuentran inmersos en su gira despedida, no deberían irse sin un ‘last dance’ en el festival que les aupó. Del mismo modo que Viva Suecia, sus inmediatos sucesores, merecen su oportunidad de redención el año que viene. El sábado había apuestas que nos hacía ilusión ver, como Hope Tala, Baiuca y Niña Polaca, cuyo gesto superlativo de acercarse a un parking cercano a tocar para la gente que se refugiaba de la lluvia les debería asegurar un lugar en el cartel de 2024. Sea como sea, hemos vivido la edición más truculenta del festival, la que nos recuerda que no somos más que marionetas en mano del destino y que, a veces, la lotería toca. Para lo bueno y para lo malo.

 

El concierto de Vetusta Morla del domingo fue el que logró congregar al mayor número de público de todo el festival. / ÁLVARO RABADÁN