Triángulo de Amor Bizarro: «Ahora vivimos cada concierto como si fuese el primero y el último»

 

Los componentes de Triángulo de Amor Bizarro , con Rafa Mallo, a la izquierda.

 

Los gallegos están de vuelta en la carretera, divisando en el horizonte su concierto en el Inverfest madrileño el 13 de enero en La Riviera; hablamos con su batería, Rafa Mallo, sobre cómo es grabar una canción de seis horas, cuáles son las sensaciones al escuchar tus propios temas versionados por otros y qué significa estar en la periferia


Pocas bandas nacionales generan mayor consenso entre el público, industria y crítica que Triángulo de Amor Bizarro. Isa, Rodrigo, Zippo y Rafa despiertan admiración y cariño a lo largo y ancho de España siendo fieles a sí mismos, con un sonido alejado de lo que podría ser comercial, pero habiendo labrado una personalidad arrolladora tanto en disco como en directo. Su último álbum, homónimo, supuso una reinvención del grupo, no ya en el apartado sonoro, sino en las entrañas del mismo. En la composición y esencia de las canciones. Hubo lluvia de premios y halagos, pero nunca pudieron defenderlo en directo como se merecía. Después, y a pesar de la pandemia, han editado un disco de versiones de otros grupos afines, así como proyectos un tanto experimentales que tienen su razón de ser en el tiempo libre surgido en el último año y medio.

Es momento de vueltas, de retomar la carretera y darle vida encima de un escenario a canciones que ganan, y mucho, cuando anidan en él, como bien pudimos comprobar en el pasado Lemon Pop (y como el público podrá hacerlo el próximo 13 de enero en La Riviera dentro del Inverfest). Hemos hablado con Rafa Mallo, batería de la banda, acerca del estado compositivo del grupo, la situación de Galicia como referente musical o de cómo se gesta una canción para que dure seis horas.

–Ya habíais comentado con anterioridad que queríais que el álbum ‘Triángulo de Amor Bizarro’ (2020) fuese como una especie de reinicio de la banda y con la perspectiva del año y medio que ha pasado sí parece que ha sido así.

–La verdad es que con todo lo que hemos vivido en este tiempo, el reinicio no ha sido solo nuestro, sino de todo el mundo. Pero es cierto que la concepción del disco fue distinta y comenzamos antes de 2020 ese reinicio. Queríamos hacer cosas de un modo distinto. Probablemente la más importante era cambiar el cómo enfocar las canciones. Antes en cada una diluíamos varias ideas, mientras que ahora todo es más único. Una sola idea es una canción. Y con ello me refiero al corazón del tema, es decir, dejar de lado lo de poner una letra alegre en una canción triste, por ejemplo, para aliviar su peso. Ahora todo es un solo bloque. Además, la forma de hacer las canciones es muy diferente: las hemos dejado reposar, no solo ponernos directamente a tocar, que es algo que hacíamos a menudo. Hay otras músicas contemporáneas que son más conscientes de todo lo que puedes hacer con tu ordenador, por ejemplo. Eso es algo que hemos intentado hacer nosotros también para después llevarlo al estudio y rematarlo y luego volver a casa y volver de nuevo a darle otra vuelta.

–Es curioso cómo planteas la idea de bloque y crear algo menos disperso y luego vuestro último movimiento son dos versiones de ‘No eres tú’, una de 27 minutos para Spotify y otra de hasta 6 horas para YouTube. Estáis en un punto de experimentación brutal

–Claro, pero fíjate, ‘No eres tú’ es una canción de nuestro último disco que al grabarla hicimos media hora de material para después recomponerla y dejar la canción final como una especie de collage de todo lo que nos gustaba. Una curiosidad es que es una canción que desde que la compusimos hasta que la grabamos, la tocamos como mucho cinco veces. Precisamente porque cuando nos poníamos con ella teníamos la sensación de poder tocarla eternamente. Y no queríamos machacarla, sino hacerla natural.

 

–Seguro que el confinamiento ayudó a volver a ella y reinterpretarla.

