Cuando el productor no es tu mejor aliado

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Varios músicos del panorama nacional diseccionan aquellos álbumes de la historia que, a su juicio, hubieran sido mejores con otra persona al otro lado del cristal del estudio de grabación y un sonido diferente


Tras el análisis de algunas de las producciones discográficas peor valoradas por la crítica y el público, ahora llega el turno de que sean los propios músicos los que seleccionen aquellos álbumes de las últimas décadas que no cumplieron sus expectativas (pese a contar con productores míticos), ya sea por pagar el peaje para convertirse en grandes éxitos y llegar a un público nuevo o, al contrario, huir de lo comercial. Quizás por ser víctimas de la paleta de sonidos y texturas de su tiempo, por una acuciante falta de atrevimiento, por dar demasiado poder al productor y traicionar su propia esencia, por mezclar demasiadas ideas (los artistas a veces se confunden y necesitan a alguien que los guíe e ilumine)… Incluso, porque los propios grupos (no hay que olvidar que frecuentemente son los músicos los que se pasan al otro lado de la ‘pecera’ y se sienten ‘demasiado’ a gusto en la mesa de mezclas) se convirtieron en una caricatura de sí mismos.

O, directamente, se puede proclamar que las labores de producción no estuvieron a la altura o no hicieron justicia a algunas de las mejores canciones de la historia. Porque, en ocasiones, los productores son los verdaderos artífices del gran éxito de las canciones y de los grupos, pero también pueden estropear buenos trabajos. No se salvan de una mala elección o decisión ni los Beatles ni Lou Reed ni Nirvana.

 

Linkin Park:
Minutes to Midnight

Fecha de publicación: 14 de mayo de 2007

Productor(es): Rick Rubin y Mike Shinoda

Canciones: Wake (Intro), Given Up, Leave Out All the Rest, Bleed It Out, Shadow of the Day, What I've Done, Hands Held High, No More Sorrow, Valentine's Day, In Between, In Pieces, The Little Things Give You Away y No Roads Left

Duración: 43:23

Críticas: NME: 2; Allmusic: 5; Entertainment Weekly: 5; Rolling Stone: 8; Metacritic: 56

 

A los fans de toda la vida no les gustará

‘Minutes to midnight’, de Linkin Park, es un buen ejemplo de cómo enfadar y romper con gran parte de tus fans. No creo que sea un mal disco y para nada les funcionó mal, ya que se encaminó su sonido hacia algo más ‘para todos los públicos’ como pretendían. Pero el cambio fue bastante duro con respecto al nu metal que venían haciendo en ‘Hybrid theory’ y ‘Meteora’, a pesar de que incluyesen algunas canciones con guitarras distorsionadas tratando de unir más con lo anterior, con una mezcla más limpia, pero que carecía de esa contundencia de sus anteriores discos.

Hay menos distorsión, menos rapeo... Todo ello después de años sin sacar nueva música ni dar pistas de este cambio hasta algunas filtraciones que muchos esperaban que fuesen falsas. Y, al final, las malas noticias para muchos de sus fans se confirmaron y generaron bastante enfado y repudio hacia la banda.

Sin embargo, creo que la producción de Rick Rubin (Beastie Boys, Slayer, RHCP, Johnny Cash, System of a Down, Audioslave, Jay Z, Eminem, Kanye West, Slipknot, Weezer, The Mars Volta, Metallica, Adele, Ed Sheeran, Lady Gaga, Dixie Chicks, Lana del Rey, The Strokes y un larguísimo etcétera) y Mike Shinoda cumplió la intención que tenía Linkin Park de romper con lo anterior e ir hacia algo más comercial, pasando a ser banda sonora de películas, llegando a más público, ganando más seguidores y, al final, avanzando hacia donde querían, aunque fuese a costa de los amantes de su anterior sonido. Creo que, desde ese punto de vista, fue todo un acierto.

Por Lalo Gómez-Vizcaíno (Ayoho, Arde Bogotá, María de Juan, Hoonine…) 

 

The Beatles:
Let it Be

Fecha de publicación: 8 de mayo de 1970

Productor(es): Phil Spector

Canciones: Two of Us, Dig a Pony, Across the Universe, I Me Mine, Dig It, Let It Be, Maggie Mae, I've Got a Feeling, One After 909, The Long and Winding Road, For You Blue y Get Back

Duración: 35:16

Críticas: Rolling Stone: 6; Allmusic: 9; Pitchfork: 9,1

 

Cuando el productor no respeta el concepto del álbum

El disco ‘Let It Be’ de The Beatles tenía un concepto inicial claro: la banda se había alejado demasiado de su sonido inicial y quería grabar unas canciones en directo donde primase rock de los primeros discos. Sin embargo, la horrible situación personal de la banda, desgastada tras 10 años de discusiones, hizo que esas sesiones no siguieran un patrón claro, por lo que igual Lennon se iba de vacaciones diciendo que dejaba la banda o Harrison amenazaba con largarse (con Lennon bromeando con que podían sustituirlo con Eric Clapton).

