Siete70: «La música ya no sacude conciencias; la gente está bastante anestesiada»

 
Los componentes de Siete70: Juanma Padilla (i), Joanra Planell, Jordi Montero y Javi Castellanos. / PROMO

Los componentes de Siete70: Juanma Padilla (i), Joanra Planell, Jordi Montero y Javi Castellanos. / PROMO

 

La banda, formada por músicos que han tocado o lo siguen haciendo en Love of Lesbian, La Bien Querida, Lázaro, Beef, Ellos, Maga y Layabouts, presentará su primer álbum, ‘La Estupidez’, el 9 de febrero en La Yesería de Murcia, dentro del festival Microsonidos


No es que sean precisamente nuevos en esto de la música, sus currículos así lo atestiguan, pero su banda sí. Ellos son Jordi Montero –estuvo en los inicios de Love of Lesbian y después con Pigmy, Litoral y Pómez y los últimos años ha colaborado tocando el violín en discos de La Bien Querida, Maga, Ellos, Soleá Morente…–, Javi Castellanos –anteriormente en Layabouts y músico en algunos conciertos de Underwater Tea Party–, Joanra Planell –bajista de Love of Lesbian entre 1997 y 2017 y de Beef a mediados de los 90– y Juanma Padilla –batería de Lázaro, La Bien Querida, La Estrella de David, Artabe, Miss Gi, Tucan, Coffe & Wine, Pupila…–. En resumen, lo que se dice músicos curtidos, experimentados o que tienen tablas. Aunque, como asegura Javi Castellanos, es lo menos que se puede esperar de ellos después de dos décadas de conciertos. «Es como si a un fontanero con 20 años de experiencia que entra en una empresa nueva van y le dicen: ‘Tío… se te notan las tablas’. Pues bueno, si lleva 20 putos años arreglando cañerías, algo sabrá», bromea.

Y la banda se llama Siete70, que lanzó el año pasado su primer álbum, ‘La Estupidez’, en el que Javi y Jordi se reparten el papel de cantantes y las labores de composición a lo largo de las once canciones de pop-rock, además de encargarse de las guitarras, y en el que no faltan letras ácidas que buscan contar la realidad actual del país desde una perspectiva crítica, con referencias hasta a Mariano Rajoy («No entiendo cómo puedes ser persona ingrata en tu ciudad» dice el estribillo de ‘Trágico final’). El disco está producido por Dany Richter (Havalina, Rufus T. Firefly, Russian Red, Christina Rosenvinge…), excepto ‘El río’, ‘Trágico final’ y ‘Manchas de vino’, de las que es encargó Miguel Rivera (Maga), y cuenta con un sonido crudo en el que no faltan las distorsiones y ciertos ecos a los años 80, pese al nombre del grupo, pero siempre cercano al pop. Siete70 forma parte del cartel del festival Microsonidos y este viernes, 7 de febrero, presentará su primer LP en La Yesería de Murcia. Hablamos con Javi Castellanos sobre su disco y lo que puede esperar el público del concierto; y de otros temas más profundos, como por ejemplo si la música se ha convertido simplemente en un anestésico para la sociedad. Pan, música y circo.

–¿Cómo es empezar una etapa desde cero tras tantos años de carrera musical? ¿Se mira de otra manera? ¿Se cometen otros errores?

–En nuestro caso, se ha vivido sobre todo con ilusión. Juntarnos ha supuesto para algunos hacer algo diferente a lo que venían haciendo, y para otros, volver al local de ensayo, que era algo que algunos teníamos un poco apartado. En cuanto a cómo se mira, creo que lo hacemos desde la experiencia que hemos ido acumulando dentro y fuera de los escenarios, ya que alguno de nosotros sigue trabajando en la música entre bambalinas, y con la prudencia de quien sabe que en esto nada es gratis, nada se regala, nada es sencillo y en caso de que consigas llegar a una meta, nada dura para siempre. Luego está que, para bien o para mal, somos humanos, así que al final aprendes de tus errores pasados, tropiezas con algunos nuevos y, desgraciadamente, repites otros que tendrías que haber aprendido.

–¿Y cómo se ve la música, en general? ¿Llega un momento en el que satura o en el que no puedes evitar fijarte en los pequeños detalles?

–Bueno, cada uno lo vive a su manera. Intento separar la parte profesional de la personal e intento vivir la música y los conciertos desde el ocio. Por supuesto que me fijo en cientos de detalles, pero lo hago desde la curiosidad y dejo de lado la crítica.

–¿Cuál es la historia corta de la formación del grupo?

–Bueno, la historia larga de la formación del grupo se remonta a un antepasado de Jordi en Wisconsin allá por el año 1954… (risas). Resumiendo diremos que no teníamos nada mejor que hacer y decidimos juntarnos para tocar unas tonadas.

–¿Ha sido difícil no sonar como uno de vuestros muchísimos grupos anteriores y actuales?

–En realidad creo que ha sido bastante sencillo. Cuando te pones a hacer canciones, te das cuenta de que un riff o un dibujo que te pueda recordar mucho a algo, coge su propia personalidad cuando pasa por el filtro de los miembros de la banda. La forma de tocar la batería, los dibujos del bajo, los timbres de las voces… Todo eso da su propio ADN a unas canciones que en cuanto a forma o armonía puedan parecerse ‘a priori’ a cosas que ya existen o que tú mismo venías haciendo. De hecho, creo que lo complicado es conseguir huir de ese ADN y hacer algo diferente en los distintos discos que una banda va lanzando.