–Efectivamente, durante el confinamiento comenzamos a trabajar con los minutos sobrantes que teníamos grabados. El confinamiento nos sirvió para dar forma a ideas que de otro modo no tendríamos tiempo de hacer por la promoción, los conciertos, los viajes… ‘No eres tú’ era un plan perfecto al que dedicarle tiempo, añadirle ideas, regrabarla en 360º, con Carlos Hernández haciendo un trabajo bestial. Quisimos hacer una canción como nosotros veíamos el dub de Lee Scratch Perry, que era superexperimental y luego nos apareció Kraftwerk y más referencias. Desde algo que ya teníamos, algo muy concreto, hicimos algo experimental con la idea de que se pueda escuchar eternamente, incluso en modo aleatorio y sin importar el tiempo que tengas, suene coherente. La canción dura lo que el oyente quiera.

–Y habéis hecho una versión de ‘Fukushima’ mucho más trascendental, contando con los filósofos Ernesto Castro y Elisabeth Duval. ¿Cómo se os ocurrió la idea?

–El mayor mérito lo tiene Toño Souza, el director de este vídeo y también del de ‘No eres tú’. Fueron ideas que estuvimos trabajando con él y una vez lo encauzamos, Ernesto Castro y Elisabeth Duval encajaban perfectamente. Acabábamos de sacar ‘Detrás del espejo’ y queríamos mantener ese tono colaborativo del disco.

–Hablando de ‘Detrás del espejo’, ¿qué sensaciones se tienen al escuchar tu creación esculpida por otros grupos? ¿Se puede llegar a sentir miedo?

–Miedo no. Es una sensación extraña, pero sobre todo lo veo como un regalo. Era un momento muy difícil, en plena pandemia, y se nos ocurrió esta idea. Todo aquel con quien contactamos se mostró muy generoso y nadie nos dijo que no. Además, todo el mundo le dedicó mucho tiempo, llevaron las canciones a su terreno, a espacios donde probablemente nosotros nunca las habríamos llegado. Y justo eso es lo que queríamos.

 
 

–Estáis en un punto creativo que objetivamente hablando es envidiable. Tenéis la libertad de hacer proyectos arriesgados o propuestas tan distintas como la revisión de vuestro último disco y que las otras bandas, el público y la crítica lo aplauda.

–Estamos muy agradecidos con la generosidad de todo el mundo, también con nuestra discográfica, Mushroom Pillow, que nos dio mucha cancha. Nosotros hablamos de todas estas ideas y siempre hay luz verde. Y aun así hay proyectos que se abren y se acaban quedando en mitad del camino. Pero en estos meses de parón hemos tenido la posibilidad de sacar lo que hemos querido y nos apetecía a pesar de lo difícil del momento. Para una discográfica, aun teniendo otras vías para hacer dinero, la situación era muy difícil. Y bueno, para una banda en España, no tocar significa no saber qué va a pasar contigo. Fue exorcizante hacer estos trabajos, que nos ayudaron a dejar de pensar constantemente en el qué pasará.

–Imagina que hay un grupo que decide hacer algo parecido a lo que habéis hecho vosotros y os pide versionar una canción de un disco suyo. ¿Quién te gustaría que fuese y qué canción?

–Cualquiera de los que participaron en nuestro disco, por ejemplo, que además son todos gente que nos flipan. Pero mira, ya que estáis en Murcia, Marcelo Criminal es alguien que me flipa y me encantaría hacer algo de él. Es alguien que tiene muchos nexos de unión con la música de la que venimos. Hay mucha gente en España que son superinteresantes y a nosotros nos encanta colaborar con bandas y otros artistas. Un día nos pusimos a contar y es tremendo el número de versiones que hemos hecho, siempre desde la admiración. Ahora Mushroom Pillow va a sacar unos vinilos para celebrar el 20 aniversario y hace unos días sacamos una versión de ‘Un actor mexicano’ de La Buena Vida.


Para una banda en España, no tocar significa no saber qué va a pasar contigo
— Rafa Mallo

–«En la periferia no hay nada que hacer», cantáis en ‘Fukushima’. En cambio Galicia se está destapando como una zona privilegiada donde giras internacionales suelen hacer parada.