Tras un año de mezclas frustradas del disco que la banda rechazaba, Lennon le encargó el proyecto a Phil Spector. Ningún otro miembro estuvo de acuerdo, ya que el mítico productor destacaba por su muro de sonido, sobreproduciendo la música (algo muy novedoso en la época). Así, unas canciones que comenzaron con cinco músicos (The Beatles y Billy Preston) buscando la pureza de una banda de rock, se convirtieron en temas orquestales, donde los instrumentos de los ‘Fab Four’ quedan relegados a un segundo plano. Esto se aprecia en canciones como ‘The Long and Winding Road’, en la que prácticamente se eliminan los instrumentos ‘beatle’.

La incapacidad de Phil Spector para entender el concepto del álbum y su afán por querer dejar una huella personal importante nos deja preguntándonos cómo hubiese sido este disco en manos de George Martin, productor de todos los otros discos y, a mi parecer, el claro ‘quinto Beatle’. Aunque este disco contenga varios de sus grandes clásicos, como ‘Let it Be’ y ‘Across the Universe’, se aprecia la falta de que el álbum refleje la situación de una banda en sus últimos momentos, donde solo quieren tocar rock y recordar los viejos tiempos. El peor disco de los Beatles con algunas de sus mejores canciones.

Por Ruto Neón

 

Bad Brains:
Rock for Light

Fecha de publicación: 15 de abril de 1983

Productor(es): Ric Ocasek

Canciones: Coptic Times, Attitude, We Will Not, Sailin' On, Rally 'Round Jah Throne, Right Brigade, F.V.K., Riot Squad, The Meek Shall Inherit the Earth, Joshua's Song, Banned in D.C., How Low Can a Punk Get?, Big Takeover, I and I Survive, Destroy Babylon, Rock for Light y At the Movies

Duración: 38:18

Críticas: Spin: 8; Allmusic: 8; Rolling Stone: 8

 

 ¡Qué mal suena el hardcore en los 80!

‘Rock for Light’, de Bad Brains, es una cruel demostración de lo bien que sonaba el reggae y lo mal que lo hacía el hardcore en 1983. Igual que otros ejemplos como ‘Out of step’, de Minor Threat, o ‘Earth A.D./Wolf's Blood’, de Misfits (aunque sin presencia de reggae). Cuesta entender cómo puede haber un abismo tan grande entre la estética sónica de estas grabaciones y las que tuvieron lugar 10 años más tarde de la mano de las mismas bandas o de evoluciones de ellas, con discos como ‘Repeater’, de Fugazi, y ‘Rise’, de Bad Brains.

Me da la sensación de que en plenos años 80, durante el auge del ‘gate reverb’ en las cajas que impuso Phil Collins en el ‘mainstream’, solamente los heavies (Triumph, Mötley Crüe, Ratt, Judas Priest,…) se atrevieron a incorporarla en su estética sin prejuicios. Los otros, seguramente por querer mantenerse al margen, se esperaron unos años para incorporar esa contundencia, claridad y brillo en sus grabaciones. En definitiva, pobre hardcore de los 80, ¡qué mal suena!

Por Aleix Turon (Cala Vento)

 

Smashing Pumpkins: Zeitgeist

Fecha de publicación: 10 de julio de 2007

Productor(es): Billy Corgan, Jimmy Chamberlin, Terry Date y Roy Thomas Baker

Canciones: Doomsday Clock, 7 Shades of Black, Bleeding the Orchid, That's the Way (My Love Is), Tarantula, Starz, United States, Neverlost, Bring the Light, (Come On) Let's Go!, For God and Country y Pomp and Circumstances

Duración: 52:22

Críticas: Allmusic: 4; Pitchfork: 4,9; Spin: 7; Rolling Stone: 8. Metacritic: 59

 

Cuando el grupo se vuelve una caricatura de sí mismo

Un disco del que nunca me convenció su producción es ‘Zeitgeist’, de The Smashing Pumpkins, aunque no haya sido muy criticado el trabajo que realizó Roy Thomas Baker (Queen, Alice Cooper, Mötley Crüe, Slade, Ozzy Osbourne, The Darkness…). Era muy fan de la banda de Corgan y tenía muchas ganas de su supuesta resurrección con ese álbum.