 

–Siete70, pero con un ramalazo claro a los 80.

–Supongo que el disco tiene pinceladas de todo un poco. Como decía antes, es muy difícil no hacer algo con guitarras, bajo y batería que no recuerde ligeramente a algo, a no ser que te vayas a estructuras o sonoridades muy locas, claro. ¿Hacemos rock? ¿Pop? ¿Indie, o lo que sea eso? Al final, lo que está plasmado en el disco son músicas con las que todos hemos crecido y vivido y eso recoge, efectivamente, desde los 70 hasta los 2000… El ramalazo de los 80 sí es más claro a la hora de la producción. Nos gustan esas sonoridades un poco misteriosas. Trabajando con Dany Richter veíamos que era algo que le daba sentido y cohesión al conjunto de las canciones.

–Hay temas en el disco, como ‘Trágico final’, que son un poco rock político o canción protesta, si todavía existe eso. ¿Puede la música sacudir conciencias a estas alturas? ¿Y creéis que los políticos, de verdad, se van a poner de acuerdo para solucionar los problemas?

–En mi opinión, y aquí hablo exclusivamente por mí, creo que el hecho de hablar de estos temas es más un jarabe para nosotros mismos. Es nuestra forma de gritar que estamos hasta los huevos de lo que pasa a nuestro alrededor y calmar nuestra irritación. Pero por desgracia, creo que en realidad no se puede sacudir conciencias con la música. La gente, en general, está ya bastante anestesiada y dudo mucho que nadie se pare a escuchar y reflexionar sobre lo que cantamos gente con guitarras colgadas. Y, la verdad, tampoco aspiro a ello. No quiero decirle a nadie cómo tiene que pensar. Lo que hago es contarles cómo pienso yo, y ya está. En cuanto a que los políticos se pongan de acuerdo para solucionar problemas, por supuesto que no. No quieren. Es parte del plan, pero bueno, no entraré ahí porque podría hablar sin parar.


Dudo mucho que la gente se pare a escuchar y reflexionar sobre lo que cantamos gente con guitarras colgadas
— Javi Castellanos

–¿Hasta qué punto están las canciones basadas en hechos reales? ¿Con qué o quién estáis enfadados?

–Bueno, esto depende un poco de cada canción. Algunas van directas contra alguien en particular. Otras hablan de hechos genéricos, como la idiotez que vive la gente a día de hoy con los móviles, las redes sociales y demás, y otras no hablan de enfados o están directamente inventadas. Nos gusta inspirarnos en distintas situaciones reales o ficticias. Es una forma de tener más cosas que contar.

–‘Celebración’ va precisamente dedicada a los que ven los conciertos (y la vida) a través de una pantalla.

–Así es. No sé, en realidad poco puedo explicar. Simplemente no doy crédito. Gente que vive más en ese mundo virtual que en el que pisa. Es otro de tantos anestésicos que nos dan, como la gente que se olvida de todo porque hay un Madrid-Barça. Pan y circo, pero a la enésima potencia. Siento repetirme, pero nos vamos a la mierda y ojalá que sea pronto.

–Cada vez se parece más todo al mundo distópico que describió George Orwell, o Aldous Huxley, que parece que la gente solo se acuerda del primero.

–Absolutamente. Tanto el uno como el otro tenían más razón que un santo. Es imposible no ver cómo el mundo en que vivimos se parece más y más a lo que ellos contaron 70 años atrás.

 
 

–Ahora mismo compatibilizáis el grupo con otros proyectos. ¿Creéis que llegará un momento en el que os tendréis que dedicar exclusivamente a Siete70?

–Ufff… ¡Siguiente pregunta!

–Como dicen que sois jornaleros de la música (técnicos de sonido, músicos en directo…) y lleváis muchos años en el negocio, saco la ametralladora: ¿Cómo veis la industria musical en España? ¿Se dan facilidades a las bandas? ¿Entendéis que haya canciones de grupos que no hablen de nada? ¿Hay saturación de festivales?...

–Ostras… Esto no es una pregunta, es un debate de tres horas… Intentaré resumir muy mucho diciendo que las palabras ‘industria’ y ‘música’ poco tienen que ver, y que los intereses de una, pues poco menos que se están cargando a la otra. Y repitiéndome una vez más, ahí tenemos otro anestésico. «Por favor, música fácil, rápida, que guste a la masa y que no haga pensar mucho… Gracias». Y en los festis… «¿Qué es eso de grupos nuevos que cuentan otras cosas? ¿Quién los conoce? Venga, gente que venda entradas, que entretenga a estos cabestros que no han venido a escuchar música, han venido a agarrarse el ‘morao’! ¡Tienen que beber! ¡Pasen y vean!». Está todo conectado.

–A la hora de los directos, como el del 7 de febrero en La Yesería, se tienen que notar vuestras tablas sobre el escenario. ¿Es ese vuestro punto fuerte?

–No sabemos si es nuestro punto fuerte, pero sí es cierto que nos lo dicen bastante después de cada bolo. Ahora bien, quitando un poco de glamur y de autobombo, y deshinchando el pecho, supongo que es lo normal, y tiene que ser lo normal. Son años dentro, fuera y, en definitiva, alrededor de los escenarios. Quiero decir, es como si a un fontanero con 20 años de experiencia que entra en una empresa nueva van y le dicen: «Tío… se te notan las tablas». Pues bueno, si lleva 20 putos años arreglando cañerías, algo sabrá.