–La periferia es un término que abarca todo. Si hablas con nosotros, te diremos que estamos en la periferia. Pero el del campo, estará en la periferia de una ciudad. Y el de las afueras de Madrid, en la periferia del centro. E incluso el de Madrid se sentirá en la periferia de Londres o Nueva York. Siempre se está en la periferia de algo. Es un concepto más subjetivo de lo que parece. Nosotros desde Galicia trabajamos muy a gusto, sin la vorágine y la presión que supone una gran ciudad. A nivel conciertos es muy importante para nosotros que aquí vengan grupos, porque tanto como músicos, somos público. Galicia, quizás ahora por el Xacobeo, que da músculo económico, está viviendo un muy buen momento. Pero para mí lo más importante es el trabajo continuo de las salas y los festivales que llevan años y años creciendo mientras apoyan también a los grupos de la tierra.


 

Triángulo de Amor Bizarro. / PROMO

 

–Después de todo lo vivido, ¿vuestro directo ha cambiado?

–Estamos volviendo a tocar después de mucho tiempo y ahora vivimos cada concierto como si fuese el primero y el último. Durante este año y medio no hemos tenido esa regularidad que da tocar cada fin de semana, por lo que ahora tenemos un extra de ganas, de atención y de cuidado en cada concierto que antes no había. Desde 2019 hasta aquí es verdad que tuvimos que rehacer nuestro directo, cambiando instrumentos, por ejemplo. En lo formal es diferente, pero aún más en lo emocional.

–¿Cabe esperar aún más experimentación próximamente? ¿Tenéis ya canciones creadas con vista a un disco ‘normal’?

–No hemos dejado de trabajar en todo este tiempo. No tengo ni idea de cuándo saldrá, pero sí que tenemos canciones nuevas que en algún momento se convertirán en disco. Prefiero no mojarme sobre cómo será porque de verdad que no tengo ni idea. Todos estos impulsos de hacer cosas diferentes nos están llevando a sitios distintos, probar lo nuevo, hacer ideas partiendo de modos poco habituales para nosotros. Por tanto es probable que el disco sea así, diferente.

 
 

–A día de hoy Carlos Hernández es poco menos que el quinto componente de Triángulo, ¿verdad? Le he pedido que os haga alguna pregunta y son dos. La primera es: ¿Cuál es la imagen de todos estos años de grabaciones y conciertos a la que le tienes más cariño?

–A ver, no quiero ser dramático, pero voy a decir dos, vale. Una emocional y otra más en otro sentido. El primer concierto que dimos una vez se reabrieron las salas, en La Riviera, fue muy especial. Llevábamos mucho tiempo sin tocar y meses sin poder incluso ensayar. Y luego otro momento de ‘la vida anterior’ que se me viene a la cabeza fue un concierto en Razzmatazz, a las 2 de la mañana, con la discoteca funcionando y la música sonando. Ponían un telón y una cuenta atrás, caía el telón y el grupo empezaba a tocar del tirón. Aquel día la gente estaba loquísima bailando y es un recuerdo muy vivo. Un chaval que era muy fan me tiró un hielo y lo esquivé de milagro. Fue todo muy punk, una sensación genial.

–La segunda pregunta de Carlos: ¿Cómo haces para aguantarme a mí y a Rodrigo durante una grabación?

–Buf, es difícil. Muy difícil. Se juntan los dos y es infernal (risas). Fuera de bromas, Carlos Hernández es parte de nuestra familia. Sabe todo sobre nosotros, nos conocemos desde hace muchísimo tiempo. Es un amigo que facilita todo en el estudio. El precio a pagar es cuando se junta con Rodrigo a pinchar. Pero bueno, bendito problema.

 
 

–Y para finalizar, nos gusta preguntar a nuestros entrevistados el último disco que han escuchado del tirón.

–Pues mira, estoy leyendo un libro llamado ‘Hotel California’, que me lo pasó Rodrigo, sobre la época de los cantautores americanos. Soy muy fan de Neil Young, al que nombran, y ayer me escuché el ‘Tonight’s the night’, además de uno de los Flying Burrito Brothers.