Algunos celebraron ese sonido que claramente buscaba exagerar la faceta de potencia bruta que los de Chicago ya mostraron en canciones del ‘Mellon Collie and the Infinite Sadness’ como ‘Zero’ y ‘Bodies’, pero a mí siempre me ha sonado a una caricatura de sí mismos. Sí, el sonido es potente, pero desde mi punto de vista no funciona, como si los elementos que lo componen estuviesen despegados unos de otros.

Una de las cosas que más me ha gustado siempre de los Smashing es que las guitarras envolvían a la voz, haciendo que la banda sonara enorme, pero en ese disco las voces –y los coros– suenan secas y por encima de las guitarras, haciendo que nunca consiguiera meterme de lleno en las canciones.

Por Jesús Cobarro (Noise Box)

 

Nirvana: In Utero

Fecha de publicación: 21 de septiembre de 1993

Productor(es): Steve Albini y Scott Litt

Canciones: Serve the Servants, Scentless Apprentice, Heart-Shaped Box, Rape Me, Frances Farmer Will Have Her Revenge on Seattle, Dumb, Very Ape, Milk It, Pennyroyal Tea, Radio Friendly Unit Shifter, tourette's y All Apologies

Duración: 41:12

Críticas: NME: 8; Q: 8; Rolling Stone: 9; Allmusic: 10

 

Miedo a lo comercial

Aunque empezó la década de los 90 dejándose la piel por conseguir un contrato con una ‘major’, Kurt Cobain andaba en 1993 sobrepasado por la magnitud del éxito que había conseguido su segundo disco, lidiando con un puñado de adicciones, aguantando a la bendita de su esposa –Courtney Love– y criando a una bebé recién nacida. Bueno, estaba eso y que ese año le tocaba publicar la continuación del disco que había cambiado la historia de la música, por simplificar un poco la que se había liado con ‘Nevermind’ un par de años antes.

Alguna vez he oído decir que ‘In Utero’ es el mejor disco de Nirvana, pero me temo que se lo he oído a los mismos que solo van a los escenarios pequeños de los festivales. Podios aparte, el caso es que Cobain había conseguido centrarse lo suficiente como para componer un puñado de canciones cojonudas y, en un intento de mantener aunque fuera un poco de la autenticidad que se había tragado el éxito de masas, decidió llamar a Steve Albini, gurú de lo punk, de lo alternativo y de lo independiente. Para mí, los discos de los Pixies son increíbles, inconmensurables, inauditos… pero no son todo eso ‘por’, sino ‘a pesar de’ Steve Albini.

 
 

La riqueza y sensibilidad musical de Frank Black y Kurt Cobain siempre me han dejado la sensación de que Albini sacó más de ellos que ellos de él, justo lo contrario de lo que se busca en un productor. Dicen las malas lenguas que cuando le llegaron las mezclas a Cobain, cogió a Albini del pescuezo y le preguntó: «¿Dónde están mis putos ‘singles’?». Parece ser que incluso remezcló unas cuantas él mismo para asegurarse de que Nirvana siguiera sonando en todas las radios americanas (‘Oh, the guilt’). Y ahí están ‘Heart-shaped box’, ‘Rape me’, ‘Dumb’ y ‘All Apologies’, pero me pregunto cómo habría sonado ‘In Utero’ si la banda hubiera repetido con Butch Vig en la producción. O mejor todavía, si hubieran probado con Brendan O’Brien (Pearl Jam, Stone Temple Pilots, Rage Against the Machine, Bruce Springsteen…).

Por Juanfra Cerdá (Kracauer)

 

Lou Reed: Mistrial

Fecha de publicación: 15 de junio de 1986

Productor(es): Lou Reed y Fernando Saunders

Canciones: Mistrial, No Money Down, Outside, Don't Hurt a Woman, Video Violence, Spit it out, The Original Wrapper, Mama's Got a Lover, I Remember You y Tell it to your Heart

Duración: 39:12

Críticas: Allmusic: 6; Rolling Stone: 6; Kerrang: 8

 

Una mala ‘modernización’ del sonido

Siempre digo que me resulta complicado hablar sobre si un disco está bien o mal producido. Diría que me interesa más valorar si las canciones son buenas o malas, aunque pueda haber álbumes que se salvan con buenas producciones y canciones buenas que la producción las ha deslucido un poco. Soy muy fan de Lou Reed –de hecho, es el artista que más ha marcado mi carrera profesional (en su libro, ‘Como no llevar un estudio de grabación’, escribe que el álbum ‘Coney Island Boy’ supuso un punto de inflexión para él por la manera del artista neoyorquino de entender la música y componer sus canciones)–, y puedo decir que hay un disco suyo, ‘Mistrial’, que tiene unas canciones muy buenas, pero una producción horrible (se encargaron el propio Reed y su bajista y productor durante tres décadas, Fernando Saunders, que siempre se ha confesado más fan del pop que del hardcore), que lo mataba todo, aunque sea uno de los trabajos en su trayectoria musical con mejores ventas. Pero eso no tiene nada que ver para analizar el disco.

Tengo la sensación de que las canciones están totalmente muertas, porque cuando las escuché en directo me parecieron otra cosa. ¿Por qué creo que la producción es desacertada? Porque apuesta por un sonido que no pega nada con Lou Reed, unas cajas de ritmos y unos bajos con los que intentó probar una especie de modernización de su sonido (se publicó a mediados de los 80, con lo que eso supone), pero en el mal sentido de la palabra. Es un disco en el que no utiliza para nada lo que caracterizaba por aquella época a Lou Reed, unos instrumentistas con carácter.

Por Paco Loco (Australian Blonde, Los Locos, Sexy Sadie, Enrique Bunbury, Nacho Vegas, Hinds, Carolina Durante, Mikel Erentxun…)

 

Oasis: SOTSOG

Fecha de publicación: 28 de febrero de 2000

Productor(es): Mark 'Spike' Stent y Noel Gallagher

Canciones: Fuckin' in the Bushes, Go Let It Out, Who Feels Love?, Put Yer Money Where Yer Mouth Is, Little James, Gas Panic! , Where Did It All Go Wrong?, Sunday Morning Call, I Can See a Liar y Roll It Over

Duración: 47:53

Críticas: Allmusic: 6; NME: 6; Rolling Stone: 6; Q: 8

 

Pérdida de identidad

Hace tiempo leí un artículo en el que alguien que jugó un papel importante en la formación de Oasis, Paul Ashbee, decía que el verdadero responsable del sonido de la banda no era ni Liam ni Noel Gallagher, sino el guitarrista rítmico Paul ‘Bonehead’ Arthurs, que también actuaba a tiempo parcial como mediador entre ambos. Mi primera reacción fue de incredulidad, pero vista la evolución de la banda tras sus tres primeros álbumes y el intento (fallido) de cambiar su sonido con ‘Standing on the Shoulder of Giants’ tras la salida, precisamente, de Bonehead (y también del bajista Paul ‘Guigsy’ McGuigan), lo mismo no le faltaba razón.

Pero es que el disco, que cumplió hace unos meses las dos décadas, abrió una nueva era en Oasis con la incorporación de Gem Archer y Andy Bell (aunque no participaron en las sesiones de grabación), la sobriedad y esa democracia compositiva –la dictadura, en este caso, de Noel era mejor– que tan mal sentó a la banda en sus posteriores álbumes. Y también trajo un nuevo productor con Mark ‘Spike’ Stent, que venía de trabajos más vanguardistas con Björk, Massive Attack y U2 y cuyo toque no sienta del todo bien a unas canciones que, por su simplicidad, hubieran sonado mejor con menos parafernalia (las demos acústicas así lo demuestran).

 
 

El resultado final es un disco de atmósfera sombría con una pérdida de identidad de lo que hizo triunfar a Oasis, esos himnos tan coreables por el público y esas guitarras crudas que tan solo lucen (¡menudo primer estallido!) en la grandiosa, más si cabe en directo, ‘Gas panic!’, un tema con aroma a trip hop, toques electrónicos y una letra más interesante de lo habitual.

Se trató del único atisbo real de que Oasis podía evolucionar hacia algo diferente y no morir en el intento, porque el resto del disco se queda en un acercamiento a la electrónica, con Noel empeñado en grabar algo que sonara al siglo XXI o más bien reinterpretar la música de los 60 en clave moderna, y a la psicodelia que solo funciona en la ya mítica introducción instrumental del disco, ‘Fuckin’ in the bushes’, que rebosa toda la actitud que nos gusta de los de Mánchester, y el único ‘single’ evidente, ‘Go Let it Out’. Las canciones más rockeras, ‘Put yer money where yer mouth is’ y ‘I can see a liar’, simplemente son un desastre y el primer tema escrito por Liam Gallagher, ‘Little James’, peca de ser demasiado simplón para una producción tan excesiva. «Nunca debimos hacerlo. No encontré la inspiración. Simplemente escribí las canciones para sacar un álbum y tener una razón para salir de gira», reconoció posteriormente Noel Gallagher. Pues poco más se puede añadir.

Por Miguel Ángel Muñoz (Alternavivo, La Verdad)